Para quienes nos convertimos en sus amigos y colegas, “Bujía” supo junto a Nelson Rojas y Fito Abarzúa, acompañados por Analía Machuca, darle un giro definitivo al periodismo salteño por el comienzo de la década del ’80. (Daniel Salmoral)
A este hombre especial y con la chispa a flor de piel, se le ocurrió la semana que termina, partir hacia la eternidad llevándose consigo su inteligencia, su tremendo bagaje de conocimientos, su pluma, su sentido de la amistad y de la fraternidad para compartirlas en otros ámbitos, quizás con los amigos que partieron antes que él dejándonos un vacío que duele y que no será fácil de superar.
Es que “El Bujía” supo ganarse a lo largo de su profunda vida personal y profesional el afecto de quienes lo conocieron o simplemente lo trataron, por esa forma de ser tan particular que lo mostró en el mundo del periodismo, siempre, como un distinto, un escriba con aguda mirada sobre la realidad y que le mereció el reconocimiento de la mayoría de sus pares.
Periodista político, supo, junto a Nelson Rojas y Fito Abarzúa, acompañados por Analía Machuca, darle un giro definitivo al periodismo gráfico en Salta allá por el comienzo de la década del ’80, con la Democracia recuperada.
Fueron ellos quienes tuvieron la genial idea de crear el primer semanario político de Salta, “Propuesta”, para contarles a sus lectores la otra cara o la cara oculta de la política y sus protagonistas.
Todo lo que no se decía en los diarios o en los medios radiales y televisivos de la época, era reflejado en las páginas de “Propuesta” que en muy poco tiempo se convirtió en lectura obligada de los sábados, por lo que era habitual ver a la grey política aguardando impaciente en los quioscos la llegada del nuevo ejemplar.
Por esos días, “Propuesta” llegó a vender 6 mil ejemplares por semana. Para eso, la pluma de Bujía fue fundamental.
Propietario de un estilo muy personal de contar, aportó su impronta al semanario y junto a Nelson y Fito, cambiaron totalmente la forma de escribir política en algunos medios gráficos salteños.
Quien esto escribe, a manera de humilde homenaje en memoria del amigo ido, tuvo el privilegio de compartir junto a ellos muchas noches cargadas de adrenalina, en la redacción, ante la inminente salida de una nueva edición.
Chistes, chanzas, ocurrencias, apodos y otras yerbas, sin solución de continuidad, salían de la mente, mientras escribía, de la mente y el corazón de este hombre que amaba su profesión.
Emprendedor continuo, sus ideas y proyectos se arremolinaban en su cabeza y rápidamente eran puestas en práctica.
Profundo observador de todo lo que pasaba a su alrededor, “El Buji”, como dice el amigo y colega Oscar “El Pollo” Burgos, siempre tuvo una mirada periodística que iba más allá de la realidad y eso era lo que hacía especial sus artículos a la hora de darle duro a la Olivetti.
Se apodó “Bujía” porque tenía chispa, demasiada dirían algunos, y creo que nunca un apodo estuvo mejor puesto.
Con el paso de los años, él también se convertiría en un gran “apodador” que siempre dio en la tecla con sus motes.
Generoso, en lo personal me motivó y me dio la primera chance, junto a Rojas y Abarzúa, para que hiciera mis primeros garabatos en el periodismo gráfico.
“Vos fuiste a la escuela?”, me preguntó una noche en la redacción del semanario y como le contesté que sí, me dijo: “Entonces sentáte a escribir y no rompas las bolas porque tenemos muchos temas para esta edición”.
Eso fue todo, y allí comenzó mi carrera como periodista político gráfico.
Fue su confianza, su apoyo y su empuje, lo que me trajo a estos días.
Fundador de la “Peña de Periodistas en Democracia” junto a otros colegas y al querido dirigente político peronista, Carlos Reynoso, Charly, “El Tararira”, también allí mostró de manera contundente su compromiso democrático y su pluralidad.
Enamorado de las largas tertulias acompañado de amigos y un infaltable buen scotch, supo desgranar su pensamiento y su análisis político que le ayudó a muchos antiguos y actuales políticos a forjar sus carreras.
Solicitado cuando los dirigentes debían elegir un camino político, supo transitar, ante la mirada con afecto y respeto, todos los pasillos de las sedes partidarias.
Fue, además, un buen amigo que supo tender la mano a aquellos que en su momento la necesitamos.
Llevó su chispa encendida hasta el final.
Muchos de sus amigos y colegas cuando nos enteramos que había partido, nos sentimos apesadumbrados porque sabíamos que junto a él se iba una parte de nuestra vida personal y profesional.
Con su viaje, Salta perdió a uno de sus mejores periodistas.
Las redacciones por dónde pasó y su última “Redacción”, sienten con dolor su ausencia.
A nosotros nos dolerá su ausencia pero el “Buji” seguro, ya se debe estar divirtiendo poniéndole apodos a los tipos que irá encontrando en este su nuevo camino y divirtiéndose como lo hizo aquí abajo.
En lo personal, siempre le agradeceré su amistad y su guía.
Para el querido Marcelito, su hijo, le queda el orgullo de saber que su viejo fue, como dicen en España, “un frontera”.
Chau Buji querido, adiós, será hasta que otra Olivetti nos convoque…