Pese a la prohibición, se escuchó mucha pirotécnica en la ciudad.
Mucho ruido, pocas nueces. O: mucho ruido, poco control. Está claro que fracasó la ordenanza de pirotecnia sonora cero porque fue notorio el aumento de fuegos artificiales, en comparación con navidad.
Lo interesante es buscar el motivo del fracaso. Algunos apuntaron a la sociedad: somos una basura, nos importa poco y nada que los cohetes afecten a niños con autismo y a perros.
Eso puede explicar sólo una parte del problema. La otra parte fue la falta de control: el problema es que se siguieron vendiendo cohetes sonoros, cuando todos saben que están prohibidos.
Algunos aprovecharon la ocasión para disparar sus dardos contra la gestión de Bettina por este tema. Dicen que si le hubiera puesto tantas ganas, como le puso a controlar los manteros, este año Salta podría haber sido una ciudad sin heridos de pirotécnica./script>