La celebración internacional se debe a que en esta fecha acontecieron tres muertes en el mismo día de 1616: Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso. Por ello recopilamos algunas particularidades de esta fecha y cada autor. (C.Q.)
Si bien existe una discrepancia respecto a la fecha exacta de la muerte entre el escritor ibérico y el británico —en 1582, el Papa Gregorio XII adelantó 10 días el calendario, y sólo Francia, Italia y España adoptaron inmediatamente este cambio. Inglaterra no lo hizo sino hasta 1752. Así, para los ingleses, Shakespeare murió el 23 de abril, pero para los países católicos ocurrió el 3 de mayo— el día fue establecido a partir de la década del 90 del siglo pasado, cuando el gobierno español presentó una propuesta en la UNESCO para instaurar esta fecha en la que las dos plumas más reconocidas en ambos países, tanto Inglaterra como España y también a nivel mundial, pasaron a otro plano. Sólo un tiempo después fue que tras el reclamo sudamericano por no sentirse afuera de la celebración, se planteó la posibilidad de sumar al Inca Garcilaso como un difunto más a recordar.
Por esto es que el 23 de abril, desde 1995, ha pasado a ser el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, así como a partir de ese día se creó el Premio UNESCO de Literatura Infantil y Juvenil Pro de la Tolerancia. La fecha también coincide con el nacimiento o la muerte de otros autores prominentes como Maurice Druon, Haldor K.Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla y Manuel Mejía Vallejo.
El que nunca existió
William Shakespeare es sin duda una de las figuras más reconocidas de la literatura anglosajona, con una variada y extensa obra que incluye algunos de los clásicos más reconocidos de las letras de occidente: Romeo y Julieta, Hamlet, Macbeth, El Rey Lear, Sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia, Otelo y La tempestad son obras que aún hoy se representan y han sido versionadas y reversionadas tanto en cine como en otras disciplinas artísticas. Quién no recuerda a un joven Leonardo Di Caprio encarnando en una versión posmoderna hollywodense a Romeo, entre tiros, pandillas y hiphop.
Pero de lo que poco se habla es de la historia conspirativa detrás de la figura del británico, quien, según cuenta esta versión -incluso llevada al cine en la película Anonymous (2011)-, no habría sido otra cosa que un actor famoso, y no un escritor prolífico, como se lo conoce hoy, puesto que la variedad de tópicos y formas escriturales que salían de esa pluma se cree correspondían a una cofradía de artistas que por el contexto sociopolítico de la época no deseaban estampar su firma en las obras, entonces recurrían a su amigo William para que él firmara aquellos textos que además interpretaba con una compañía teatral. Otros creen que se trata de un sólo autor, que podría ser Edward de Vere, Francis Bacon o Christopher Marlowe.
El hombre que mató a Don Quijote
Cervantes es reconocido como uno de los padres de la literatura en nuestro idioma, comparte con su colega Shakespeare además de la fecha de muerte, que su obra ha sido también utilizada como un punto de partida para cientos de versiones tanto escritas, como teatrales y cinematográficas. Miguel de Unamuno le dedicó Vida de Don Quijote y Sancho, así como Andrés Trapiello se imagina el rumbo que siguieron los personajes de la obra de Cervantes al fallecer Alonso Quijano en Al morir Don Quijote. Aunque no todos sabemos que también el caballero de la triste figura sirvió de inspiración para libros tan disimiles como 1984, la obra maestra de George Orwell, o Las aventuras del barón de Münchhausen. Incluso Shakespeare dejó constancia de la influencia quijotesca en su obra Cardenio.
En el cine hay decenas de adaptaciones de la obra de Cervantes, pero la que ha generado gran expectativa últimamente es la dirigida por Terry Gilliam (miembro del mítico colectivo de humor Monty Python y director de películas delirantes como Pánico y locura en Las Vegas, Brasil, 12 monos y Tideland, entre otras), hablamos de El hombre que mató a Don Quijote, un film “maldito” que el cineasta estadounidense tardó casi 20 años en realizar, pues comenzó a filmarlo en 1991, con lo que hasta esta versión protagonizada por Adam Driver, Jonathan Pryce y Olga Kurylenko, fueron muchos actores que pasaron por la cámara, así como muchos intentos de finalizar la filmación e incluso un rodaje de seis días en el año 2000 (en el desierto de las Bardenas Reales), cuando los protagonistas eran Johnny Depp y Jean Rochefort, y el rodaje —tal y como quedó registrado en el impresionante documental Lost in La Mancha— acabó derrotado por lluvias torrenciales, los ruidos de los aviones de la OTAN que sobrevolaban el rodaje y la falta de presupuesto: de los 40 millones de euros teóricos se pasó a 32 millones reales, para sorpresa de su director.
El año pasado, para felicidad de los fans, se anunciaba el estreno de la película tan esperada y hace unos días nos enteramos que la edición 71 del Festival de Cannes tendrá el cierre con la proyección del film que cuenta la historia de un anciano engañado y convencido de que es Don Quijote y que confunde a Toby, un ejecutivo publicitario, con su fiel escudero, Sancho Panza.
El Inca cronista
Gómez Suárez de Figueroa fue uno de los primeros mestizos en la época del virreinato, posteriormente sería conocido como Inca Garcilaso de la Vega. Hijo de un militar español, Sebastián Garcilaso de la Vega, y de una princesa Inca, Chimpu Ocllo (quien fue hija de Huallpa Túpac, cuyo tío era Huayna Cápac y cuyos primos fueran Huáscar y Atahualpa), nació un 12 de abril de 1539 en Cusco.
Esta condición de mestizo, adinerado jugó parte fundamental en su infancia, entonces, una guerra civil marcada por el enfrentamiento entre las panacas de Huáscar y Atahualpa por el poder era observado de muy buena manera por los colonizadores y la corona que buscaba pleno dominio; poco después, Atahualpa tomó el control y entonces la maquinaria española estaba lista para atacar.
Ni Sebastián Garcilaso de la Vega hablaba quechua ni la princesa Chimpu Ocllo hablaba español. El nacimiento de Garcilaso no estuvo basado en una relación con lazos comunicativos fuertes. Sebastián Garcilaso de la fue probablemente uno de los personajes de más alta alcurnia y abolengo que llegó a las indias por aquel entonces. Esta situación tuvo influjo de la educación católica y española pero también de los amautas y de la nobleza inca. En estos primeros años absorbe todas las costumbres y usanzas de los indios, visita constantemente la fortaleza de Sacssayhuamán y también aprende rápidamente tres idiomas: español, quechua y latín con los que su visión del mundo y de la realidad que vivía se amplía mucho más.
El Inca Garcilaso vivió en el Perú hasta los 21 años y luego hizo su carrera literaria en España, donde visitó círculos en Sevilla, Montilla y Córdoba, donde estudió historia y siguió con atención los movimientos literarios de la época. Es en esta época donde empieza su actividad literaria, siempre con reminiscencias de su pasado en el Virreinato del Perú.
La obra cumbre y célebre de este gran cronista está sin duda en los Comentarios Reales de los Incas, cuya primera parte fue publicada en 1609 en Lisboa. En ella, el escritor desvela las costumbres, tradiciones y registra conversaciones, cartas y visitas a personajes de la época. Es una radiografía pulcramente redactada, con una técnica pulida y de nostálgica prosa en algunas partes de la sociedad peruana virreinal y el choque cultural con la civilización del ande.
Fuentes: RPP, La Nación y BBC