La retirada del Claudio Mastrandrea de SAETA fue atribuida al paro de diez días, en horario nocturno, que llevaron adelante los choferes de colectivos en solidaridad con sus compañeros de otras provincias. Pero no…

La medida de fuerza “injustificada” —ya que los trabajadores del volante cobraron en tiempo y forma todo los acuerdos alcanzados— “dicen” que terminó desgastando al funcionario en su gestión.

Si bien se le puede atribuir a Mastrandrea una cierta inoperatividad o falta de cintura política a la hora de proteger a los usuarios del transporte que se convirtieron en rehenes de un problema que a Salta ni siquiera tenía de protagonista, trascendió que ese no fue el verdadero motivo. 

Ya se hizo público el alto costo que representará para la provincia la quita de subsidios al transporte que realizará Nación el próximo año. Una pérdida de alrededor de 1500 millones de pesos. La situación ha llevado al mismo gobernador Juan Manuel Urtubey a declarar que se debía pensar una forma de compensar tal impacto, ya que era imposible trasladar los costos al usuario de colectivo, teniendo en cuenta que sin esa asistencia, el boleto debiera subir a 40 pesos, estimativamente. 

Hasta ahí los argumentos que se esgrimieron públicamente y que nos llevaron al convencimiento del daño que estaba produciendo Nación a las finanzas del transporte de los que menos tienen. 

Sin embargo, ocurrió algo en la última reunión de gabinete gubernamental que dejó a más de uno de los presentes recalculando. Y es que a la hora de hablar de la problemática, el presidente de SAETA —que había sido invitado para la ocasión— fue consultado sobre los $1500 millones de pérdida que la quita del subsidio representaría para la provincia y cómo se haría para compensarlo. Mastrandrea, ni lerdo ni perezoso, sorprendió a los presentes asegurando muy suelto de cuerpo: “Yo (por Saeta) con 500 millones me doy vuelta”. 

La afirmación dejó helados a todos los presentes, que a esas alturas intentaban imaginar a dónde se destinaba el dinero sobrante. Fue así como la cara del gobernador provincial mutó de preocupación a un indisimulable principio de ira. 

Al día siguiente, la decisión estaba tomada. Al contador Mastrandrea le fallaron algunos números de cálculo, y por eso lo trasladaron al ministerio de Educación. Por porro!