¿Quién dio la orden de ingresar a la Lof? ¿Con qué objetivo? ¿Cómo incidió en el accionar de la Gendarmería la bajada de línea de Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, sobre la teoría de la flagrancia? Los nuevos elementos que tendrá el juez.
Los teléfonos utilizados por los gendarmes que participaron de la represión del primero de agosto, que terminó con la desaparición forzada de Santiago Maldonado, pueden ser la clave para avanzar en las investigaciones sobre el accionar de la Gendarmería, más ahora que se produjo el cambio de Juez. Se analizaron los informes de la Dirección General de Inteligencia Criminal de la Policía Federal (PFA), incluidas en las fojas 1724 a 2370 del Expediente 8232/2017. De ahí surgen varias incógnitas alrededor de los uniformados que quedaron grabadas en las comunicaciones que mantuvieron, como en los documentos y memos internos que intercambiaron con sus teléfonos inteligentes.
El Jefe de la Agrupación Chubut de Gendarmería, Diego Conrado Balari admitió en un Memorándum que “persiguieron manifestantes” sin que hubiera habido flagrancia. Esto coincide con los testimonios de los gendarmes que afirmaron que las órdenes de Pablo Escola, segundo a cargo del Escuadrón 36 fueron “apresar manifestantes”. Según un informe interno hallado en el teléfono de la enfermera Maira Ramos, Emanuel Echazú fue atendido dentro del territorio y no fuera, como había sostenido el uniformado en un primer momento. Esto abona la teoría de las querellas de que Echazú pudo haberse enfrentado con Santiago Maldonado en la costa del río. Otro de los aspectos a investigar es el rol de Fabián Méndez, jefe del Escuadrón 35 (El Bolsón). Según el análisis de las comunicaciones, Méndez fue avisado del allanamiento realizado el 16 de agosto, un día antes.
El 9 de agosto, el Jefe de la Agrupación Chubut de Gendarmería, envió el Memorandum “R” 91/17 con el objetivo de que todos los uniformados que participaron de la represión del primero de agosto completaran un informe pormenorizado de los hechos del primero de agosto. “Comunico a Ud que en relación al operativo llevado a cabo el 01 de agosto de 2017 entre las 11 y las 12 horas aproximadamente, para despejar la Ruta Nacional 40 (Predio Lof Cushamen ocupado por la comunidad mapuche) en el que personas encapuchadas impedían el libre tránsito y agredieron con piedras al personal de la fuerza, motivo por el cual se procediera a iniciar la persecución de los manifestantes”, firmó Balari.
La ruta ya había sido despejada durante la noche del 31 de julio. De hecho, a la madrugada del primero de agosto, cerca de las 3.30, los gendarmes pasaron por la zona y levantaron las “barricadas”. Durante la mañana, según narró la testigo Ailinco Pilquiman, los gendarmes estaban cerca de la tranquera, algunos disparando, hasta que alguien dio la orden de avanzar. Quien estuvo a cargo del operativo fue Pablo Escola La orden judicial del ahora ex juez de la causa, Guido Otranto, había sido para despejar la ruta pero no para iniciar una persecución dentro del territorio, como terminó ocurriendo. ¿Quién dio la orden de ingresar a la Lof? ¿Con qué objetivo? ¿Cómo incidió en el accionar de la Gendarmería la bajada de línea de Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, sobre la teoría de la flagrancia? Balari fue uno de los que estuvo presente en la reunión con junto a las fuerzas federales y provinciales de Chubut y Río Negro realizada el 31 de julio, donde quedaron establecidas esas pautas de “persecución”, ejecutadas en el terreno por Pablo Escola.
Emanuel Echazú es uno de los gendarmes que llegó al río en uno de los pelotones de persecución. En una de las fotos que están incorporadas en el expediente se lo puede ver subiendo del río, con una escopeta en la mano y con su cara sangrando.
-¿Qué te pasó?-, le preguntó el escopetero Aníbal Cardozo a Echazú cuando éste llegó hacia la pendiente que llevaba hacia el río. -No, no, no sé qué me pasó-, respondió Echazú, según la testimonial de Cardozo. La primera versión de los gendarmes era que había recibido un piedrazo del otro lado de la tranquera. Pero Echazú se golpeó (o lo golpearon) dentro del territorio, por eso fue atendido una vez finalizada la represión y cuando Santiago Maldonado ya había desaparecido. Esto no solamente puede corroborarse por los testimonios de otros uniformados sino por el Memo interno obtenido del teléfono de Maira Ramos.
“Quien suscribe me encontraba filmando el operativo hasta el momento que advertí que la Cabo Rita Elizabeth Arjona (Enfermera de la Unidad) y la Gendarme Dagma Beatriz Perez estaban asistiendo al Cabo 1º Ernesto Yañez, quien había sido herido por los manifestantes, circunstancia por la cual procedí a colaborar, posteriormente una vez despejada y asegurada la zona ingresé al predio…En el lugar advertí que el subalférez Emmanuel Echazú también se encontraba herido siendo asistido por el Cabo Primero Diego Ramos”, puede leerse en el Memo interno dirigido a Balari, encontrado en el teléfono de Maira Ramos.
Es decir, las enfermeras ingresaron al predio cuando lo consideraron seguro, Maira Ramos primero realizó un “cacheo” a las dos mujeres que estaban en la casilla de seguridad de la Lof (Claudina y Ailinco Pilquiman) y luego, cuando la persecución ya había terminado, observó cómo Echazú era atendido.
A diferencia de Yañez, cuyo golpe fue denunciado de inmediato a la ART, no sucedió lo mismo con Echazú. En una comunicación telefónica realizada por el primer alférez Daniel Gómez, del Escuadrón 35, realizada el 2 de agosto por la noche, queda claro que los “jefes” no querían hacer la denuncia ante la ART, aunque después cambiaron de opinión, como se desprende de las palabras de Gómez.
Según este gendarme, pieza clave en la reorganización del discurso de los uniformados y en la elaboración de la versión oficial de los hechos, a Echazú le habían “reventado la cabeza” cuando en realidad sus golpes fueron debajo del pómulo.
¿Dónde y cómo se golpeó Echazú? De las pericias realizadas a su teléfono no surge ninguna información, al menos de la analizada por la Policía Federal y enviada a la Fiscalía Federal de Esquel. Solo algunas imágenes pero ningún llamado o mensaje de texto. Nada.
El 15 de agosto, el celular de Fabián Méndez recibió un mensaje del usuario identificado como CRINEU, cuyo número finalizaba en 0232. “Mañana temprano allana la lof PFA”, decía el mensaje que recibió el Jefe del Escuadrón de El Bolsón, a las 15.11. ¿Será ese el rol de Gonzalo Cané dentro del expediente, avisar de los procedimientos y de las medidas de prueba que pudieran perjudicar a la Gendarmería?
En ese allanamiento, la policía de Río Negro encontró balas de 9mm que no fueron recogidas. Y luego de ese procedimiento, la orden de Méndez para el resto de los uniformados que participaron de la represión del primero de agosto fue “no se habla más de mapuches a partir de ahora se habla de la RAM”. La nueva orden se refería a la decisión política de mostrar a los mapuche como miembros de una supuesta organización guerrillera que se identifica con esas letras.
Fuente: Página 12