Traerán más de 40 barcos con gas para enfrentar la crisis energética en el país. Se suman a las compras a Chile y Bolivia, que entran por ductos; argumentan que es más barato que el gasoil.
El Gobierno está dispuesto a comprar todo el gas posible fuera del país para intentar morigerar los posibles efectos de la crisis energética sobre los hogares, consumidores de gas natural comprimido (GNC) y empresas en el invierno, la temporada más crítica del año con respecto al suministro de ese insumo.
La planificación de Enarsa, la empresa estatal de energía, así lo indica. Según los documentos que vio LA NACION, la compañía espera recibir más de 40 barcos de GNL (gas natural licuado) entre junio y septiembre próximos en las terminales portuarias de Escobar y de Bahía Blanca, para atender las urgencias del invierno. Es una práctica que comenzó en el kirchnerismo, pero continuará e incluso puede profundizarse en el gobierno de Mauricio Macri.
La operación es relativamente compleja: implica comprarle el producto a un comercializador que lo trae de ultramar por barco en estado líquido (Nigeria y Trinidad y Tobago son países habituales vendedores de gas licuado), llega a las costas argentinas, pasa por una terminal de regasificación y se inyecta al sistema de gasoductos en su estado original.
Enarsa ya definió la compra de 25 cargamentos, una operación que hace YPF por cuenta y orden de la compañía. Algunos de los principales proveedores son la brasileña Petrobras, la rusa Gazprom y la británica BP. La empresa espera sumar al menos otros 11 barcos. Todos llegarán a las costas argentinas entre el 3 de junio y el 31 de agosto. Luego continuarán las compras, y se espera que superen holgadamente los 40 barcos.
Hoy, el país paga US$ 6,80 el millón de BTU (unidad de medida internacional) por el gas que llega a Escobar y US$ 5,70 por el que ingresa en Bahía Blanca (sus instalaciones tienen capacidad para recibir buques más grandes). A diferencia de lo que ocurrió en años anteriores, el Gobierno considera que es un momento oportuno para aumentar las importaciones debido a que, por la caída del precio internacional de los hidrocarburos, el valor del gas en el mundo es más bajo. En algunos casos, incluso está por debajo de lo que cuesta el insumo de producción local.
Tras el último aumento del gas que decidió el Gobierno, un usuario residencial de alta demanda abonará hasta US$ 7,70 por millón de BTU en los casos más onerosos.
Además de los canales habituales de importación de gas, el Ministerio de Energía, a cargo de Juan José Aranguren, sumó como proveedor a Chile, que también compra gas por barco, pero tiene capacidad para procesar un volumen superior al que necesita.
Desde el otro lado de la cordillera de los Andes llegará gas a US$ 6,9 el millón de BTU, al menos en una primera etapa. Fue el resultado de una gestión apurada. El 21 de abril la compañía Engie, subsidiaria de Suez y operadora de la planta Mejillones, en el norte de aquel país, le presentó una oferta con ese precio a Hugo Balboa, presidente de Enarsa, con validez hasta las 11 del día siguiente. El ejecutivo obtuvo el visto bueno de Aranguren y confirmó la compra, por lo que el gas llegará en el invierno a razón de un millón de metros cúbicos diarios por esa vía.
En paralelo, Enarsa negocia con la chilena ENAP, con participación en la planta de Quinteros, otro contrato. «Estimamos que por el aumento del crudo el precio podría subir en las próximas semanas a unos 7,20 dólares el millón de BTU», explicó Balboa a LA NACION.
En cambio, el gas que se compra desde Bolivia cuesta hoy US$ 3,10 el millón de BTU. Aunque aumentará en los próximos meses, seguirá siendo el producto más barato que entra en el país.
La Argentina importa hoy a razón de 16 millones de metros cúbicos diarios desde ese país. No compra más porque Bolivia no está en condiciones de suministrar un volumen mayor.
El Gobierno considera que la compra de gas en el exterior, que en años anteriores agudizó la escasez de dólares, este año colaborará para revertir la salida de divisas. «Cammesa [la compañía administradora del mercado eléctrico] necesitaba 900.000 metros cúbicos de gasoil para abastecer a las centrales térmicas en el invierno. Eso cuesta US$ 319 millones. Con las importaciones adicionales de gas redujimos las necesidades a 500.000 metros cúbicos, con un ahorro de US$ 46,3 millones», resumió Balboa. Por su parte, Aranguren lo justificó el viernes: «Nuestra obligación es tratar de hacerle la vida más fácil a la gente y que haya disponibilidad de producto cuando se necesita, que cuando se acerca el invierno haya gas. Por eso tenemos que tratar de conseguir ese producto de la mayor cantidad de fuentes posible», explicó.
Fuente: La Nación