La noche del sábado pasado en la Casa de la cultura estuvimos en la presentación de otra muestra de MIAS: Nagoba y Guanako Trío hicieron la música, los visuales estuvieron a cargo de Julián Dabien y la intervención de Movimiento Mechuda en una fría pero musical noche a la que no le faltó nada. (Rodrigo España)

En cada una de las 4 esquinas de la muralla dispuesta sobre la plaza 9 de julio estaban parados dos canas cagados de frío y custodiando las imágenes de los carteles que aseguran que en Salta está todo bien, al menos según desde la perspectiva del gobierno que cercó la plaza justo cuando la protesta docente parecía recrudecer y no tuvo mejor idea que empapelar el cerco con propaganda referente a lo que consideran sus grandes logros.

Eran como las 22 y todavía podía sentirse cierta tensión por el quilombo que implicó gases, golpes, docentes, canas uniformados y de civil esa misma tarde. A media cuadra, en la Casa de la cultura, estaba por comenzar la 5ª muestra de música independiente organizada por la gente de MIAS, que para esta noche tenía a Guanako Trío y Nagoba como protagonistas.

Dos por tres

Esta es la segunda vez que ambas bandas se presentan juntas, la primera fue en abril pasado, cuando tocaron en el ahora extinto reducto cuasi mítico del submundo artístico salteño: El Pasillo. Lugar que fue armado para presentar tanto música como pintura y fotografía durante los fines de semana que duró. Aunque todavía no se sabe con certeza, por ahí la gente anda agitando una pronta reapertura a pedido del público que sábado tras sábado copaba el lugar cercano a la plaza Gurruchaga para ver tanto a cantautores locales como fusiones extrañas, una de las más recordadas fue la improvisación mística entre las bandas El transcurso en la ubre, Nagoba y demás amigotes que se colgaron durante un par de horas en una zapada extensa que duró hasta entradas horas de la madrugada.

Esta sería entonces la segunda presentación para estas dos bandas que llevaron adelante ambas noches con la misma fuerza y un sonido que dejó listos para el vino a quienes asistieron al rincón oficial de la cultura salteña.

Guanakeando

Arrancó la jornada puntual, la sala Juan Carlos Dávalos estaba medio llena y la gente seguía llegando mientras las Mechudas se preparaban para realizar su intervención en la entrada a la sala.

Buscar una definición cabal al sonido de Guanako resulta un tanto complicado, porque, al igual que los changos de Nagoba, las composiciones no se cierran en un solo estilo, sino que recorren distintos registros, lo que ahora parece ser una constante en las bandas recientes no sólo de Salta, sino en el resto del globo.

Pueden escucharse los gustos de la banda en cada una de las canciones que tocaron en casi una hora de recital, entre el metal y el funk, un dub con reminiscencias folclóricas, alguna que otra crudeza hardcore entre cambios y variaciones sonoras en medio de los temas que fueron como un repaso por los estilos más influyentes y reconocibles en la historia del rock como la conocemos ahora.

guanako - carolina vera 01

Escuchar a este trío puede resultar, para cualquier escucha de rock una grata experiencia, no se zarpan demasiado en lo que hacen pero mantienen una línea reconocible y sobre todo una predisposición al pogo que se vio truncado por el tipo de lugar en el que se realizaba la presentación. La Casa de la cultura por más que se pinte de rock termina siendo un lugar solemne como pedo de inglés, como decía un compadre escritor.

No resulta extraño que los tres integrantes de Guanako reconozcan entre sus influencias a músicos que son tanto del palo del rock como del folclore, Omar Rodriguez López, guitarrista de Mars Volta, Bosnian Rainbows y el Cuchi Leguizamón están en esta lista, además de los Aca Seca Trío, Radiohead, Zappa, Divididos, Kusturica, Dream Theater Chango Farías Gómez, Sig Ragga, Spinetta, Nirvana, Willy Crook, Yes, Satriani, Pez, Miles Davis, Soundgarden, Pelican y otros nombres importantes para todo aquel que disfrute de la música y en particular del rock. Esto, para quienes no escucharon a este trío conformado por Guillermo Espinosa (Guitarra), Gabriel Espinosa (Bajo, Vientos andinos) y Darío Balderramo (Batería), puede tal vez servir para imaginar el sonido que proponen los Guanako en las presentaciones que vienen sucediéndose con mayor frecuencia en los últimos meses.

El teatro se convirtió en una pantalla gigante en la que se reproducían imágenes acordes al estruendo de los Guanako que se mimetizaban con el fondo y entre el humo para formar una sola cosa indivisible, entre sonido y visual cerraron una presentación que dejó a todos listos para lo que se venía.

Nagobeando

Nagoba está desde hace unos tres años girando en escenarios locales y nacionales (hace no mucho estuvieron por tierras tucumanas haciendo de las suyas) con un material sólido que se repite presentación tras presentación y hace siempre placentero escucharlos en vivo, sobre todo para aquellos que disfrutamos el tipo de música que proponen.

El hecho de carecer de un vocalista para muchos puede resultar todavía algo extraño si es que asociamos un estilo de música a las formaciones tradicionales del género. Además que la guitarra-bajo de Lombardo le da un toque especial al sonido que se complementa de gran manera con la criolla usada cual eléctrica por Soler y la percusión de Soto (bata y cajón peruano) pegando justo con el viaje sonoro propuesto por los Nagoba.

El sonido estuvo impecable, algo que por suerte se va repitiendo con mayor frecuencia en las presentaciones de las bandas catalogadas como “under” en la movida local, de las cuales las dos que se presentaron el sábado forman parte sustancial. Un circuito pequeño, es cierto, pero con seguidores fieles que suman a otros seguidores a cada tocada.

Si algo es casi característico de los Nagoba es la constante experimentación con visuales y la incursión en lo que termina siendo una amalgama imposible de desligar, una especie de sinestesia en la que todos los sentidos pueden aunarse para dar como resultado uno de los tríos más prometedores y respetados de por estos lares.

El escenario estaba predispuesto de manera que diferentes bastidores circulares colgaran del techo dando una impresión de multidimensionalidad al tiempo que las imágenes se proyectaban sobre los círculos colgantes. El efecto que se generaba con la música era bastante sobrecogedor de ratos, uno podía perderse en cada círculo buscando la imagen o simplemente disfrutar del conjunto.

nagoba - carolina vera

Entonces aparecieron las tres integrantes del Movimiento Mechuda para agregar una performance a la jornada que terminó integrando imagen, sonido y movimiento. Una doble fusión, primero en la música de los Nagobas que van y vienen marcando ritmos que van desde el ambient hasta el metal; la segunda fusión fue la que se concretó con los movimientos sincopados y versátiles de las chicas en el escenario acompañando el sonido espacial que para ese momento había sumado el ronco sonido de un didjeridoo hipnótico.

mechuda - carolina vera

En ese momento la vista corría junto a las bailarinas que intervenía en todos los lugares de la sala, yendo y viniendo por los lados para después recorrer el escenario montando una escena que completaba el cuadro musical. Era el tercer trío de la noche y la cosa estaba en el punto cúlmine.

Cerraron con Frito, uno de los hits de la banda, por decirlo de alguna manera, y el público no conforme pidió una más y los changos volvieron para darle gas al último tema de la noche.

Afuera esperaba el frío y no quedaba otra que quedarse con las imágenes y sonidos de la tocada para calentar el cuerpo, salvo que alguien cayera con algún brebaje auspicioso. Los que quedamos hasta el final nos fuimos contentos por una noche que tuvo de todo. Mientras tanto los canas seguían haciendo la guardia al cerco de la plaza.

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Fotos: Ela nunes- Carolina Vera