Nuevas denuncias dejaron en una peligrosa situación al director de la Unidad Regional Nº 4: Juan Carlos Migues. Lo señalan de apañar una banda de narco policías. Su nombre ya había aparecido en otros manejos policiales turbios. (M.A.)

“No puedo dar detalles”, se limitó a decir varias veces Juan Carlos Migues momentos después  del enfrentamiento entre efectivos de la comisaria 42 de Tartagal y gendarmes, ocurrido a principios de agosto de este año. Lo sucedido era tan grave como increíble: una banda de narcos integrada por policías y civiles no solo se había escapado de Gendarmería sino que había golpeado, tomado de rehén a uno e incluso robado aparatos de comunicación y armas de los efectivos del Escuadrón 54.

Entre los involucrados se encontraba Sebastián Alejandro Ortiz y René Gareca, ambos conocidos por cumplir tareas en la comisaria 42.  El primero conducía un Ford Fiesta que iba adelante de una Toyota Hilux, la camioneta que era conducía por Gareca y que transportaba un gran cargamento de cocaína. Todos eran de la zona: Ortiz es hermano de uno de los que aparece acusado de integrar una banda de sicarios que ejecutó a tres personas en el “triple crimen de Acambuco”, a su vez, es pareja de la cabo Claudia Romero que, casualmente, es la propietaria del Ford Fiesta. Rene Gareca, es un policía retirado y la Hilux estaba a su nombre. Junto a ellos estaba Marcos Sebastián Sanguino un tipo que ya estuvo preso por narcotráfico. Todos se escaparon y ahora se encuentran prófugos.

Con semejante cuadro era obvio que Migues no se atrevería a dar detalles, como si los dio el jefe de la Agrupación VII de Gendarmería Nacional, Guillermo Darío Bosso, quien confirmó la gravedad de lo sucedido. Pero fue el abogado Pablo Cardozo quien se atrevió a ir más allá en una entrevista brindada al El Tribuno tirando munición gruesa contra Migues. Cardozo aseguró que una “gran cantidad de suboficiales, oficiales y jefes que prestan servicios en la Unidad Regional 4 conforman una banda dedicada al narcotráfico”.

Y declaró: “hay una clara intención del jefe de la Unidad 4 de proteger a dos suboficiales de apellido Romero, una de las cuales es pareja del policía Sebastián Ortiz, prófugo por narcotráfico (…) otra comisario -superior de las hermanas Romero- es familiar directo del profugado Ortiz y a su vez esposa de un hombre muy peligroso que tiene vínculos con esta actividad delictiva”.

Esas declaraciones pusieron en la mira a la Unidad Regional responsable de los departamentos de San Martin y Rivadavia, que cuenta con un gran arsenal de armas y un renovado parque automotor. Declaraciones similares a las de Cardozo, años atrás, ya las había realizado el “lobo” Sosa, un expolicía que tendría elementos para engrosar la trama del regenteo que realiza la institución policial de la venta de drogas en el norte provincial.

El perfil de Migues

Migues es de esos policías que si no fuera por las altas insignias que porta pasaría desapercibido. Llegó a la Unidad Regional 4 de la mano de Marcelo Lami a principios de 2015 pero desde antes ya formaba parte de la cúpula policial: había ocupado el cargo de director de Investigaciones y fue varios años miembro de la Brigada. En esos lugares se especializó en administrar “carpetas”, manejar información calificada sobre narcotráfico y otros delitos pesados.

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La mancha pública más grande la tuvo allá por 2013, cuando cayó en desgracia el ahora encarcelado “narco policía” Gabriel Giménez. El exespía de confianza de Aldo Rogelio Saravia y Pablo Kosiner en un manuscrito que entregó al juez federal Julio Bavio sindicó a Migues (y a otros) como uno de los que se encargaba de digitar las “pinchaduras telefónicas” y las tareas de seguimiento que realizaba la policía.

Como si esto fuera poco, hace poco fue denunciado penalmente por Yanina Gay, una agente de 27 años que presta servicios en la comisaría de General Mosconi quien lo acusó -a él, y a la esposa del narco policía Ortiz- por hostigamiento y persecución.

“El pasado 22 de agosto llegó para mí y para la sargento ayudante Iris Ninna una orden de traslado. No entendíamos los motivos de ese traslado compulsivo hasta que un superior de la dependencia me explicó que la sargento Paola Romero, esposa del policía Sebastián Ortiz, quien está prófugo, había elevado un informe al jefe de Unidad Juan Carlos Migues manifestándole que la sargento Ninna, otra agente y yo estábamos haciendo un complot en su contra. Migues, sin dialogar con nosotras ni con nuestros superiores inmediatos, decidió sacarnos de Mosconi y mandarnos a otras dependencias”, denunció a la prensa la mujer.

Migues pisaba fuerte cuando estaba Lami aunque el cambio de jefe policial y los delicados hechos ocurridos envalentonaron a varios que lo tenían entre ceja y ceja. En estos últimos meses sus días no fueron tranquilos. De seguir las cosas así no le quedará otra que recurrir a su grupo de afinidades del poder que, como quedo dicho, no son pocas además de haber ocupado cargos en donde la información que acumula es materia prima de los consabidos carpetazos.