Baphobit es una banda atípica para estas latitudes: un dúo de guitarra y bata que rinde homenaje tanto al ocultismo como a los videojuegos en una atmósfera musical que mete ruido. Conversamos con ellos acerca de música, la movida local y las vicisitudes del under salteño. (R.E.)

Noche de miércoles, afuera de un bar con tintes alemanes de la calle Belgrano esperan Javi Brokowski y Lucas Toole. Cuando entramos lo primero que notan es el gran cráneo cornudo colgado en la pared. El resto del local tiene fotografías de paisajes germanos de hace muchos años y otros aditamentos típicos de un bar/comedor. Hay olor a frito y pedimos una cerveza que viene con maní y papas fritas extremadamente saladas.

Baphomet y muchos bits

Lucas toca la bata y aprendió a hacerlo en Aguaray, donde vivía hasta hace unos 4 años cuando se vino para Capital. Ahí fue a unas cuantas clases en una sala ubicada al lado de la iglesia Santa Teresita, y también participó de una banda que hacía una especie de country ambientalista, después pasó por otras de blues y punk para derivar en el doom, que es lo que ahora dice seguir con oído de perro. Mientras que Javi se la rebusca en las 6 cuerdas y los dos pedales (fuzz y overdrive), cuando era más chango y estaba de moda el estilo Perro Ciego, pasó por bandas de hardcore oldschool y metal. De esta mezcla bastante extraña, a la que habrá que sumarle una buena dosis de videojuegos, ocultismo y bizarría icónica de internet, sale lo que ahora es BaphoBit.

Ni bien servimos el primer vaso comienzan a contar que hace dos años los invitaron a la Feria salteña por excelencia (?) para “tocar en el escenario principal y yo tenía que armar una banda urgente, entonces lo llamo a Lucas con el que había tocado una vuelta en una banda que tenía y me gustó cómo tocaba; le pregunté si quería armar algo y a ver si llegábamos porque estábamos a dos semanas de la Ferinoa y al final terminamos tocando ahí una hora”, cuenta Javi y Lucas agrega: : “fue muy loca esa fecha, porque no tocamos en el escenario principal, pero tocamos con la gente de una agrupación que promovía actividades de ciclismo e hicieron unas rampas para que vayan los skaters y bikers y tocamos ahí. Luego se nos acercaban los pibes a preguntarnos si teníamos discos o algo grabado y… eran dos semanas de hacer lo que se podía (risas)”.

La formación de los BaphoBit es extraña, dos vagos al frente de los instrumentos no es algo que se escuche muy a menudo por estos lares, mucho menos con la potencia que tienen estos dos changos en vivo; y la elección no fue azarosa, por más que el relato del inicio de la banda pueda sonar a todo lo contrario: “Confiaba en él porque me parecía que era suficiente; yo no sabía tocar la guitarra y no tenía la más pálida idea, era un quilombo. Él toca zarpado, yo hasta el día de hoy hay cosas en las que me quedo en banda, pero por la ausencia de otros instrumentos saqué eso de que cuando menos cosas tenés, más te la ingeniás. Entonces de ahí es como que de a dos nos dimos cuenta que nos la bancábamos”, cuenta Javi y después agrega una parte un poco más romántica: “Con Lucas somos como un yin y un yang. Es como que el loco es más tranquilo, es vegetariano y yo soy todo lo contrario. Es un balance que está bueno para la creatividad y mantenerte porque vos viste cómo son esas cosas, si hay uno que está re-pasado y no tiene al lado alguien que le muestre la realidad, estás recagado. Así se arruinan las bandas. Con Lucas siento una química que no la comparto con nadie. Es que me gusta porque nos vemos a los ojos y es como que estamos enamorados (ahhh!). La banda es una novia. Es así, en este caso un novio y está todo bien. Tres, para mí, es un bardo y cinco es un bajón: ‘vas a llegar temprano loco’, ‘eh, loco, vas a venir a ensayar?’ ‘no puedo, tengo que hacer tal cosa’, culiao!”.

Componiendo el sonido

En la cuenta que tienen en Soundcloud, esa tremenda plataforma donde se mueven miles y miles de sonidos alrededor del mundo, pueden escucharse cinco temas que grabaron como una especie de EP de difusión en el estudio Eco, ubicado en Vaqueros. Y en cuanto a lo que implica componer para los temas, parece que los changos no tienen un método muy estricto, sino que más bien se van nutriendo de los distintos estímulos que los llevan a conjugar lo que los rodea en ese sonido crudo que puede escucharse tanto en vivo como en estudio o alguno de los videos que grabaron hace poco con la gente de Derrumbe TV.

“Tenemos momentos de creatividad, por ahí pasa un montón de tiempo y como que hay un clic y salen muchas cosas seguidas; es muy adrenalínico porque los temas no se parecen el uno al otro. Él trata de ser prolijo y cambiante con los ritmos, cosa que no sea pesado escuchar lo mismo, queremos que sea fresco y que nos guste. La música la hacemos pensado en que nos vamos a cagar de risa un rato y lo vamos a disfrutar”, cuenta Javi, que además tira un par de guías para entender el proceso creativo que los lleva a componer: “Vamos haciendo zapadas y generalmente cuando estoy tocando se me van ocurriendo canciones, y son cosas que orientadas a las que estamos sintiendo o están relacionadas a eso, como por ejemplo el tema Creeper que trata sobre videojuegos o Burn es sobre quemar cosas (otra cosa que nos gusta)o Forest sobre el diablo”, a lo que Lucas retruca: “en ese momento estábamos jugando al Minecraft, nos pusimos a jugar un día y nos amanecimos viciando y quedó ahí. Se trata sobre eso”. La voz vuelve a Javi que dice: “Ahora por ahí tenemos charlas de boludeces. El otro día, por ejemplo, estábamos hablando de videojuegos y sale esto de un personaje que se llama 13horasdevoodoo y esos nombres relargos que se ponen los locos y tiramos un tema que trata sobre eso en una zapada…”, a los que Lucas completa: “… sí, a veces los temas, los nombres, todo sale de alguna pelotudez, de algún chiste, de algo que causa gracia, pero puede tener una historia detrás de eso. Es como un humor absurdo”.

Escucho y luego sueno

Pensar que las escuchas de los músicos pueden influenciar la forma en la que interpretan sus instrumentos o se presentan frente al público puede ser una guía para comprender un poco más el sonido de tal o cual banda, pero al parecer no tanto en el caso de los BaphoBit, si es que pensamos en lo que nos cuenta Javi: “Estoy escuchando como un pop indie medio lo-fi, con el sonido medio sucio de bandas desconocidas, me gusta lo que hace esta discográfica Burguer Records. Anduve escuchando esas bandas. Aunque en particular siento que lo que estamos haciendo no concuerda mucho con lo que uno está escuchando en el momento. Yo soy de escuchar bandas medio tranquilas y por ahí nosotros hacemos cosas más pesadas.  Es como el sonido que se te mezcló de toda la vida, aunque los sonidos que a mí me gustan no los podría hacer porque no soy buen violero. No sé ni cómo se llaman las notas”, medio en broma, medio en serio luego agrega: “ahora en lo musical creo que el sonido se está volviendo más profesional, estamos metiendo más arreglos, más cortes, sonidos diferentes. Ahora están saliendo temas más largos y siento que estamos creciendo”.

Lucas, que no toma birra pero le entra al maní y las papas, dice: “En lo que es la banda el sonido de la bata es bien stoner, los cortes por ahí son medio jazzeros. Por ejemplo a mí me gusta mucho Mastodon, y sus cortes son… y últimamente estoy escuchando mucho metal progresivo, djent, viste ese nuevo género, y mucha onda ambiental. Pero también mucho stoner, por ejmplo Kyuss siempre está presente”.

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Under y tocadas

Si bien los BaphoBit no son una banda masiva en la movida local, sí tienen un público que los sigue; y eso en parte porque ya tocaron en varios reductos que con el tiempo se han convertido en los únicos lugares en los que una banda como ésta puede meter sonidos y ruidos. Entre las más recordadas por ellos, nos cuentan una noche en el ya extinto y mítico lugar de la zona oeste del macrocentro salteño. Para Lucas esa noche en El Pasillo “el sonido era muy bueno. Sin amplificar la bata, sonaba genial”, mientras que Javi se acuerda de un par de detalles extra: “Había una banda de jipis, yo estaba asustado. Pensaba que iban a usar la batería, y los veo con un cajón y luego cuando subimos les digo, acá vamos a hacer ruido, no sé si les va a gustar… y empezamos ahí apenas apreté el pedal que es ruidoso y les gustó. Estuvo bueno”, luego se acuerda que “otra vuelta en el mismo lugar ni llegamos a tocar, porque nos pedían que lo hagamos despacio, por los vecinos. Estábamos probando sonido y la vecina nos comenzó a tirar libros y nos decía: ‘dejen de joder porque les tiro aceite hirviendo’. Así que agarramos las cosas y nos fuimos”.

Luego continúa con una reflexión: “Es difícil el under y más acá en el norte, porque es medio cabeza en cuanto a que si no sos de un estilo no la vas a pegar y si no sos popular, olvidate. Es complicado que alguien venga y te diga: che, está bueno; mucho más en un estilo como el que hacemos nosotros que desencaja con lo que vienen haciendo otras bandas y es como raro que te busquen para decirte toquen con nosotros”.

Este sábado los vagos tocan en Tucumán, invitados por algunas bandas de allá que esperan traer en algún momento para este lado. Mientras el público se sume, todo puede ser mejor, o tal vez eso no importe demasiado, como dice Javi: “Nosotros estamos de la nada y la peleamos con la misma idea. A mí me basta con que venga un loco luego de una fecha y me diga ‘tuvo bueno’, eso me vuelve feliz y sé que voy a seguir haciendo lo mismo”.