Cynthia García dialogó con Cuarto Poder: periodismo, política, Cristina y Urtubey, fueron algunos de los temas tratados. La expanelista de 678 asegura que el macrismo empodera a lo peor del país y reclama al kirchnerismo pasar a la ofensiva. (Daniel Avalos)  

Cynthia García es una persona agradable y valiente. Lo primero se percibe en el trato mesurado y generoso con que atendió a quienes fueron a su encuentro entre el jueves y viernes de la semana pasada cuando visitó la provincia para disertar sobre el rol de los medios en la era macrista. Lo segundo porque lejos de amedrentarse ante los cuestionamientos que sufre el tipo de periodismo del que formó parte, enfatiza en la necesidad de que los medios ayuden a decodificar el discurso hegemónico que encubre y disimula intereses materiales que esos medios poseen.

Por eso la charla que mantuvo con Cuarto Poder estuvo atravesada por lo comunicacional y lo político. Y aunque algunas respuestas eran predecibles, alguna otra supuso cierta sorpresa: esta mujer que asegura que el kirchnerismo fue el mayor “intento distributivo de los últimos treinta años” se esforzó por no impugnar a un Urtubey que protagonizó un peregrinaje mediático para anunciar la muerte del kirchnerismo y celebrar incluso esa supuesta defunción.

Pero antes de llegar a ese punto que a veces parecía ser hijo de la simple prudencia y otras de cierto desconocimiento de la trayectoria política de Urtubey en salta; un buceo rápido por la naturaleza de 678 se impuso a partir de un ejemplo desmesurado que Cuarto Poder tomó como punto de partida. Recordar que en los 70 la tendencia revolucionaria del peronismo tenía en las revistas Descamisados y Noticias publicaciones que respondiendo a un mismo tronco ideológico y político, poseían objetivos distintos: la primera bajar línea a los compañeros y la segunda tratar de generar una agenda que permitiera ir al encuentro de los no convencidos. Y entonces la comparación se impuso: 678 había surgido como un programa para lograr lo segundo pero terminó hablándole al convencido “K” al que parecía querer reforzarle el razonamiento previo. Cynthia escucho con atención y el grabador empezó a registrar lo siguiente:

C.G.: Puede ser aunque estamos forzando los contextos. A mí me parece que 678 fue un programa de televisión que generó un cambio de paradigma. Así como CQC generó un cambio de paradigma en la forma de editar, 678 genero un cambio de paradigma en la visualización de lo mediático post silencio de la dictadura. Fijate que Descamisados o Noticias estaban en un contexto de represión total pero nadie hubiera discutido en ese contexto el periodismo militante. La dictadura militar que sucedió a esas publicaciones en 1976, luego la década del 90 como continuación simbólica de esa dictadura, el imperio del neoliberalismo como proyecto político – económico y la construcción de la comunicación liberal, de alguna manera deshistorizó a un sector de la sociedad que terminó creyendo que el periodismo militante no existía o que había una falsa dicotomía entre el periodismo militante y el profesional.

En ese contexto irrumpe 678 desde los medios públicos. Tiene sentido porque ningún canal del sistema de medios privado afín o no al kirchnerismo, quería que se desnudara el poder de lo mediático. Es la televisión pública la que pone esa discusión en ese lugar al amparo de la ley de medios. Sin olvidar que 678 surge con esa discusión y también con la confrontación desestabilizadora contra el gobierno de Cristina en la crisis del campo.

Después pasa por distintas etapas que incluye lo que vos planteas. Inclusive diría que tu planteo convivía en los debates dentro del mismo programa. Algunos panelistas pensaban que 678 era una herramienta política que tenía que hablarle a los propios y otros pensábamos que no nos podíamos correr de la apertura y de las reglas del periodismo. Y esas tensiones eran muy interesantes. Recuerdo algunas reuniones en donde algunos planteamos que había que abrir más debates y otros decían que no porque no querían convertirse en un programa de griterío y en donde unos se insultan con otros.

Pero primó el debate. Esa lógica se dirimió y se decidió. Lo que pasa es que no vinieron las otras partes. Porque nunca se dejó de invitar a la oposición. Lo que pasa es que el que venía pagaba un costo político muy alto porque después no lo invitaba la maquinaria mediática a la que esas figuras le pertenecían desde lo ideológico.

C.P.: Eso no quita el rol auto celebratorio que se hacía del kirchnerismo sin percatarse o no queriendo ver los límites del mismo. Un ejemplo concreto: cuando Urtubey le ganó a Romero en mayo del 2015 se celebraba el triunfo obviando las diferencias profundas entre Urtubey y el kirchnerismo.

Yo no soy la vocera de 678. Te lo aclaro porque no quiero hablar por un colectivo que no me ha empoderado para ello. En todo caso te puedo dar mis percepciones personales y me parece una crítica razonable. Y me parece que tiene que ver justamente con pedirle a un programa de televisión más de lo que un programa es: 678 no era la construcción de la dirigencia del campo nacional y popular.

Por ejemplo nosotros los panelistas no teníamos idea de los informes que íbamos a ver porque esa era la dinámica elegida desde el programa y que nosotros aceptábamos. Teníamos un temario pero había dos partes: los informes generados con total independencia por la producción, y los panelistas que a su vez éramos absolutamente independientes de los informes. Muchas veces criticamos lo que mostraban los informes.

Con respecto a Urtubey recuerdo haber venido con mi programa de Radio Nacional una semana antes de esa elección y lo entreviste. Hablamos de la pobreza, su mirada hacia Cristina o las tapas de medios que lo planteaban como urtubeista y no tanto como un miembro del Frente para la Victoria. Uno percibía las diferencias pero al lado de Romero y de Olmedo, Urtubey era como la construcción política lograda y entendiendo también que ahí había lo que ahora se nota: era parte de un sector de la dirigencia del PJ que tenía la cincha ajustada por el fiel de la balanza que era Cristina.

C.P.: ¿Cómo ves al macrismo? No hablemos de lo económico porque vamos a coincidir. Te pregunto cómo lo ves en términos políticos.  

No voy a cometer un error que ya cometí en su momento: decir que el PRO era un proyecto vecinal que no salía de la General Paz. Lo asumo como una autocrítica aunque lo dije antes de la entrega de territorialidad que le hizo la UCR a Macri. Entonces no lo subestimo de ninguna manera.

Sí me parece que este proyecto no está tensionado por la política. Es como si no le importara la política y le entrega la gobernabilidad a las corporaciones. Entonces se autogobierna la corporación judicial, la militar, la policial, la financiera y eso genera un caos. Sabemos que en esa situación los que pierden son los más vulnerables y creo que el descontento económico está siendo transitado aun por sectores de clase media que todavía avalan al gobierno.

Pero lo que más me preocupa es el contexto de violencias habilitadas e incentivadas. Cuando el presidente celebra los festejos del Bicentenario con represores desfilando, vuelve a las teorías de la “guerra sucia” o de los “dos demonios” o niega la cifra histórica de los desaparecidos, él está habilitando e incentivando violencias en todos los estratos. Es como si estuviera a la inversa del kirchnerismo: empoderando a lo peor de la Argentina.

C.P.: Personalmente miro con atención lo que pueda ocurrir en la provincia de Buenos Aires en 2017. Da la sensación que el macrismo no tiene candidatos porque sus referentes ocupan cargos ejecutivos y que Sergio Massa capitaliza los desprendimientos “K” y del peronismo ortodoxo. ¿Crees que un triunfo de Massa es factible en ese distrito? 

Es posible y creo que ese es el peligro del campo nacional y popular en términos políticos. Así como te decía que este gobierno no está pensado por lo político, Massa que es político sería una transición hacia lo político dentro de una ecuación de ajuste. Vos fíjate: hay una sesión contra el tarifazo, Massa se cansa de hacer declaraciones pero al recinto no baja para el debate. En la provincia de Buenos Aires está cogobernando. Las segundas líneas de funcionarios son del Frente Renovador.

Ahí apelo a los dirigentes del campo nacional y popular para que salgan con mucha fuerza. Esta idea de abrirles de dirigentes que hasta ayer estaban con el kirchnerismo y hoy le abren la puerta a Massa porque creen que hay que hacer un frente común que frene a Macri, me parece que no tiene buena referencia histórica. Tenemos la historia de la Alianza que fue un frente común que trató de frenar al menemismo y… ¿a dónde nos llevó?

C.P.: Y ahí viene la pregunta que se hace el kirchnerista que no tiene una militancia encuadrada en alguna fuerza ¿Cuál es el futuro de Cristina en general e incluso en esa disputa inmediata que es el 2017?    

Cristina es sin dudas la conductora del campo nacional y popular. Lo notas en la calle inorgánica y en las organizaciones, salvo las que rompieron el bloque. Sí me parece que hay que repensar -y esto es una autocrítica- que necesitamos de una segunda línea de dirigentes que muestren al kirchnerismo en un rol ofensivo. Porque estos doce años que representaron el intento más distributivo de los últimos treinta años, tienen políticas públicas para mostrar y por ende el kirchnerismo puede salir de esa actitud defensiva.

Me parece que es lo que está haciendo Cristina. Después de los primeros meses lógicos de repliegue porque comenzaba el gobierno de Macri, se está mostrando en una cantidad de actividades que la muestran en un rol de pasar a la ofensiva en todos los ámbitos, inclusive en el mediático. Allí también sigue siendo el fiel de la balanza y marca agenda cada vez que genera una actividad. Desde ese lugar creo que hay que construir una segunda línea de dirigentes que después no te voten políticas económicas de ajuste. ¿Cómo se hace eso? No sé. Supongo que hay que apelar a la cantidad de dirigentes que hay.

C.P.: ¿Cómo lo ves a Urtubey en esa disputa nacional?

Yo lo veo extorsionado. Pertenece a los sectores del PJ a los que se le soltó la cincha y se fueron a la derecha. Pero me parece que Urtubey nunca renegó de las políticas públicas del kirchnerismo. Entonces uno puede tener diferencias. Discutir esta idea de darle gobernabilidad o qué es darle gobernabilidad a Macri entendiendo que las declaraciones de una periodista son absolutamente diferentes a las declaraciones de un gobernador. Cristina, por ejemplo, dice que no se ve en un rol de oposición sino de construcción y un dirigente como Ferraresi que es el intendente de Avellaneda dice “bueno…Cristina dice eso porque no gobierna pero nosotros que gobernamos tenemos que construir una oposición”.

¿Qué quiero decir? Que las expresiones son según el rol y hay que contextualizarlo. Puedo entender el planteo de darle gobernabilidad a Macri como dice Urtubey, pero hay un mínimo que los dirigentes que provienen del peronismo no pueden avalar: por ejemplo un tercer ciclo de endeudamiento que lo van a pagar todos nuestros hijos, nuestros nietos y tres o cuatro generaciones. Entonces me gustaría que reflexionen los gobernadores que se están dejando extorsionar por este gobierno nacional.

C.P.: Noto un gran cuidado a la hora de hablar de Urtubey. Lo veo ahora con vos y lo vi hace unos meses con Guillermo Moreno cuando visitó Salta. Pareciera que desde la metrópoli le ven más chances nacionales de lo que el salteño común ve desde acá.   

No sé. Lo que pasa es que la política territorial es muy difícil y hago el análisis desde el respeto de no tener el total conocimiento de lo local. No tengo temor de decirte que a Urtubey le soltaron la cincha y se fue a la derecha. Ahora, realmente, no lo veo ni lo veía como un burócrata del PJ. Recuerdo cuando vine acá y preguntaba si la Iglesia Católica avalaba la candidatura de Urtubey, me decían que no; hablamos de la pobreza, del kirchnerismo. Entonces no es por temor.

Es como darle un changuín a un político que uno cree que no es lo peor de la provincia de Salta. Después de todo acá hay candidatos como Olmedo que son impresentables o como el propio Romero que es políticamente inaceptable. Además Urtubey ganó por el Frente para la Victoria con un 54%, entonces también es un respeto a ese voto. Pero con un claro llamado de atención desde mi referencia comunicacional a decir que no se puede dejar de mirar a la gente que te votó y no se puede avalar políticas de ajuste.

C.P.: ¿Qué es el cerco mediático que venís denunciando a nivel nacional?

Callar las voces que quieren dar cuenta de estos tiempos. Hoy dirijo una plataforma de comunicación que llega a más de 6 millones de personas por mes y no hablamos sólo del tarifazo, no mostramos sólo el ruidazo. Hablamos de los presos políticos que hay en Jujuy, militamos por la libertad de Milagro Sala porque nos parece que Jujuy es un tubo de ensayo, salimos en vivo desde las movilizaciones que se oponen a la prisión domiciliaria del represor Etchecolaz. En definitiva, ejercemos un periodismo que da testimonio de estos tiempos de habilitación de violencia y con parámetros con un claro margen de respuestas a la clase trabajadora.

Ese ejercicio no está habilitado por el sistema de medios que es funcional a este gobierno. Entonces vamos a seguir investigando, denunciando y generando incidencia porque tenemos un claro margen de representación. Estamos dando una disputa por la agenda que la maquinaria mediática, comunicacional y política no tolera porque es un sistema que anula planteos sobre el rol político de los periodistas, quiere volver a una híper concentración, a una deshistorización y a un discurso neoliberal donde todo es presente y felicidad. El problema es que la prepotencia de la realidad los va desenmascarando y para tapar ello precisan un cerco mediático.