Lía Constantino, la médica que junto a su marido se extraviaron una semana en el Parque Nacional de Calilegua, relató al diario La Nación la odisea en donde su marido perdió la vida y ella casi muere congelada. «Les pedí perdón a mis hijas porque no pude llegar a tiempo para salvar a su papá», dijo.
Su historia podría haber sido el guión de una película de suspenso de Hollywood. Pero, una vez más, la realidad superó a la ficción. Lía Constantino, la médica que se perdió junto con su marido, Mario Bidinost, en una selva del Parque Nacional de Calilegua, al sudeste de Jujuy, rompió el silencio y reconstruyó aquellos siete largos días de supervivencia en un lugar inhóspito, entre barrancos, ríos con rocas y aguas turbias. «Creí que iba morir congelada. Pero no podía irme sin saber que había pasado con Mario. Me salvó el amor por mis hijas. Me aferré a la esperanza y eso hizo que lograra sobrevivir», aseguró la médica de La Plata, un mes y medio después del trágico episodio, durante una entrevista con el diario Clarín.
Lía y Mario -también médico- se perdieron el 21 de enero pasado durante una caminata por los senderos del Parque Nacional de Calilegua. Tras caminar durante 45 minutos en el paseo de «La herradura», se desorientaron y quedaron a la deriva, sin puntos de referencia. «Confiábamos en orientarnos y resolver el problema. Bajamos por una zona de barrancos con tupida vegetación y después del mediodía llegamos a un río», recordó Lía. De repente, Lía y Mario se resbalaron y cayeron por un barranco. «Me paré. Él me llamaba. Traté de ir a donde estaba y me volví a caer, rodé un poco más y quedé debajo de su cuerpo», contó la mujer, que encontró a su marido gravemente herido. «Me desesperé y le rogué que me esperara. Yo podía moverme y tenía que conseguir ayuda», agregó.
Emocionada, reveló cuáles fueron las últimas palabras que escuchó decir a su marido, antes de que ella partiera en busca de ayuda. «Mario me miró y me dijo: ‘Mirá qué vacaciones te estoy haciendo pasar'», indicó. Lía caminó durante 12 horas sin descanso con un único aliado: su reloj. Bebió agua del suelo, comió «frutillas silvestres y pétalos de flores» y sufrió alucinaciones. «Esa noche pensé que ya era demasiado tarde para él, estaba muy golpeado y no tenía agua para beber. Me aferré a un milagro», aseguró. Durante tres días, se aferró al recuerdo de sus dos hijos para sobrevivir.
El 28 de enero pasado -siete días después de que el matrimonio platense ingresara al parque-, un grupo de rescatistas encontró a Lía tirada en hueco entre varias piedras. Estaba en estado de shock y con hipotermia. Dos días después, otro grupo de rescatistas halló el cadáver de Mario Bidinost. «Les pedí perdón a mis hijos porque no pude llegar a tiempo para salvar a su papá», afirmó Lía. En plena recuperación de las secuelas físicas y psicológicas que le dejó la odisea, la médica confesó: «Regresar a casa fue difícil y doloroso. Salimos de vacaciones a un viaje soñado y todo terminó en una gran tragedia para toda la familia».