Gerardo Werchow cumplió 40 años y decidió festejar con una vasectomía. Es Licenciado en Administración y está casado con Barbi Tarcic, profesora y cineasta de la que se declara fan y con la que, hace ocho años, fundaron una familia ensamblada, con una hija de Barbi (de dieciséis años), dos hijos de él (de catorce y doce años) y juntos tuvieron dos hijos más de seis y un año. Ella tiene trombofilia y contraindicación para usar anticonceptivos. Gerardo preguntaba por la vasectomía pero los médicos lo despachaban. Hasta que logró acceder a la operación en el Hospital Público “Néstor Kirchner”, de Tucumán. Si las estadísticas se mantienen, como en el 2016, Gerardo sería el único tucumano en disfrutar del sexo sin el riesgo de una paternidad no buscada a través de un método anticonceptivo masculino (más allá del preservativo), según el registro del Programa provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable.

¿Qué pasa para que solo haya una aguja en el pajar? Tucumán no es un caso (un caso realmente) aislado. En la Ciudad de Buenos Aires se realizaron menos de 15 vasectomías y 1300 ligaduras tubarias en el 2016. Sin duda, si hay que cuidarse, colocarse un DIU, entrar a un quirófano, darse inyecciones, hacerse estudios o tomar pastillas, son las mujeres las que abren las piernas o la boca. La oferta anticonceptiva no es similar para mujeres y varones. Pero cuando la hay no se usa.

La Ley Nacional 26.130 de Contracepción Quirúrgica, sancionada en el año 2006, garantizó el derecho a la ligadura tubaria y a la vasectomía de manera gratuita para todas las personas mayores de 18 años, con solo firmar un consentimiento informado. La vasectomía es una posibilidad que, sin embargo, no se ofrece ni se pide. Por un lado, sin dudas, el machismo le cierra la puerta a la responsabilidad de cuidarse en cuerpo propio. Pero, la oferta del Estado es baja e insuficiente mientras los profesionales de la salud (principalmente urólogos) que deberían promoverla o esquivan el compromiso en salud sexual y reproductiva o no están suficientemente sensibilizados y no hay capacitaciones masivas.

Fabián Portnoy, Responsable de la Coordinación Salud Sexual, Sida e ITS del Ministerio de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires apunta: “A partir de la ley que universalizó el derecho de los varones al acceso a realizarse una vasectomía tan solo expresando su decisión se esperaba que la demanda se incremente sensiblemente. Esto no sucedió, fundamentalmente, por el escaso ofrecimiento de esta práctica de parte de los servicios de salud. Pero sí hay hospitales que dan acceso como el Penna (con vasectomías sin bisturí), el Ramos Mejía, el Rivadavia, el Alvarez y el Zubizarreta”.

Solo hay 97 varones que, como Gerardo, decidieron ser portadores de la anticoncepción de la pareja durante 2016, según el área de monitoreo y evaluación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, con datos de catorce provincias (por falta de información de los restantes trece territorios reacios hasta a informar). En cambio, 12.976 mujeres se practicaron una ligadura tubaria, la intervención gemela que demuestra la inequidad sexual y real entre varones y mujeres en Argentina. “La anticoncepción quirúrgica, especialmente la vasectomía, es una línea que viene desarrollando el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable con capacitaciones y material comunicacional destinado a la población y al equipo de salud”, respalda Silvia Oizerovich, Coordinadora del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, la existencia del derecho.

La antropóloga Monica Oppezzi y especialista en género, salud y masculinidades describe las formas en que se manifiestan las resistencias de los varones: “Desconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos; machismo expresado, por ejemplo, en la idea que con la vasectomía perderán potencia sexual, que tendrán problemas para la erección y para ejercer una sexualidad placentera y prejuicios religiosos”. Pero también ella señala las acciones u omisiones con las que el sistema de salud le cierra la puerta a los muchachos como “las escasas o nulas campañas; las reticencias por parte de los urólogos y cirujanos/as a realizarlas”. Y, por supuesto, la asignación a la esposa de la responsabilidad de no embarazarse.

En la Maternidad Estela de Carlotto, de Moreno, se hizo una experiencia de capacitación con el urólogo Jesús de Predro (que había viajado a México en el 2015 para aprender la técnica de vasectomía sin bisturí) y se realizaron 24 intervenciones en todo el 2016. “Quedaron 44 pacientes en lista de espera y queremos reflotar la experiencia. Hay muchos más varones dispuestos a hacerlo y a tomar la iniciativa”, subraya el ginecólogo Eduardo Daniel Fernández, Director Ejecutivo de la Maternidad Estela de Carlotto.

La psicóloga Carlota Ramirez, ex Coordinadora de Capacitación del Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación  impulsó un proceso de capacitación en vasectomía sin bisturí con la inclusión de personas trans que también accedieron a vasectomías hace dos años. Ella resalta que con el método sin bisturí, se pueden ir los prejuicios (y los riesgos de embarazos no buscados), en solo quince minutos, sin sutura, ni quirófano y con solo una pinza y una tijera. “La ligadura de trompas es mucho más compleja que una vasectomía”, enfatiza.

“Estoy muy contento con mi decisión”, subraya Gerardo que hizo pública su intervención en un posteo de Facebook con el título “Poner el cuerpo”. “Me desconecté los huevos, como me dijo un amigo. Hace más de un año que venía con la idea en la cabeza pero no se daba por que estaba mal informado y pésimamente asesorado por los médicos de mi obra social. Ya tengo cuatro hijos y doy por cerrada la fábrica pero con la diferencia que esta vez no le voy a pedir a mi compañera que se cuide por mí. Si bien la decisión estuvo charlada y acordada en pareja considero justo que si yo soy fértil todos los días del año y ella solo tres o cuatro días al mes el que tenga que cuidarse sea yo”, graficó.

Fuente: Pagina 12. Por Luciana Peker