En una misiva enviada a los medios de comunicación, el titular de Inadi en Salta Alvaro Ulloa, intenta desasnar al neomachista diputado Andrés Suriani en su negación sobre la existencia de la violencia de género.

El avance de la igualdad genera un rearme del machismo, y un sector de opinión entre los que se encuentra Andrés Suriani, niega la gravedad de las agresiones sexistas y coloca a los hombres como víctimas.

En la siguiente carta abierta, el titular del Inadi Salta intenta hacer reflexionar al legislador de Cambiemos sobre su ignorancia. Ya hace tiempo cruzó a Suriani por referirse a la ideología de género como «un nuevo flagelo».

Salta siglo XIX .

Hoy recibí un video por Whatsapp donde el Diputado Suriani en una entrevista negaba la existencia de violencia de género y en cambio la caracterizaba como violencia intrafamiliar, es decir casi una discusión de iguales dentro de un matrimonio.

El problema de su argumentación es que en el siglo XX se empezó a estudiar y poner en blanco sobre negro que esta relación conyugal lamentablemente en millones de hogares en el mundo y miles dentro de Salta no es una relación de iguales, sino que está cruzada por desigualdades históricas.

Algunos datos para darle cuerpo a la diferencia podrían ser que recién en 1947 las mujeres pudieron votar, que durante años no dispusieron de sus bienes debiendo estos ser administrados por su marido, que el ingreso salarial de las mujeres tomando datos de este siglo está un dieciséis por ciento más abajo que el del varón, que él trabajo de cuidados en el hogar de una pareja cuyos dos integrantes trabajan es de dos horas diarias en el varón y casi seis horas en la mujer, que Salta por ejemplo nunca tuvo una gobernadora, que hizo falta un fallo muy reciente de la corte suprema de la Nación para que las mujeres puedan acceder a trabajar como choferes de colectivo, que en el mismo estado provincial seguimos pagando un adicional por cónyuge al varón pero no a la mujer y el peor de todos, que por año en Salta hay más de dieciséis mil denuncias de violencia física y los datos ciertos, estadísticos y verificables señalan que un noventa y ocho por ciento de las víctimas son mujeres o niños.

El verdadero problema es que lo opuesto a la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad y esta desigualdad en las relaciones de pareja en muchos casos se mantiene.
Se es desigual cuando uno maneja la plata y el otro debe pedirla por más que los dos trabajen, se es desigual cuando uno trabaja dos horas en su casa y se sienta a descansar esperando la comida mientras ve su programa favorito y es natural que la otra sigue trabajando para lavar, cocinar y planchar y de paso atender a los chicos que están gritando y no se escucha la tele.

Y sobre todas las cosas y el que más duele cuando uno de los miembros de la pareja entiende que los problemas que trae del trabajo, de la calle, de su jefe o de su propia cobardía se descargan pegando en la casa.
Me cuesta pensar una situación de mayor dolor que tener miedo en tu casa, siempre pensé el hogar como el santuario, el lugar donde se podía descansar y compartir en paz, sin gritos, sin humillaciones y sin golpes.

El negacionismo del diputado frente a esta tipología legal de la violencia de género simplificándolo a una discusión marital entre iguales le baja el precio al calvario que sufren miles de mujeres en nuestra provincia, a veces denunciables a veces escondidas por vergüenza y otras por terror a las represalias.

Diputado lo he escuchado militar a favor de la educación religiosa y pedir que no saquemos a Dios de nuestras escuelas y siempre pensé que este estaba en nuestro interior y en nuestra fe y no era una imposición a enseñar como materia independientemente del credo que cada uno profese, lo he visto militar contra el aborto y pese a que yo tengo una postura distinta he respetado su mirada que también supo ser la mía y que modifiqué esperando que una chica que está determinada a pasar por esa instancia encuentre un ambiente legal y seguro donde efectuarlo y que no termine en una carnicería casera, lo he visto rechazar la Educación Sexual Integral en una provincia con más del veinte por ciento de embarazos adolescentes y miles de niños abusados y callados al no saber que hacer, lo he visto negar la posibilidad de capacitación de los empleados públicos en violencia de género votando en contra de la ley Micaela.

Pero ahora lo veo negando una realidad que le duele a miles de mujeres en nuestra provincia y generando una suerte de complicidad con los violentos, esa complicidad que reduce un delito muy grave a una discusión familiar que por ser un ámbito íntimo no merece intervención pública de oficio ni trae aparejada agravantes.
No se reducen estas cifras educando varones más caballerosos ni mujeres más femeninas como usted sugiere, se empieza a reducir cuando reconocemos estos problemas llamándolos por su nombre y encontramos de todo el arco dirigencial una condena firme, sin vacilaciones ni medias tintas.

Como usted estoy afiliado a uno de los partidos que conforman CAMBIEMOS y lo hice convencido que era un espacio del siglo XXI, donde se respeta y promueve la diversidad y la inclusión y que lucha para que los más vulnerables encuentren su lugar.
Escuchar de uno de sus representantes esta argumentación me exige como dirigente político aclarar que somos muchos los hombres y mujeres que queremos que Salta se modernice, que sus valores sigan siendo el esfuerzo, la honestidad y la solidaridad pero no el machismo.

Sin otro particular saludo a ustedes muy atentamente.
Alvaro Ulloa