La UNSa deberá aguardar hasta el 27 de abril para conocer a sus nuevas autoridades, el empate técnico entre Buliubasich-Moreno y Fernández Fernández-Sham se dirimirá en una segunda vuelta. La diferencia fue ínfima, menos de un punto. (Franco Hessling)

La universidad era un hervidero de sucuchos, en todos se especulaba por los resultados. Asomaban las diez de la noche de ayer y se conoció, de manera oficial, una tendencia irreversible: empate técnico. Con poco más del 85% de las mesas escrutadas, la lista Compromiso Académico y Social, compuesta por Antonio Fernández Fernández, aventajaba a Universidad Futura, la fórmula de Catalina Buliubasich y Sergio Moreno. Los apadrinados del rector Víctor Hugo Claros no pudieron tenían un 37,3% contra un 36,7% de la oposición. La segunda vuelta se realizará en dos semanas, el próximo 27 de abril.

 Los cómputos oficiales se sistematizaron en la Facultad de Ciencias Económicas, gobernada por el candidato a rector Fernández Fernández. Como el ingreso estaba prohibido, se sucedieron varios recovecos donde con celular en mano o con computadoras portátiles, se seguía la actualización de los datos. La página fallaba permanentemente y el internet flaqueaba. Una vez conocida la tendencia irreversible, las caras largas estuvieron del lado de los ganadores de la elección, conscientes que el balotaje será adverso para sus intereses.

La tercera fuerza, la lista Evolución, se quedó con un 21%, que serán una porción clave de cara a los comicios del 27 de abril. Carlos Puga y Adriana Ortín, otrora aliados de Claros, quedaron fuera de la polarización. Las negociaciones para capturar el electorado que se inclinó por esta opción prometen tener varias idas y vueltas. Lo cierto es que Universidad Futura viene con tendencia ascendente y el oficialismo va en caída libre.

Las estructuras partidarias extramuros no tuvieron la participación que tuvieron en elecciones rectorales pasadas. Las relaciones entre Claros y el poder político se resquebrajaron luego del desplante del año pasado, cuando el contador quiso ser candidato a diputado nacional pero ninguna lista le abrió las puertas. Con los aires febriles de la segunda vuelta, la lista que decidan apoyar los barones del Grand Bourg y los señores de la Legislatura tendrá un espaldarazo importante.

Tendencias

Como en toda elección reñida, los ánimos de la jornada comicial estuvieron abonados por las tendencias de una y otra fórmula. “Universidad Futura” cuya fórmula estuvo encabezada por la antropóloga Catalina Buliubasich y que empezó la campaña muy de atrás fue incrementando su caudal hasta terminar poniendo en jaque la gobernanza plena que ostentaba el oficialismo de Víctor Claros. La fractura en las corrientes que habían acompañado la victoria de Claros en 2013 en primera vuelta terminó por fortalecer a la única oposición resuelta que se presentó.

 Precisamente por eso, la lista oficialista Compromiso Académico y Social sintió el rigor de pasar de gozar de una holgada proyección a terminar el día de las elecciones con la soga al cuello. El importante crecimiento de la Buliubasich-Moreno fue la contracara del marchitar de Fernández Fernández-Sham.

 A medida que avanzaba el día, los panoramas en uno y otro agrupamiento fueron aportando síntomas de esas tendencias. Los claristas, empeñados en la victoria del contador de doble e idéntico apellido, mantenían tortuosas reuniones y deambulaban desconcertados por la facultad trinchera del oficialismo, la de Ciencias Económicas.

 Contrariamente con ellos, los miembros de la lista Universidad Futura se mostraban optimistas, envalentonados por los titubeos de quienes suelen ser arrogantes y displicentes. El nervio ajeno era un guiño de que la tendencia ascendente que se anticipaba días antes de la elección, finalmente podía concluir en una victoria para la lista de la antropóloga.

 Acercándose el cierre de la votación, a las 19 horas, los datos que llegaban de las sedes del interior le daban oxígeno a Fernández Fernández. En la mayoría de los lugares del interior el candidato del rector recuperaba terreno perdido. A pesar de ello, la incidencia porcentual de la comunidad universitaria de las sedes no superaría los 7 puntos. Las caras largas eran inminentes entre los de tendencia decreciente.

Las filas de Universidad Futura, paralelamente, vaticinaban una segunda vuelta. “Si se gana en primera vuelta o se pierde hasta por siete puntos, la segunda vuelta es muy accesible”, confirmaron los más optimistas de los de tendencia creciente. Tan rebosantes estaban algunos, que hasta se atrevían a afirmar: “Ya ganamos”.

 El exceso de confianza no es del todo desatinado, las tendencias opuestas marcan un pulso y de mantenerse los ánimos tal como están, Builiubasich sería la candidata con mayor proyección de volumen electoral en el balotaje. No obstante, las alianzas de último momento serán claves y podrían ponerle un techo súbito al avance progresivo que Universidad Futura ha tenido desde que empezó la campaña.  

 Oficialismo descendente

 La tendencia del oficialismo se empezó a vislumbrar notoriamente antes del viernes de elecciones. Un día antes, la cuestionada Junta Electoral General informó a través de un correo electrónico oficial que los estudiantes empadronados podrían asistir a sufragar con el carnet de socio de la biblioteca de la UNSa o con el carnet de estudiante de la prestataria del servicio de colectivos, la tarjeta Saeta.

 Tanto los apoderados de Universidad Futura como los de Evolución, conocedores de los manejes de Claros para tejer su ingeniería electoral, no demoraron en denunciar la maniobra. Conscientes de la barbaridad que hubiese sido tal determinación, los miembros de la Junta enviaron otro mail retractándose. “La Junta Electoral General informa que el correo publicado en el día de la fecha sobre documentos habilitados para votar, tanto para estudiantes como para docentes y personal de apoyo universitario, queda sin efecto”, señalaba el comunicado.

 Esas sensaciones no mermaron durante el día de la elección, tanto así que uno de los aspectos conspicuos de la jornada fue la alicaída imagen en la Facultad de Económicas. Alrededor del mediodía, al notar que la elección venía pareja entre las fórmulas a decanos (Claros-Llimos los oficialistas e Innamorato-Ossola los opositores), los principales armadores de la estructura clarista fueron citados en las oficinas de dicha unidad.

 Darío Barrios, Claudio Maza y Miguel Nina, entre otros, desfilaron taciturnos y al trote para ser depositarios de las vociferaciones del enfurecido rector Claros. Cuarto Poder dialogó con fuentes cercanas al entorno del contador y deslizaron que la orden habría sido avocarse a ganar la facultad, aún a costa que Fernández Fernández se quedará sin apoyo logístico en otras unidades académicas. Finalmente consiguieron el cometido, Claros ganó el decanato de Económicas.  

 La bramante furia de Claros tenía otros afluentes, el discurrir de la elección desencajaba el tradicional arquetipo electoral que había manejado en elecciones anteriores. El Personal de Apoyo Universitario (PAU), que suele acudir a un voto pragmático –no votan a los que no tienen chances de ganar-, se inclinaron hacia la oposición de Universidad Futura. Algunos PAU del rectorado, la dependencia con mayor cantidad de personal de apoyo, les volvieron la espalda al actual mandatario y a su candidato.  

 Edgardo Sham, decano de Ingeniería y candidato a vicerrector, resultó ser más cumplidor de lo que se anticipaba. En su unidad académica fue en la única que Compromiso Académico y Social piso fuerte y logró una diferencia considerable ante los inocuos intentos de la oposición.

 Oposición ascendente

 La lista de la antropóloga y el contador, Builibasich-Moreno, tuvo uno de sus principales ejes en la Facultad de Humanidades, la más hippie de todas sin que por ello se la apele de manera peyorativa –apostilla para las sensibilidades irascibles-. Allí dos de las cuatro listas apoyaban explícitamente a Universidad Futura, otra lista estaba dividida y la otra llamaba a votar al proyecto Evolución, de Puga y Ortín.

Naturales no fue menos importante, allí la gran elección de Alicia Kirchbaum para el decanato fue un trampolín fundamental en los resortes de Universidad Futura. Los estudiantes y profesores se volcaron hacia la propuesta opositora, incluso postergando el oficialismo de la facultad, ya que Adriana Ortín, la decana, fue la candidata a vicerrectora por Evolución.

El dato saliente fue la unidad académica donde Claros solía hacer grandes diferencias, Económicas. De ser amo y señor de tal dependencia, el oficialismo se vio seriamente amenazado por el apoyo que recibió la lista opositora. En ese sentido, la figura de Sergio Gastón Moreno, contador y docente de esa facultad, fue elemental para diversificar las voces. En esos pasillos, en elecciones anteriores, los candidatos opositores siquiera gastaban esfuerzos en colgar carteles.

 En Salud, por su parte, la pareja elección fue un aceptable resultado de cara a la segunda vuelta. Algunos de los estrategas más importantes del clarismo, como Claudio Román Maza, tenían hilos fuertes en esa dependencia. Sin embargo, ni Maza que es Secretario del Consejo Superior ni otros operadores, pudieron gravitar lo suficiente como para zanjar una victoria apabullante.

 Oficialismo descendente II

 La lista Evolución, que presentaba las candidaturas del ingeniero Carlos Eugenio Puga y la licenciada Adriana Ortín, tuvo una actuación pálida, conquistando sólo la facultad de Exactas, donde Puga es decano, y la sede sur del interior provincial, en la que muchos docentes de Exactas obtuvieron sus cargos de profesores regulares –con derecho a voto-. Los disidentes del clarismo no terminaron de encarnar una opción de oposición visible, y se instalaron más como el resultado de una puja de egos que como una fracción crítica que se abría del oficialismo reinante. Ortín, decana de Naturales, no pudo garantizar los votos que resultaban claves para aspirar a entrar en la segunda vuelta. En Ingeniería, facultad donde hizo su carrera Puga, los números recolectados fueron exiguos.

 No jugaron

 En actos comiciales de años pasados, la maquinaria electoral del clarismo hacía gala de contactos fuertes con el poder político provincial. Los remises llevando y trayendo electores, y los hombres ataviados en relucientes trajes prendidos de uno y hasta dos celulares, no formaron parte  de la postal de las elecciones de éste 15 de abril. Evidentemente, las heridas luego de la frustrada candidatura a diputado nacional que pretendió Claros el año pasado, son más sensibles de lo que se creía.

 La guardia de Grand Bourg y la de otros dirigentes políticos con influencia en la capital salteña, optaron por la neutralidad y hasta por la indiferencia. Claros no contó con un respaldo que hasta esta elección había sido una constante. Para la segunda vuelta, seguramente el clarismo volverá con el rabo entre las piernas para requerir los padrinazgos perdidos.