Seguimos en 1975, el año más sangriento del tercer gobierno peronista.
“Isabelita” asumió el 1 de julio de 1974, apenas falleció su compañero de fórmula y marido, Juan Domingo Perón.
Era tan poca su capacidad para gobernar que en muy poco tiempo se vio inmersa en una pelea entre los sectores peronistas y el aumento del protagonismo de las Fuerzas Armadas. La primera ruptura fue con Montoneros, justo dos meses antes de la muerte de Juan Domingo. La Triple A apareció entonces como uno de los únicos instrumentos capaces de controlar a los Montoneros en pos del “bien común”.
Sin embargo, los guerrilleros no eran los únicos blancos de la organización paraestatal, algunos sindicalistas e intelectuales también lo fueron.
La segunda escisión fue con los sindicatos, a través del ajuste económico y la inflación descontrolada.
Fue entonces que “Isabelita”, presentó un plan económico, de autoría de su flamante Ministro de Economía, Celestino Rodrigo, lo que la historia conoció como el “Rodrigazo”.
El programa estaba basado en una política de shock que implicaba una devaluación del peso, un incremento de las tarifas de servicios públicos y un tope a los incrementos salariales.
Previo a la implementación del plan, el Índice de Precios al Consumidor se disparó al 335% de acuerdo con datos del INDEC, mientras que el año anterior, había cerrado con un aumento del 40%.
El ex funcionario de la Cartera económica, Carlos Leyba, planteó que “el plan económico de Rodrigo apuntaba a poner en marcha una transformación estructural destinada a instalar una economía y una sociedad autorreguladas por el mercado”. En criollo, el final de las políticas y de la estrategia de desarrollo que había implementado Perón.
En la Argentina, de acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el número de pobres en 1974, era de 800 mil personas, que representaban el 4% de la población.
El dólar paralelo (blue), cotizaba arriba de los 40 pesos y el aumento del dólar oficial respecto del peso, con cotizaciones desdobladas en dólar financiero, dólar turístico y comercial fue de entre el 80 y el 160%.
Las naftas subieron hasta un 181%; la energía, 75%; y las tarifas de otros servicios públicos, entre el 40 y el 75%.
Se decidió aumentar con un sistema de reajustes periódicos, o directamente liberar las tasas de interés para los depósitos bancarios y se determinaron las alzas de las exportaciones, entre otras medidas.
El boleto de colectivo pasó de 1 peso a 1 peso 50 y los pasajes de trenes subieron entre el 80 y el 120%, mientras que los aumentos de salarios habían oscilado entre el 38% en marzo y el 45% en junio.
En su discurso de asunción, Celestino Rodrigo dijo “Hubo una espectacular caída de divisas en el último año y las operaciones no lícitas (mercado blue) alcanzaron precios inusitados varias veces superiores a la cotización oficial. El déficit fiscal, después de la aplicación de los aumentos establecidos en las convenciones colectivas de trabajo, alcanzó una cifra no menor a 60 mil millones de pesos ley. De no cubrirse con recursos tributarios auténticos, producirá una inflación mucho mayor”.
Tras la muerte de Juan Domingo Perón, dicen los expertos de la época, el Gobierno nacional tendió hacia una derechización y el Rodrigazo fue un intento de generar una gran transferencia de ingresos hacía los sectores que conformaban el núcleo exportador tradicional del país, por eso el plan estaba vinculado a devaluar el peso argentino e incrementar las tarifas de los servicios públicos, al tiempo que se producía un incremento de la inflación.
Los sindicatos se opusieron al tope fijado para las negociaciones salariales y pidieron aumentos superiores al 45% que, tras la huelga general de la CGT del 7 de julio fueron convalidados.
La crisis y la conflictividad social aumentaron de manera tal que la Presidenta tuvo que anunciar un cambio de Gabinete en el que Rodrigo, a 45 días de anunciar su plan económico, fue reemplazado por Antonio Cafiero.
Algunos estudiosos de la época dicen que el ideólogo del plan económico en realidad fue Ricardo Zinn, ex secretario de Programación y Coordinación Económica. Se le conoce como “el padre del neoliberalismo argentino”.
La idea de Zinn era una “refundación” de la Argentina que empezaba con un ajuste inconsulto porque su razón estaba por encima de la realidad. Tenía la idea de que la compasión era una debilidad, que era necesario aplicar el poder con rigor. Solo de esa manera podemos entender cómo se decidió una devaluación y un ajuste tarifario, todo junto.
Carlos Leyba decía que “el poder estaba totalmente vaciado porque la Presidenta era una persona incapaz de conducir el país y la guerrilla. Se firmó un Pacto Social entre el Gobierno nacional, los sindicatos y las empresas, pero el asesinato de José Ignacio Rucci, la crisis del petróleo y la muerte de Juan Domingo Perón, fueron debilitando ese acuerdo”.
La muerte de Perón acabó con cualquier posibilidad de acuerdo, sumado a esto José López Rega, principal influencer de la Presidenta, se convirtió en dueño de las decisiones más trascendentales, como la imposición de Rodrigo en la conducción del Ministerio de Economía nacional, sin carnet de conducir.
Hoy más que nunca, cualquier semejanza con la realidad actual, es mera coincidencia…