Una serie de imágenes que nos plantean el enigma de todo el espacio que parecen necesitar los hombres cuando se sientan. Según defienden éstos, es por causa de la exterioridad naturalmente necesaria de sus testículos (?).

Desde hace algunos años en el slang anglosajón existe la palabra “manspreading” que, como su formación indica, se refiere a un hecho que no por simple es menos molesto: la apertura de piernas que casi siempre perpetra todo hombre cuando toma asiento. Lo cual, claro, podría ser una conducta indiferente, de no ser por las circunstancias públicas en que puede presentarse. Por ejemplo, en la sala de espera de un consultorio o de una oficina gubernamental, en la banca de un parque o, el caso más usual, en el transporte público.

¿Y por qué motivo? En este punto los comentadores no se ponen de acuerdo, pero a juzgar por la historia milenaria de las relaciones entre el hombre y su entorno, la evolución del así llamado macho de la especie humana lo llevó a requerir holgura y amplitud para mantener cómoda la también así llamada genitalia masculina, conocida asimismo en otras épocas como «virilidad» y aun «hombría».

Al menos, ése es el pretexto. Según defienden los hombres, es por causa de la exterioridad naturalmente necesaria de sus testículos (cuyo calentamiento global desembocaría catastróficamente en el exterminio de su especie) y de su “miembro viril” que, al sentarse, lo hacen de tal modo que ni la temperatura ni el aprisionamiento molesten las también alguna vez nombradas como “partes blandas”.

Fuente: Pijama surf