La detención de una banda —integrada por un gendarme y una excandidata a concejal romerista— que se dedicaba a mejicanear drogas a narcotraficantes, sacó a relucir el nivel de relación entre las fuerzas de seguridad y el tráfico ilegal de estupefacientes. La pica entre Gendarmería y la Policía.  M.A.

Las mejicaneadas no son nuevas. Este método delictivo es tan antiguo como el contrabando en el mundo del hampa. Se suele recordar a Morales y Almirón, dos policías  de la Federal, que allá por la década del 60 eran conocidos por dedicarse a robar a otras bandas de ladrones o traficantes. Luego, pasarían a ser personajes célebres por encabezar la Triple A, a comienzos de los 70. No por casualidad fueron sus principales cabecillas; eran dos tipos que reunían características personales que les permitían llevar a cabo una maniobra delictiva basada en la traición. Meterse, entonces, en una banda que mejicanea requiere no sólo ser un delincuente sino poder infiltrarse en otro grupo. Tarea, por cierto, para nada sencilla.

El caso ocurrido en Tartagal, al que se pasará revista, tiene una enorme significación en ese sentido pero con singulares particularidades.

Versión oficial

A los agentes de Drogas Peligrosas les llegó la versión que a un narco salteño le habían sacado una importante cantidad de droga. Según el mismo soplón, el hombre que habían contratado para que llevara la cocaína se habría quedado con el cargamento.

Los uniformados no sólo confirmaron esa versión, sino que confirmaron que saldrían desde General Mosconi con un cargamento de cocaína en una Chevrolet Onix. En la camioneta viajaba una pareja que al saberse perseguidos decidieron escapar hacia la localidad de Tartagal.

Desesperados, los ocupantes del auto arrojaron por la ventanilla del auto dos bolsones en los que llevaban más de dieciséis kilos de cocaína. El vehículo del detenido fue colisionado, en el acceso a la ciudad de Tartagal, por una patrulla para frenar la fuga.

Al analizarse el cargamento de cocaína decomisado se pudo observar que la droga estaba marcada con la imagen de un Delfín, logo narco que indicaría la supuesta propiedad de ese embarque de Delfín Castedo, detenido bajo la acusación de ser uno de los jefes del narcotráfico en la frontera norte.

Detuvieron a un gendarme, que estaba de licencia pero tenía puesto el uniforme para no ser atrapado por sus compañeros, y a Soledad Rodrigues, una joven de 28 años, quien se había presentado como candidata a concejal por Un Cambio de Salta. Otras cuatro personas también fueron detenidas.

La banda, según se supo, robaba carga a organizaciones narcos para posteriormente vender la sustancia en Santiago y Tucumán.

Puntas

Se sospecha que la banda tendría más integrantes y que estaría ramificada en distintas provincias del NOA, sin embargo poco y nada se conoce al respecto. Es que el hecho de que una excandidata a concejal y funcionaria judicial de Tartagal y un sargento de Gendarmería aparecieran ante la opinión pública traficando cocaína junto a una banda de civiles, conmocionó a todo el norte provincial. Y el temblor que produjo el escándalo generó temor en varios.

Una fuente de seguridad dijo por entonces que la mercancía no provenía de los mayoristas bolivianos, peruanos o colombianos, sino del mejicaneo de cocaína, es decir, del robo de la droga pública (ya secuestrada) o de los procedimientos donde no se hace constar en actas la verdadera cantidad de droga que se secuestra. Esto significa que estamos en presencia de personas que conocen a fondo tanto las bandas como los lugares por donde éstas transitan.

La cama de la policía

En los corillos policiales se escucha una versión que al principio suena descabellada pero que luego toma verosimilitud si prestamos atención a los detalles. Según esta versión el gendarme habría caído en desgracia producto de una vieja disputa entre aquella fuerza nacional y la policía. Esto se confirmaría considerando que el operativo que desbarató a la banda del sargento fue impulsado por el sector de Drogas Peligrosas de la Provincia, de la mano con la Federal.

Las tensiones entre Gendarmería y la Policía tienen varios antecedentes pero hay uno que sucedió dos años atrás que resulta significativo: una banda de narcos integrada por policías de Tartagal y civiles no sólo se escapó de Gendarmería sino que golpeó y tomó de rehén a un gendarme e incluso robó aparatos de comunicación y armas de los efectivos del Escuadrón 54. Fue un tiroteo de película. Una respuesta a ese feroz ataque sería lo que ahora sucedió.

 

*Mejicaneo

Pese a su clara raíz centroamericana, el término “mejicanear” sólo en Argentina tiene plena validez, incluso en glosarios extranjeros se lo define como un “argentinismo”.

Catálogos lexicográficos extranjeros referidos a la lengua argentina, señalan que la palabra significa, entre otras cosas, “traición”.