En el saencismo consiguieron cosas que no se sabe si serán beneficiosas en el futuro. Naufraga entre un neoromerismo sometido y vapuleado, un puñado de partidos sellos de goma insignificantes y dos partidos tradicionales. Las elecciones, aunque parezca, no son un capítulo cerrado.

Era un secreto a voces que Gustavo Sáenz Stiro quería tener las listas de candidaturas confirmadas para frenar el proceso electoral de las elecciones provinciales de medio término separadas del proceso nacional.

Pero retrotraigamos los hechos. Si algo tuvo siempre claro el primer hombre de la provincia es no pegarse al destino nacional, máxime cuando quienes administran la nación forman parte de una banda heterodoxa de ese falso y cínico peronismo k.

Siempre ha luchado en no terminar preso de los esquemas de poder que lo sobrepasan, así le pasó en el 2015, cuando el Romerismo arreciaba en sus estertores, con la vuelta a la candidatura a gobernador del perenne senador nacional y le falsificaban la firma para que aceptara ser diputado provincial y él se debatía para competir por la intendencia por donde fuere y vaya uno a saber con qué otro tipo de apoyos…

En la campaña hacia su hoy gobernación del año 2019, el romerismo comenzaba a ser arrinconado, puesto que renegaba de la anarquía y la billetera de la torpeza del saenzcismo.

Nunca quiso ser un preso, ni en sus comienzos con Villita, con Miguel socios, con la necesaria distancia de Urtubey y con el romerato como un protegido de segunda clase hasta que llegó a la casa de Moldes.

En los cuatro únicos años como alcalde hizo todo lo que lo dejaron hacer, con las variables de irresponsabilidad institucional que caracterizó al urtubeycismo en sus doce años a cargo de la provincia.

Y así llegó al poder provincial, como sacándose los lazos de la otra jauría canina municipal pero también acicalando el desparpajo de la creciente torpeza y mediocridad de su tropa.

Más allá de ser un hombre con códigos y que cumple su palabra, con rasgos cada vez más ausentes en la política mediática de hoy, armó su gabinete cumpliendo con todos los sectores que lo acompañaron a llegar a la primera magistratura provincial.

Y lo sorprendió la pandemia. Una sorpresa que le vino de parabienes pues ante la ausencia de un plan de gobierno, echó mano de la burocracia creada por Urtubey en el gobierno provincial, los compromisos electorales de rigor y un gobierno de mesa chica para administrar la pobreza estructural con crecientes recursos de la provincia.

Y vino el armado para la primera prueba electoral de medio término, siempre lejos de la elección nacional, precipitando primero la suspensión de las paso local, despegándose de los comicios nacionales y aprovechando las maquinitas del vapuleado voto electrónico.

La primera sorpresa fue que cuando quiso fijar fecha electoral para este mayo/junio que termina se dio que las impresoras estaban ya alquiladas en otro país de la región y lo mismo pasará para setiembre/octubre.

Luchó siempre para no ser preso de hombre más fuerte que él y quedó preso de la sacha tecnología.

Y una imberbe oposición compuesta por un hato de ex socios y beneficiarios suyos más el recurrente radicalismo local entre pactista e intransigente en su mediocridad.