Juventud Antoniana metió tres rápidos goles, pero Gimnasia casi lo asusta: con dos goles hicieron que se les helara el upite.
Una goleada con susto es mejor que un empate o una derrota.
Transcribimos la crónica publicada por El Tribuno, en el día de la fecha:
“El santo se impuso en el clásico por 3 a 2 porque fue ordenado y práctico en los primeros 45 minutos, pero nada más. Luego se desinfló y se vio desbordado por un millonario que con mucha actitud se lo llevó por delante en la última etapa, con un hombre menos y herido en su orgullo.
Los últimos 45 minutos, con Juventud que retrocedía más de la cuenta y perdía el dominio del mediocampo, opacaron, en parte, la solvencia de un equipo que golpeó todas las veces que insinuó y por eso se llevó el premio mayor, que lo coloca cerca de la zona de clasificación .
El dominio inicial fue del albo: (un tiro libre de Ceballos esforzó a Viola a los 18′, a los 20′ fue Palacio quien casi la mete en contra y a los 23′ Zárate le entró mal de volea y dilapidó otra buena llegada. Y en el momento de mayor “peloteo” del local, Palacio silenció a los albos anticipándose a los marcadores y mandando su cabezazo a la red tras un centro de Aguirre. Y tres minutos más tarde una gran jugada de Matías Fernández en complicidad con Prieto culmina con una definición deliciosa del hombre con pasado en Gimnasia. Luego llegó la expulsión de Plaza: el capitán no paró a nadie por la banda (fue un error incluirlo de lateral) y quedó expuesto a las faltas. Y tras dos infracciones corrientes vio la roja y derrumbó el castillo millonario, que parecía terminar de desplomarse con la sutil definición de Molina a los 8′ del complemento.
Los ingresos de Ascencio y Guglielmi (aciertos de Ragusa) inyectaron aire y actitud a un Gimnasia que no se dio por vencido con uno menos. El albo mostró los dientes y acorraló a un Juventud que perdió la brújula y la pasó mal, más aún tras los descuentos de Zárate (11′) y Villarreal (16′) cargados de espíritu de lucha, amor propio y vergüenza deportiva. Pero en el fútbol, a la hora de los balance los intentos poco cuentan en la foja, y prevalece aquel que acierta sus “tiros” de fortuna”.