Las elecciones concluyeron pero los vestigios de la misma aun quedan adheridas a las paredes y los postes. Carteles de todos los colores y partidos. Los salteños seguimos conviviendo con caras sonrientes con pocas propuestas y grandes ansias de posicionarse. (Federica Anzardi)
Si uno se toma un colectivo de SAETA por la zona de la UNSa puede apreciar con lujo de detalles el impresionante, cuasi desesperado e insoportable esfuerzo de los precandidatos a cualquier cosa para que se sepa que están postulándose a algún cargo. Querían que los votés ya. El 12 de abril y el 17 de mayo. En ese orden.
En las afueras de la UNSa está lleno de carteles de piezas en alquiler. Algunos aclaran que son “para señoritas”. No hay casi nada de aviso proselitista. Eso se empieza a ver apenas unas cuadras después.
Vilariño es el primero que aparece, grande, como la panza que ostentaba junto al intendente de Tartagal, Sergio Leavy, en el viaje a Cuba que hicieron hace algunos años. Uno de sus carteles está ubicado en la rotonda que comunica a la UNSa con la Ciudad Judicial. Allí también se puede observar a Urtubey con Carlos Morello y a Lucas Godoy. Es un círculo pequeño pero alcanza para que convivan carteles chicos y grandes, pasacalles y afiches que abrazan postes. Todo vale cuando hay que encontrar un lugar donde instalar el mensaje.
A medida que se avanza en la avenida Bolivia y se toma la autopista empiezan a aparecer las caras conocidas y no tanto, en letreros lindos, regulares y feos. Ahí están Romero y David, por separado, aunque hace algunos años estaban juntos. Aparecen los carteles del oficialismo: iluminados, grandes. También están los enormes, como los de Urtubey, López Mirau y Nanni. Está el de Collado, el cadáver político más veloz de la provincia, que no necesitó tomarse el colectivo LGBT para llegar rápidamente al fracaso electoral. Sin embargo, su cartel continúa ahí, bien grande, junto al presidenciable (todavía con muchas chances) Mauricio Macri.
Casi todos los precandidatos muestran sus dientes y rostros de buen vecino. “Qué caras más sonrientes hay en el cartel, ríen de todas las cosas que nos van a hacer”, cantaban Las Pelotas en 1999. Hace dos años, el cantante de la banda le dijo a la revista Rock Salta que se sentía orgulloso de sus discos, porque seguían sonando actuales.
Se avanza y aparece Barreto, luego el cartel de Romero + Olmedo sin fotos, solamente con letras. Cerca están los de Urtubey – Isa, los de la serie “juntos”, donde aparecen parejas de niños, adolescentes y adultos, pero nunca los políticos.
La contaminación visual es criticada en todo el mundo, no sólo por su primer impacto, que es el de decorar la ciudad con objetos innecesarios, sino también porque puede provocar una alteración en los conductores que podría derivar en accidentes de tránsito. En Salta, la mayoría de los carteles proselitistas que pudimos observar durante esta primera etapa de la campaña tenían el tamaño de un letrero vial. Desde atrás, uno nunca podía notar si se trataba de un aviso para los conductores o simple propaganda.
En la Avenida Bolivia, Matías Posadas no sonríe, sale mirando de perfil, con cara de prócer, junto al slogan “Yo quiero más ciudad”. Aparece en carteles de todos los tamaños. Es una mirada distinta a la de los demás precandidatos. Primero, Posadas especulaba con una candidatura a intendente que fue desestimada por la intención de llegar a una banca de Diputados. “Yo quiero alguito”, resumió de manera brillante la campaña paródica de Opahuasi Tevé.
Peluquín Cáceres tiene un solo cartel, bastante grande, ubicado en los techos frente al Ejército. “Ahora sí”, dice su slogan. Al lado están Serralta y Anaquin. Hasta Eduardo López tiene su gran aviso en la zona de la Bolivia. Hace pocos días, el periodista Daniel Murillo analizó “el look” de los precandidatos y aseguró que López estaba en la lista de los más fieros. Sin embargo, en campaña la imagen es importante para todos.
David Leiva, lógicamente el precandidato que posee el jingle con más groove, es dueño de escasos espacios visuales. Casi no tiene en toda la ciudad. El Partido Obrero, en cambio, muestra mucho a sus figuras Del Pla, Serrano, López y Borelli. Arriba, al medio, abajo.
Llegando al centro, en la Sarmiento y Belgrano, te recibe un sonriente Guillermo Durand Cornejo, bien arriba, posicionado para que no puedas dejar de mirarlo. Abajo, López Mirau, el candidato obvio del cholaje salteño, que se muestra jugando al rugby y asegurando que visita barrios carenciados sin mostrarlo, está abajo, sobre la vereda del Museo de Bellas Artes, con un banner similar a los que utilizan los evangelistas. Tury Rodríguez posee letreros parecidos en varios puntos de la ciudad.
Ya por Belgrano no pasa más de un segundo sin que veas un cartel. Hacé la prueba y empezá a contar: uno, cartel, uno, cartel, unCARTEL. No podés contar más. La saturación logra su objetivo en esa zona. Hacia donde lleves la vista, verás precandidatos sonrientes, que no te dicen más que frases hechas, sin propuestas. Recién pasando el Teatro del Huerto, la cosa empieza a aflojar.
Sobre la avenida Bicentenario, Falú se muestra en cuentagotas. Hay afiches del Frente Plural, la avanzada de treintaylargos del urtubeicismo, con su # que hace dudar si es un símbolo de estos días, el hashtag, o si nos dice que somos un número.
Los afiches también revelan que la imagen del político joven con camisas claras, sobrias pero elegantes, triunfa. Las usan Urtubey, David, Isa, Romero, Collado, Durand Cornejo, Sáenz. Todos muestran un look “estoy listo para arremangarme y salir a trabajar” que Barack Obama impuso en Estados Unidos y va de la mano con el joven empresario. En ese contexto, Miguel Isa no da el perfil. Es más bien un peronista vieja escuela. Gordo, medio bruto y simplón, contrasta con esos jóvenes con plata que dominan toda la provincia.
En la zona del parque San Martín, en la rotonda del Teleférico, yendo para la terminal, vuelve el caos de carteles. Están algunos de Sylvester, otros de León, grafitis, Serralta que te sigue con la mirada como el cuadro famoso de Jesús que tienen las viejas en sus casas. Los árboles zafan. Nadie se propasó con ellos en toda la ciudad.
Algo que llama la atención es la ausencia total de carteles de Walter Wayar, sin dudas uno de los precandidatos más mediáticos. Su falta de cartelería confirma que no hace falta llenar la ciudad de caras sonrientes para trascender.
Llegando a la esquina de San Martín y Florida apenas hay que levantar la vista para encontrarse con NanniNanniNanniNanniNanniNanniNanni, al lado de otra serie similar interminable, esta vez del cura Jorge Crespo. El sacerdote perdió una oportunidad de oro en los últimos días al dejar pasar la chance de hacer campaña mediática con su frase calamaresca “¿Quién no se fumó un porrito alguna vez?”.
Pasando el Mercado San Miguel, un Juan Carlos Romero gigante sonríe sin mostrar los dientes. El ex gobernador está por todos lados y a veces sale con Alfredo Olmedo. Otras veces, la presencia del sojero es apenas una gorra amarilla, un símbolo que resta menos que la cara del empresario que deseaba la vuelta del servicio militar.
En esta zona del macrocentro el caos vuelve a aparecer. Carteles uno arriba de otro, y más arriba, más arriba en los postes, hasta donde no se pueda más. Nanni lo tapa a David. Giacosa pone cara de Derek Zoolander. El Néstor Kirchner falopa de la Caseros y Adolfo Güemes se destaca y es utilizado por una de las facciones del oficialismo provincial. Cerca están los afiches de Arturo Borelli, angostos y pegados uno al lado del otro, lo que provoca que se forme una serie que dice POPOPOPOPOPO.
Un candidato oficialista desconocido tiene un slogan que asegura que “Ahora más que nunca” pero no dice qué. Vuelve a aparecer Gustavo Sáenz, que en los últimos días repartió CDs con clásicos melódicos cantados por él.
Algunos lugares cerca de la Balcarce se salvan del exceso de carteles, que retornan con fuerza detrás de la Legislatura. Allí está el Canillita Moya, Lucas Godoy con cara de “bueno, dale”. En la Entre Ríos hay afiches pequeños y viejos estencils de campañas pasadas, como el de Giacosa que detaca la i, la s, y la a en otro color. El Urtubey de los primeros carteles, donde se lo veía con la cabeza recortada, casi no está circulando. Esa imagen fue distorsionada y derivó en Mr. Bean, algo muy celebrado en las redes sociales.
En el Parque 20 de Febrero existe un único cartel no proselitista. Se trata del que informa sobre el nuevo Parque del Bicentenario, inaugurado estratégicamente el 12 de marzo, un mes antes de la primera elección.
A medida que se avanza por las distintas avenidas y calles aparecen distintos carteles que repiten candidato pero difieren en las listas. Están Urtubey y David, Ävila, Speigher, Fuertes, Tonini con la gorra y Sáenz, Arroyo con la gorra, Falú, Monzón, Sylvester, Galíndez, Vásquez, un pasacalle de Urtubey – Isa que dice “los muchachos peronistas”.
La cartelería excesiva es sólo una muestra de una campaña electoral que pisó el acelerador a fondo en los últimos meses, con campañas mediáticas a favor o en contra, operaciones políticas, incluso pegatineros baleados y otros denunciados de tener complicidad con la Policía. Y aún queda una elección más.
En la rotonda de la Avenida Bolivia que se encuentra antes del Hospital del Milagro hay un letrero que se repite poco, pero que carga un contenido más profundo y poético que el resto de los carteles de campaña. No tiene imágenes. Apenas una frase, clara y contundente: “Usted no tiene prioridad”.