Orán es como una olla a presión con un diablo adentro, en cualquier momento estalla y se suelta un infierno en el que nada será encantador. Ahora, como quien apunta para otro lado y luego sale corriendo, en una reunión de intendentes llegaron a la conclusión de que lo mejor es combatir circo con circo: se vienen los corsos de invierno.
Así lo informó la periodista Silvana Brezina, luego de la marcha en reclamo por una mejor convivencia y para que sus gobernantes dejen de hacer negociados estrafalarios con el dinero de la gente y se disponga lo que corresponde para salud, se deje de reprimir a los vecinos, se trabaje para erradicar el narcotráfico (el verdadero narcotráfico, no aquel que maneja kilos, sino el que mueve toneladas de merca) y no se sigan asesinando a inocentes. Si de inseguridad se habla, la primer señal de ella la da u gobierno al que parece importarle muy poco lo que le pase a la comunidad mientras ellos tengan asegurado el curro por otra gestión.
Habría sido una reunión en la casa del intendente de Pichanal, Julio Jalit, quien ofreció el rancho para que los demás intendentes oranenses se pongan de acuerdo porque la cosa está que arde en la zona, luego de pensar y pensar, como si fuese un capítulo de los Simpson se les ocurrió la idea más bizarra: darle para adelante con los Corsos de invierno.
Esta y no otra parece ser la respuesta de los gobernantes en un departamento que parece una joda por cómo está siendo administrado: muertes, desalojos, pobreza, falta de salud, educación, desnutrición, violencia, narcotráfico y un largo etcétera que indica a este no como un tiempo de fiesta, sino de replanteo y modificaciones urgentes