Este jueves se estrenó en Salta “La vida después”, una película de Pablo Bardauil y Franco Verdoia. Una reflexión sobre lo que pasa en una pareja después de la ruptura. El film participó del último Bafici. Sus directores hablaron con Cuarto Poder sobre el film. (N.G.)
Este jueves se estrenó en nuestra ciudad la película dirigida por Pablo Bardauil y Franco Verdoia, con las actuaciones de Carlos Belloso y María Onetto. El film participó de la última edición del Bafici.
Es la historia de Juan y Juana, un matrimonio que decide separarse. La adaptación a la nueva vida les resulta muy difícil. Juan no puede evitar angustiarse cuando empieza a recibir indicios cada vez más evidentes de que ella ha iniciado una relación con un viejo amigo de ambos. Juana sufre un verdadero shock cuando a partir de cierto evento inesperado comienza a descubrir una zona insospechada del pasado de él.
“La vida después es la historia de un matrimonio que se separa después de muchos años. Y se enfoca principalmente en lo que le sucede a cada uno de los miembros de la pareja con lo que hace el otro después de esa separación. En principio, se podría decir que la idea surge de mi propia experiencia de separación: en parte de cosas que me pasaron, en parte de cosas que vi en otras parejas que se separaron. Es habitual que durante un buen tiempo los separados siguen bastante pendientes de lo que hace el otro: en qué anda, cómo se las arregla para seguir su vida, si ha empezado una nueva relación o no. Ese seguir pendiente muchas veces da lugar a una serie de especulaciones que pueden estar más o menos cerca de la ‘realidad’. Es notable que en ese proceso de reconfiguración, muchas veces ese otro termine convirtiéndose en un extraño, a veces incluso en una suerte de monstruo. A partir de estas cuestiones se me ocurrió la idea de una historia dividida en dos mitades en donde se confrontaran los puntos de vista de uno y otro. Le conté la idea a Franco, a él le interesó mucho y empecé a escribir una primera versión del guion que ya desde el comienzo Franco supervisó”, explica Bardauil.
Verdoia relata: “Cuando Pablo sugirió la idea inmediatamente empaticé con la propuesta, porque yo también había atravesado no sólo separaciones, sino también esta cuestión más extraña que plantea la película, que tiene que ver con desconocer a la persona que más amamos. Es un territorio que me resultaba atrapante y personalmente movilizador”.
Los protagonistas, María Onetto y Carlos Belloso, son dos actores reconocidos en el cine nacional. Onetto participó como protagonista de “La mujer sin cabeza”, de la salteña Lucrecia Martel. Al respecto, Verdoia asegura: “Onetto es una actriz que tanto a Pablo como a mí nos inquietaba mucho. Personalmente la vi por primera vez en una obra de Daulte a fines de los noventa, que se llamaba ‘Faros de Color’. Quedé tan capturado por su imagen, por su persona en escena, que siempre fui a verla en otros trabajos notables que hizo. Creíamos que María era una actriz que iba a poder encarar el personaje de Juana ofreciendo una gran gama de matices emocionales, y al mismo tiempo sosteniendo cierto extrañamiento que propone la historia. Fue María la que generosamente sugirió el nombre de Carlos Belloso para el papel de Juan. Ellos se conocían de un trabajo anterior y resultó una feliz elección poder volver a encontrarlos en esta historia. Uno como espectador tiene un registro de Carlos más vinculado con el teatro de composición, es un virtuoso del manejo corporal y un gran comediante. Fue maravilloso verlo mutar en un sentido más introspectivo, contemplativo y quieto. Tuvimos un proceso de ensayo en el que también intercambiamos muchas opiniones sobre el guion, sobre aquello que se quería decir con cada momento de la película. Se trabajó en profundidad y eso fue posible gracias a la entrega tanto de ellos como del resto del elenco.”
La película propone diferentes lecturas en cuanto a los límites entre la realidad y la ficción. Bardauil explica que lo que muestra la película “es que en ese estar pendiente del otro las fronteras entre lo que uno ve efectivamente y lo que uno imagina, fantasea o proyecta sobre el otro muchas veces son muy tenues”. “En este sentido -continúa-, la película que arranca de un modo completamente realista lentamente se va desplazando hacia el mundo de la fantasía y a partir de cierto momento lisa y llanamente en el territorio de lo fantástico. Para entrar en ese mundo nos servimos de muchos materiales como los sueños que tienen cada uno, los recuerdos de un hecho que sucedió en el pasado (y que vemos primero desde el punto de vista de él y luego de ella) y, finalmente, de la ficción dentro de la ficción porque el protagonista, después de separarse, empieza a escribir una novela que sabemos que en cierto modo es autobiográfica. El relato entonces va y viene de la ‘realidad’ a lo ‘imaginado/ soñado/fantaseado’ y ese juego va pautando todo el movimiento narrativo de la película”.
“La vida después” posee largos planos en los que la contemplación despierta más el interés en los personajes. Franco cuenta que de esta manera los actores están sumamente expuestos. “Hay escenas que rodamos en un solo plano, un poco por un diseño de producción que tenía que ajustarse mucho a la realidad del presupuesto que manejábamos (un trabajo minucioso y dedicado de Felicitas Raffo, Andrés Longares y Horacio Sereno, productores del film), y otro poco porque fuimos entendiendo que algo de esta historia en donde la subjetividad y el foco eran elementos que traccionaban el relato, esta manera tan contemplativa y por momentos distante de los personajes, reforzaba cierta sensación de abismo al que son arrojados el uno y el otro. Tenía ganas de detenerme de manera precisa en la definición de cada plano, de estudiar con detalle el movimiento de la cámara y definir en qué momentos ese movimiento era estrictamente necesario. Cristina Nigro (dirección de Arte) y Jorge Dumitre (Dirección de fotografía), acompañaron profundamente este lenguaje, instalando una imagen suave, apastelada, melancólica y otoñal. Los espacios, también construyen la historia de esta separación, también se vuelven territorios ambiguos y extrañados y acompañan desde su simpleza o su complejidad el proceso interno de Juan y Juana”, completa.
La película pasó recientemente por el BAFICI, el prestigioso festival de cine independiente de Buenos Aires. “Formar parte fue una enorme posibilidad de posicionamiento y visibilidad. Un festival como éste siempre prestigia, y en este sentido la recepción de la película fue muy grata y sorprendente. La devolución de la gente impresiona. Todo se ve. Aquello que uno pensaba que transcurría en un nivel muy remoto del relato, de pronto llega al corazón del espectador de manera nítida y cristalina. Y eso impacta”, cuenta Franco.