Alivio relativo en el oficialismo y pedidos de unificación desde la oposición marcaron el reacomodo de piezas tras el anuncio oficial de postergar las elecciones provinciales. Los frentes diagraman movimientos con las cartas sobre la mesa y en el trajín asoman nuevos cuestionamientos al sistema de voto electrónico.

En enero de este año el diario de mayor tirada nacional publicó en sus páginas un artículo titulado: «Un gobernador había pedido suspender las PASO por el Covid y ahora convoca a votar en pleno invierno». En el mismo se llamaba la atención sobre la decisión de Sáenz (a quien emplazaban en el massismo) echando mano a declaraciones de los representantes locales del Frente de Todos. Posiblemente en el entendimiento de que el desfasaje socavaría las chances de los candidatos a ambos lados de la grieta.

Si bien, los intentos por provincializar al máximo las compulsas locales han sido una constante en los últimos años, la fecha fijada trajo sorpresa incluso entre los propios. Mucho más en un momento en que se especulaba con que el aspirante del oficialismo saldría del COE o de los hospitales y no de las oficinas del Grand Bourg. Incluso a sabiendas de la compulsión de Sáenz por entramparse con los plazos (en diciembre sentenció el inicio de clases presenciales en marzo y recientemente aseguró que conseguirá un millón de vacunas en menos de 30 días) ya por entonces, se contemplaba la posibilidad de que el decreto N° 39/21 tuviera fecha abierta.

La virulencia de la segunda ola terminó por imponer lo inevitable. Mientras comerciantes, gastronómicos y propietarios de negocios expresaban su impotencia ante las restricciones, el mandatario provincial lo confirmó vía Twitter: «Desde que asumí, mi prioridad fue siempre la salud de los salteños y por ese motivo he decidido posponer las elecciones convocadas para el 4 de julio”. También sirvieron de apoyo los sermones de la iglesia católica entre los que se destacó el de un vicario de apellido Romero: “si se cierra todo, las elecciones también deben suspenderse”.

Con mayor o menor convencimiento, el arco político respondió en tándem y en una misma dirección. Hacia afuera no podía expresarse algo distinto. Los casos diarios detectados se decuplicaron desde febrero a la fecha, la ocupación de camas de terapia intensiva se triplicó y el número de pacientes con asistencia respiratoria mecánica se multiplicó por dos en el mismo período. Pero, aunque haya coincidencias en celebrar la prolongación de la campaña, también hubo cuestionamientos y hasta algún improperio lanzado al aire hacia adentro de los frentes.

A pocas horas de conocida la noticia reflotaron los pedidos de unificación, en su mayoría sostenidos en la postura del gobierno nacional expresada a través del ministro del interior Wado de Pedro. “Les hemos pedido que tratemos de unificar el calendario electoral provincial con el nacional. La única que tiene impedimento constitucional es Corrientes”, manifestó en el día de ayer el titular de la cartera al referirse a los comicios de Salta, Jujuy y Catamarca. A partir de entonces, el pedido formal de la oposición fue la unificación de los comicios o, en su defecto, la elección consensuada de una nueva fecha. Lo segundo parece mucho más probable que lo primero, aunque tampoco debería darse por hecho.

Sin grietas para unificar

El pedido nacional sirvió para que los delegados del albertismo local se anotaran unilateralmente el poroto argumentando que la suspensión del acto electoral era una demanda propia y de hace algunos meses. Más allá de las ausencias ruidosas en el cierre de listas del Frente de Todos, sus representantes no se encuentran hoy en la necesidad de instalar candidaturas, por lo que el diferimiento de la campaña no supone ventaja alguna en ese aspecto. Y aunque el sostenimiento de la segunda ola resulte imposible de prever, pocos imaginan a partir del mes de julio una campaña agresiva montada en argumentos catastrofistas de índole sanitaria.

Sea como sea, celebraron el anuncio desde el recluido Sergio Leavy hasta la aspirante a la senaduría, Pamela Aries, quien además dobló la apuesta e insistió con unificar: «Esperemos que las elecciones no sean en agosto, que apelen a la racionalidad. Que, así como se tomó una buena decisión, se puede tomar otra, solo hay que trabajar juntos».

En el extremo opuesto de la grieta respondieron casi en sintonía, aunque con matices. El olmedista Carlos Zapata consideró «medio extraño» que el gobernador haya usado Twitter para comunicar la decisión, aunque aseguró que comparte las razones. La totalidad de los partidos que integran el frente Juntos por el Cambio + apelaron a la unificación resguardándose en el justificativo sanitario. En palabras del radical Héctor Chibán, esto debería hacerse “para evitar exponer al electorado salteño a un alto e innecesario riesgo con consecuencias irreparables en la salud y la propia vida de muchas personas”.

La excepción a la mesura vino de la mano de Rubén «el Chato» Correa y el comité Capital de la UCR, quienes denunciaron en un documento público de corte orwelliano «un nuevo intento por controlar la voluntad colectiva». Ni siquiera el confeso anticuarentena Martín Grande Durand se había atrevido a tamaña definición. Por el contrario, en una de sus editoriales calificó de «afortunada» la determinación oficial, aunque recalcó que más afortunada sería si se atendiera la demanda unificadora.

Con esa definición el radialista y postulante a la cámara alta terminó de sepultar las especulaciones sobre una doble candidatura, contemplada hasta último momento por si mismo y su entorno incluso a sabiendas del desgaste que traería aparejada. Una derrota temprana le hubiera dado tiempo para aceitar el aparato propagandístico, pero con campañas separadas por apenas unos días, es otro el cantar.

Alivio oficial

En el oficialismo, la resolución gubernamental trajo cierto alivio en un contexto de cuestionamientos crecientes. Los candidatos de ambos frentes ya no tendrán que hacer malabares para explicar por qué la fase 1 del confinamiento alcanza a comerciantes, gastronómicos y autónomos, pero no impacta en el calendario electoral. Aunque, vale decir, el anuncio desacredita fuertemente a referentes como Matías Posadas que ligaron su discurso de campaña a la gestión del COE y justificaron hasta último minuto la convocatoria invernal.

Aunque nadie puede asegurar que los comicios se realizarán en un contexto de calma epidemiológica, una campaña atravesada por el debate pandémico hubiera amplificado la notoriedad de candidatos como Bernardo Biella, que apostaron a jugar por fuera del oficialismo y con chapa sanitarista. Los armadores de Gana Salta confiaban en que «el médico en su casa» le disputaría algunos votos al abogado y periodista Emiliano Durand, pero el galeno de pasado olmedista, radical, progresista y urtubeycista leyó la jugada y se anotó en otra categoría donde sus chances son claramente más palpables.

Apuntar al sistema

396 millones de pesos se desembolsará a la compañía Magic Software Argentina para que provea las máquinas de la Boleta Única Electrónica (BUE) contempladas en la normativa vigente, independientemente del día en que se celebren las elecciones. La polémica se presentaba tan apetecible que asomaron el periquete hasta los menos calificados, como el intendente de Rosario de la Frontera Gustavo Solís y el ¿jubilado? Manuel Santiago Godoy. El primero hizo una curiosa comparación entre el costo del voto electrónico y unas 800 mil dosis que, según su matemática, podrían comprarse con los mismos fondos. El que salió a cruzarlo fue el interventor de Aguaray, Adrián Zigarán, quien le recordó que en su municipio faltan $100 millones que hasta ahora nadie sabe explicar dónde están. El «indio», por su parte, opinó que “hay una idea de que si no se usa boleta electrónica no se obtiene el resultado adecuado”. No fueron pocos los que le recordaron al diputado que hace apenas dos años su opinión era contraria.

Para cortar el barullo, el secretario electoral de la Provincia, Pablo Filquenstein, explicó que Salta ya tiene en marcha los plazos electorales y que una ley local los regula. Y en caso de unificar las fechas del calendario de las nacionales con las provinciales, ambos sistemas, papel y digital, coexistirán durante el acto. De esta manera, el voto electrónico, deberá ser costeado de todos modos.

Aunque no haya definiciones sobre la nueva fecha de los comicios, aunque en apariencia todo el arco político haya celebrado la decisión y aunque la dilatación signifique más tiempo para la toma de decisiones; más de un frente se verá obligado a repensar estrategias y a diagramar movimientos con las cartas sobre la mesa.