Aunque el lenguaje inclusivo es una propuesta política y no gramatical existen ciertas tendencias feministas que no acuerdan con el uso de la e porque invisibiliza el femenino. Mientras esto se discute continua presente el humor sexista.
Por Andrea Sztychmasjter
“Lo que no se nombra no existe” la frase del escritor y filósofo George Steine fue
reapropiada por los movimientos feministas no solo para dar cuenta del histórico
acallamiento de las mujeres y disidencias ante las recurrentes violencias sufridas sino
también para introducir el debate de lo que hoy se conoce como Lenguaje Inclusivo No Sexista (LINS).
Los/as principales detractores del empleo de este lenguaje argumentan que la RAE ya ha
informado en diferentes oportunidades no avalarlo. Sin embargo y tal como lo afirmó
Santiago Kalinowski lingüista y lexicógrafo “el objetivo del inclusivo no es volverse
gramática o lengua”. Busca calar en las conciencias, incomodar. Una x en el lenguaje
oral no puede nombrarse pero está ahí para interrumpir la lectura, en tanto que la e en la
oralidad buscar romper con el binarismo sexual. Pero es más que eso, es una posición
política dentro de los feminismos.
Pero tampoco busca imponerse como norma, no se establece como regla sino como opción pues existen ciertas tendencias feministas que no acuerdan con el uso de la e porque invisibiliza el femenino, entonces aseguran que no debe dejarse de lado la a, tomemos como ejemplos presidenta, concejala o fiscala, aun no muy empleadas masivamente o con cierta resistencia a ser usadas.
Si bien el llamado lenguaje inclusivo no sexista (LINS) surgió en las calles y se configuró en el seno de los feminismos como fenómeno social, su uso se ha ido extendiendo cada vez más a otros ámbitos y es empleado en instituciones académicas, dependencias estatales y medios de comunicación. Si tomamos lo propuesto por Wittgenstein y su “juego de lenguaje” podemos decir que el LINS apunta a lo político y no a lo gramatical, es en ese contexto desde donde debe analizárselo.
Humor sexista
Existen determinados conceptos que son utilizados por los medios de comunicación para definir y describir lo femenino, esto nos proyecta de qué manera estos medios presentan y difunden su discurso social. Uno de los objetivos del análisis del discurso es identificar en el enunciado las huellas del espacio social e ideológico desde el que éste fue enunciado para poder apreciar su pertenencia a una tradición discursiva y evaluar su relación con el discurso dominante.
Tal como lo describe Cristian Palacios sobre la concepción del chiste para Wittgenstein “Un chiste es una pequeña manifestación artística de carácter verbal que pretende suscitar la risa. No es que el chiste sea lo que da risa, pero es una porción del discurso que se identifica –que identificamos– como teniendo esa intención”.
Dentro de las teorías de lo irrisorio, el humor sexista cumpliría con la regla de la superioridad en lo cómico, pues este se consolida a través de la cosificación, estereotipos y estigmatización hacia lo femenino.
El humorista gráfico Fernando Sendra dio a entender, en su historieta publicada el 7 de agosto de 2020 en el diario Clarín, que las mujeres hablamos solo de hombres, tampones y dietas. Sendra quería realizar una crítica hacia un decreto presidencial que establece que las sociedades estatales deberán incluir una composición que respete la diversidad de género pero terminó reproduciendo estereotipos sexistas, normalizando cuáles serían las prioridades femeninas.
Luego de las críticas hacia sus chistes el humorista respondió ironizando con el LINS: “¡Feministas del mundo uníos, o unías, o uníes, o unúos, o uníis, o uníxs o uní@s… o qué sé yo!’; se me acabaron las vocales, las vocalas y los etc. Lo cierto es que vivimos en un tiempo en que la tolerancia no reina tal vez porque los reinados no son democráticos y tampoco es presidente/a/i/o/u/x/@ porque los presidentes a veces no se sabe bien para qué sirven”.
Comunicación no sexista
Buscando borrar las huellas de la desigualdad entre hombre y mujeres es que existen variadas recomendaciones de los gobiernos para instar a que los medios de comunicación empleen una comunicación no sexista. Recomiendan así el uso del lenguaje no sexista y lenguaje inclusivo no sexista, a través de herramientas de comunicación como la inclusión, visibilización y la neutralización, tanto en el lenguaje verbal como no verbal.
El lingüista Kalinowski aseguró que el lenguaje inclusivo es parte de una profunda
reflexión sobre el sexismo que sigue codificado en la lengua, es un esfuerzo extra
emplearlo pero como busca comunicar un contenido con la mayor eficacia posible es
también un fenómeno retórico: “Busca crear en el auditorio la persistencia de una
injusticia y lo logra y logra también la reacción de quien ve amenazado sus privilegios”. El LINS es ante todo un fenómeno político –discursivo- retórico.
El masculino genérico se codificó históricamente; ante la duda tiene que ser masculino
dice esta normativa patriarcal. “El masculino genérico es un universal porque es
universal la desigualdad”, señaló el estudioso, quien describió que el fenómeno del
lenguaje inclusivo es “de vanguardia y no necesariamente de las masas”, pero son los/las
adolescentes de colegios secundarios quienes ya han levantado la bandera. La resistencia a su uso como opción viene de las generaciones más grandes sin embargo existen excepciones, como el caso del académico, Raúl Dorra, quien es su texto “Roles sociales y géneros gramaticales (El feminismo ante el lenguaje)”, describe “El hecho de que los lingüistas y las academias de la lengua hayan empezado a discutir este asunto así sea para rechazarlo con vehemencia, es un anuncio de que la lengua castellana más temprano que tarde sufrirá una transformación en su régimen de concordancia pues una vez iniciado este proceso ya no se detiene”.