No quiere quedarse atrás, la legisladora publicó sus memorias bajo el título “Vida” y estará la próxima semana presentándolo en Salta. Aparecen las charlas con CFK. Aquí algunos fragmentos del libro.
Su niñez, su casamiento, su separación, la conversión al catolicismo, las peleas con Alfonsín, la celulitis, la fama, el amor por su padre, sus charlas con Cristina en tiempos en los que ambas eran legisladoras y el secreto que comparte con el Papa Francisco. Lilita presentará apenas unos días antes que Cristina su libro en Salta.
Por primera vez, Elisa Carrió se decidió a contar en un libro sus experiencias más íntimas. Lo hizo en un diálogo con el periodista Ignacio Zuleta. «Vida», se titula.
Algunos fragmentos del libro:
¿La Magdalena de los pobres?
«Siempre supe cuando asumí que yo llevaba detrás a todas las mujeres. Nunca me sentí que era una mujer excepcional. Porque no soy excepcional. Soy una mujer llena de pecados. Me encanta el error, estar equivocada. Esa es la ciencia. Yo acepto. A mí me gusta la imperfección. Amo la imperfección porque es humano. Soy una pecadora inquebrantable. Soy la Magdalena de los pobres y de las prostitutas. Soy del cristianismo primitivo».
La despedida a Alfonsín
»Cuando me fui a despedir de Alfonsín al departamento donde vivía con su esposa me dice: ‘Vos sabés que conocí miles de personas, pero ninguna como tu padre’. Mi papá era un ser excepcional. Mi papá no era peronista ni antiperonista Mi madre vive. Había estudiado filosofía y letras en Rosario. Ella daba clases y fue miembro del Consejo de Educación».
Desprecio del poder
«Lo uso porque lo desprecio, porque lo sé perder. Mi papá se quedaba en la noche, le gustaba cantar, guitarrear, tomar whisky. Mi papá era un tipo que era amigo del linyera, de la prostituta, del gobernador. Él me enseñó el sentido de que todos éramos iguales, efectivamente».
Un casamiento conflictivo
«Yo creo que me casé para hacer el amor. Un año de casados. Un día me fui, como siempre, sin hablar, con mi hijo de tres meses. Pelea violenta. Mi papá me hizo un gran asado e invitó a todos mis amigos cuando yo volví. Mi mamá me dijo que me iba a tener que arreglar sola».
La fama y la celulitis
«Me agarró como esa soberbia que te va tomando por ahí. Lo vi a Chacho Álvarez con todos los movileros y después me vi a mí misma con todos los movileros. ¿Qué hice? Me fui a mi departamento y recé un padrenuestro. Yo era agnóstica. Recé un padrenuestro y me dije: ‘yo no puedo ser esto’. Me acordé de Max Weber y la autoridad carismática. Un día me vi la celulitis y entonces me agarró la depresión. Cuando me agarró la depresión fue ese mi método de combatir el método de la fama. Fue mirarme la celulitis. Era la depresión de decir: ‘En realidad, esta sos vos y la otra es una construcción’. Ahí me separé del personaje y decidí que yo iba a seguir siendo la misma, que todo ese mundo no me iba a cooptar».
Las amenazas
»Yo siempre estuve bajo vigilancia. Ya alguien contó que la obsesión de Kirchner era exclusivamente seguirme a mí. Era un juego de ajedrez con un psicópata. Yo le anticipaba la jugada y, si no la veía venir, le daba vuelta el significado. Viví amenazada, cercada. Pero para mí era natural. Yo llevo una vida pública y privada exacta. No escondo nada. Es la mejor forma, me parece. Cuando dicen que Carrió se enriqueció, ¿qué van a decir, si los periodistas entraron hasta mi cuarto? Si todo el mundo ha estado en mi casa, incluso he estado yo en la cama con un periodista sentado al lado porque no me quería levantar».
Del agnosticismo a la fe
«Yo agradezco a Dios haber tenido una experiencia al espíritu. Yo tenia una experiencia espiritual, pero agnóstica, es decir, yo iba en búsqueda de algo más, pero no tenía la experiencia religiosa. No iba a ser convencida solamente por los libros. Por eso, estoy hablando de la conversión, pero la tuve un día en Catamarca cuando visité a la Virgen Eran días muy difíciles para mi vida personal. Yo vivía entre muertes de hermanos, entre separaciones, entre dolores muy profundos. Y, de repente, voy a ver una iglesia y no sabía que había una sola Virgen Pensé que había varias, es decir, no era un mundo al que yo accedería, y en ese momento tuve una conmoción espiritual muy fuerte (…) La experiencia de la Virgen, que además era la Virgen de los pobres, marcó mi existencia. Después fui de misa diaria, de comunión diaria, pero de escuchar la palabra más que a los sacerdotes Y cuando ya veía procesos claros que yo anotaba, donde lo que yo sentía, sucedía, entonces fui a un sacerdote, especialista en esto que era mi consejero espiritual, que no es Bergoglio, para que me explique si tenía que ir a un psiquiatra o si yo tenía algún proceso religioso en marcha. Y él me explicó que yo tenía, y es muy difícil de decir en latín, así que, en castellano, que yo tenía una especie de gracia para un servicio, y que no me preocupara, que, si quería ir a un psicólogo que me fuera, pero que yo tenía una gracia para un servicio. Y ahí empecé a racionalizar esta cuestión. ¿Servicio a qué? Bueno, servicio a la verdad, a la justicia, y ahí entendí en esa voz interior que sale en la oración lo que es el espíritu de verdad. Creo que el don que yo tengo, el espíritu que yo tengo es de decir la verdad y la verdad es molesta, causa escándalo, causa persecuciones, no es correcta, no es oportuna».
El secreto que la une al Papa
»Jorge Bergoglio me quiere conocer en el 2001. Esta es la primera vez que lo hago público. Me dice si yo quiero confesar un secreto. Entonces, yo le leo todos los textos. Ël lagrimeaba y yo miro un cuadro que estaba ahí con un hombre rojo tipo obispo, y bueno, a mí me salía en la oración ‘Bergoglio Papa’, a mí me salía. Y él entonces me dijo al final: ‘Bueno, ahora, su secreto ya lo tiene la Iglesia, porque lo tiene un cardenal. Así que mi secreto lo tiene el Papa. Una vez le pregunté por qué nunca hacía referencia a eso y me dijo: ‘Porque me creerían que estoy loco’. Después, sí, he tenido duras conversaciones personales, pero nunca me pelee con él. Cuando fue Papa, yo me alegré muchísimo porque no estaba loca, habían pasado muchos años. El propio Guillermo Marcó dijo: ‘La profeta es Carrió'».
Cristina y los piojos
“Un día Cristina me dice que yo era un esperpento. Un día me dice que no me rasque la cabeza. ‘Tengo piojos’, le dije yo en un programa de Mirtha Legrand. Fue comiquísimo. Se reían todos. Yo tenía esas contestaciones. Yo me rebajo frente a ella para permitirle agrandarse. Yo le daba ese lugar. Hasta que un día me enojé y le dije: ‘¿Sabés qué pasa? Como yo sé quién soy y tengo seguridad, yo puedo estar sentada arriba de un piano que voy a seguir siendo…».