Y, sí, el Bello Otero, como le dice Jorge Asís a Urtubey, nos tomó a todos por boludos. No sólo se hace trampas en el solitario, nos trampea a todos. En su momento, año 2008, y emulándolo al que en ese entonces era su líder, Nestor Carlos Kirchner, produjo un decreto autolimitándose en sus facultades para designar a los jueces de la Corte de Justicia cuando en ésta se produjera una vacante. Kirchner lo había hecho en el año 2003, con el decreto nacional N° 222/03.
Fue tal la falta de imaginación de los muchachos de acá que copiaron casi textualmente el artículo 4° del decreto nacional, el que dice: “Art. 4° — Establécese que, producida una vacante en la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION, en un plazo máximo de TREINTA (30) días, se publicará en el Boletín Oficial y en por lo menos DOS (2) diarios de circulación nacional, durante TRES (3) días, el nombre y los antecedentes curriculares de la o las personas que se encuentren en consideración para la cobertura de la vacancia. En simultáneo con tal publicación se difundirá en la página oficial de la red informática del MINISTERIO DE JUSTICIA, SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS”.
Lo mismo dice el artículo 4° del Decreto provincial n° 617/08, es decir que RECIÉN PRODUCIDA LA VACANTE SE INICIA EL TRÁMITE DE LAS CORRESPONDIENTES PUBLICACIONES PARA DAR LUGAR A LAS PERTINENTES OBSERVACIONES.
Sin esperar que se produzcan las vacantes, el Gobernador dio comienzo al trámite de reemplazo de Catalano y Samsón, por Catalano y Samsón. Efectivamente, imaginación no sobra.
A ambos magistrados se les vence el mandato en noviembre y diciembre próximos, pero por decisión del gobernador, como decíamos, se elevaron ambas propuestas para darles continuidad en la Corte de Justicia de Salta, pero se olvidaron de un detalle. Siempre hay un detalle que falla, hasta en los grandes crímenes: Las vacantes no están, de modo que el procedimiento no puede dar inicio hasta que éstas se produzcan.
A Samson el mandato vigente le expira el 29 de noviembre, mientras que a Catalano el 3 de diciembre.
Sin embargo, en la sesión especial, el Senado provincial, por mayoría, aprobó el dictamen de la Comisión de Justicia, Acuerdos y Designaciones, que aconsejó prestar acuerdo a los pliegos remitidos por el Ejecutivo. No sólo eso. El propio presidente de la Comisión aludida, Jorge Soto, sacando cuerpo, anunció como una clarinada que se había cumplido cabalmente con el procedimiento.
Y, no, Soto, no se cumplió con el procedimiento. Con lo único con que se cumplió es con las órdenes de su patrón. Del Bello Otero.
Con una observación: ustedes, los senadores provinciales, no están para cumplir las órdenes del Gobernador sino para dar un control calificado a determinados actos de éste, entre ellos, los nombramientos de los jueces, mucho más cuando se trata de los Jueces de la Corte de Justicia. Caso contrario no se justifica la existencia del Senado. Ya todo Gobernador tiene, gratis, demasiados alcahuetes. Me pueden explicar qué utilidad tienen aquellos que además son pagos? Sabe la guita que nos ahorraríamos los sufridos ciudadanos, que los bancamos con nuestros impuestos, si pudiéramos prescindir de los alcahuetes remunerados? Piénselo, Soto. Así como todos los diputados y senadores que no controlan al Poder Ejecutivo. Esa es una de sus principales funciones. Piénsenlo.
Así como lo tienen que pensar, también, todos los candidatos a Gobernador de la provincia que se postulan para las próximas elecciones provinciales. No se trata de que a cada uno de ustedes le caliente o no personalmente que le designen los jueces de Corte que los van a acompañar en los próximos cuatro años. De lo que se trata es de que ya, antes de asumir, están resignando facultades que les corresponden. Y el pueblo que cree en ustedes no quiere ese renuncio. Hay que actuar con la necesaria prestancia institucional aún antes inclusive de ser elegido. Se trata de magistraturas modélicas, ejemplares, a las que ustedes aspiran. En esa sintonía tienen que actuar.
Las democracias mueren por implosión. Así como Perón decía que las instituciones, como los pescados, comienzan a pudrirse por la cabeza, las democracias mueren por ausencia de comportamientos modélicos. Hasta hay un libro, titulado precisamente “Cómo mueren las democracias” en el que se cuestiona la abdicación de las responsabilidades políticas. Mucho más cuando éstas tienen trascendencia institucional. Ustedes, postulantes a la gobernación, no pueden ni deben abdicar de esas responsabilidades.
Mientras tanto, al que está en ejercicio le decimos, junto con ese librito citado. Hay dos prerrequisitos para la sobrevivencia democrática: la tolerancia mutua, o el acuerdo de los partidos rivales a aceptarse como adversarios políticos. Obviamente que sin borocotizar militantes ajenos. Y la otra es, escuchá bien Bello Otero: la contención, o la idea de que los políticos deben moderarse a la hora de desplegar sus prerrogativas institucionales. Es decir que, por una cuestión de respeto, nunca deben llegar al límite con esas prerrogativas. Mucho menos, en consecuencia, cuando estas ni siquiera existen por no haberse producido la condición de su nacimiento. En este caso concreto, las benditas vacancias.