Para las negociaciones salariales de 2018 el gobierno nacional piensa en aumentos que no superen el 16 por ciento. No habrá habilitación de la cláusula gatillo que figura en la mayoría de las negociaciones paritarias.
El «ala económica» del Gobierno está convencida: este año la inflación, en el peor de los casos, llegaría al 22%. Algunos optimistas incluso la esperan (en la comparación interanual de diciembre), por debajo del 20%. Pero la coincidencia general es que se ubicará en torno del 21% final. El dato definitivo se conocerá a mediados de enero de 2018, pero ya en la primer quincena de diciembre habrá una proyección certera. En ese momento el Ejecutivo anunciará una decisión, ya tomada: no habrá para este año, y salvo casos particulares, habilitación de la cláusula gatillo que figura en la mayoría de las negociaciones paritarias de este año. Esta permitía a los sindicatos que el aumento salarial pactado para todo el ejercicio tuviera una reapertura en las negociaciones si la inflación superaba el alza de precios anualizada medida por el INDEC que maneja Jorge Todesca. Según los resultados que espera el Gobierno, si el incremento salarial se ubica por debajo de la inflación, el gremio estará autorizado a negociar un plus. Si está por encima del dato final, no se habilita esa discusión.
Según la información que se maneja en el Gobierno, la mayoría de los acuerdos salariales firmados por el Ministerio de Trabajo de Jorge Triaca, se ubicarían por encima de la proyección del IPC para este año. El promedio del que habla el Gobierno sería incluso superior al 22%. Si se sumaran además los «bonus» no remunerativos que incluyeron muchos gremios, el incremento sería aún mayor. El ranking de 2017 lo lideran (casi un clásico), los trabajadores aceiteros, con un incremento del 31,6% seguidos por los trabajadores del neumático (uno de los últimos en firmar su paritaria) con un 27%. SMATA, UOM, camioneros, Unión Informática, papeleros, textiles, alimentación y personal doméstico, son algunos de los sindicatos que cerraron acuerdos claramente superiores a la inflación proyectada por el Gobierno. El resto deberá esperar para ver si sus aumentos salariales están o no por encima de la inflación. Complicados estarían los petroleros, plásticos, gastronómicos y trabajadores de estaciones de servicios que firmaron acuerdos, en principio, podrían pensar en reabrir sus acuerdos. Párrafo aparte merece la paritaria cerrada por María Eugenia Vidal y los docentes bonaerenses la que, por lejos, ocasionó el conflicto más importante del año y que se cerró con un incremento salarial del 27% final. El eje del problema fue la negativa del los trabajadores de aceptar la cláusula gatillo y la insistencia en que el número de inflación definitiva para 2017 sería de no menos de 25%. Finalmente, en el comparativo anual, y se dan las proyecciones oficiales sobre el alza de precios para todo el año, los docentes bonaerenses habrán negociado un muy buen acuerdo.
El macrismo piensa un 2018 laboral con un muy menor nivel de conflictividad, al menos en la comparación con los dos primeros años. Obviamente la esperada (por el Gobierno) relativa victoria electoral del 22 de octubre potenciaría una posición de más fuerza que la exhibida en 2016 y 2017. Pero además se confía en que el dato final del IPC del INDEC le permitirá al oficialismo enviar señales más creíbles hacia los negociadores privados y sindicales que las que se tomaron a comienzos de los dos primeros años de gestión, con una inflación en baja y con variables económicas de crecimiento. El porcentaje que desde el jefatura de Gabinete se tiene en la cabeza es un incremento salarial de entre 15 y 16% el próximo año, con una inflación final que se ubicaría en ese mismo nivel. A diferencia de 2015 y 2016, los gremios deberían tomar esta proyección en serio. El mensaje estará destinado, fundamentalmente, a los empleados públicos, incluyendo los docentes, que deberían aceptar aumentos en sus sueldos de no más e 15%. Otra medida que quiere estudiar el Gobierno es la posibilidad de adelantar al primer trimestre del próximo año, las negociaciones paritarias en los trabajadores que dependan del erario público.
Si se cumpliera la proyección inflacionaria esperada por el oficialismo para 2017 el balance para los salarios continúa siendo negativo. Si se toma en el «empate técnico» de ese año y que en 2016 el promedio de aumentos fue del 30% mientras que la inflación anualizada (no hay datos oficiales porque el INDEC comenzó a medir el IPC en mayo) se ubicó cerca del 39%; los sueldos aún están en la era Macri por debajo del alza de la inflación. Todo esto sin tomar el impacto de Ganancias.
Fuente: Ámbito