La reciente noticia sobre la tentativa de homicidio de un menor en Orán nos obliga a confrontar la dolorosa realidad de la violencia entre los jóvenes, una realidad que persiste y nos obliga a reflexionar como sociedad.

El pasado sábado, en medio de una pelea en la vía pública, un adolescente resultó gravemente herido en el abdomen con un arma blanca. Este trágico incidente, que tuvo lugar en el barrio 402 Viviendas de Orán, nos recuerda que la violencia no conoce límites, afectando incluso a los más jóvenes de nuestra comunidad.

La Fiscalía Penal de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas de Orán ha informado la detención e imputación de un joven de 18 años como presunto autor de la tentativa de homicidio simple en perjuicio del  adolescente de 15 años. Mientras el agresor enfrenta la justicia, el joven herido lucha por su vida en un hospital local, su pronóstico es reservado.

Este no es un incidente aislado. Desgraciadamente, la violencia entre los jóvenes no es nueva en nuestra sociedad. Nos vemos obligados a recordar la trágica muerte de Tomás Tello en Santa Teresita y tantos otros casos similares que han dejado a comunidades enteras enlutadas.

La pregunta que surge es inevitable: ¿por qué persiste la violencia entre nuestros jóvenes? ¿Qué falla en nuestro tejido social que permite que estos eventos ocurran con demasiada frecuencia? Estas son preguntas difíciles que requieren respuestas honestas y acciones significativas.

La sociedad, los padres, las instituciones educativas y las autoridades tienen un papel crucial en abordar esta problemática.