Como lo informó Cuarto Poder, las autoridades de la Universidad Católica echaron al encargado del gimnasio. El hecho se encuadra en de dos ejes: destrucción del área deportiva y persecución a los alumnos que protestaron: el encargado del gimnasio era padre de Luciano Salim, defensor de los deportes en la UCaSal. (DOM)

Según el abogado de la UCASAL no importa cuanto haya que pagar en indemnizaciones porque ellos en 2 o 3 años no van a estar más en la Universidad.

Esto es lo que sabe Luciano Acedo Salim. Su padre acaba de ser echado del gimnasio de la universidad, que se mantenía a todos los equipos que él había llevado. Lo echaron sin justificación, sin nota previa; aunque desde hace un mes lo habían comentado que dejaría el lugar.

La frase del abogado de la Universidad muestra dos cosas. Una, la prepotencia, la bestialidad propia de los que se creen intocables. También, la total falta de simpatía por la Universidad que comandan: los juicios de todos los profesores echados en estos últimos tiempos significarán, en un año o dos, pérdidas enormes: no hay forma de que ganen los juicios laborales.

“No les importan los juicios laborales, dicen que otras autoridades van a tener que afrontar los gastos de las indemnizaciones. Están desguazando a la Universidad”, escribió Luciano en su muro de facebook, donde recibió mensajes de solidaridad hacia su padre. Todos esos mensajes concuerdan en algo: al apartar al Cholo Salim, la Universidad está privando a los estudiantes de un gran profesional.

Recordemos que esta acción también se enmarca dentro del desarme del área deportiva de la Universidad, iniciada a fines del año pasado, cuando se supo que la Casa de Altos Estudios había suspendido toda el área deportiva: congelaron las becas, no le renovaron los contratos a los profesores, quitaron el respaldo institucional a los equipos que disputaban torneos provinciales (por lo cual tuvieron que retirarse de la competencia: no los dejaron seguir representando a la universidad) y el castigo divino que había caído sobre el área de deportes se hizo evidente cuando a los jugadores de rugby ni siquiera les permitieron utilizar el campus para entrenar: tuvieron que irse a la rotonda de Tres Cerritos y un par de veces consiguieron prestada la cancha de la Universidad Nacional de Salta.

Mario Cargnello se había reunido con los estudiantes en abril, y en esa reunión les prometió algunos cambios a la brevedad. Los cambios nunca llegaron. ¿Una mentira piadosa del Arzobispo o una mera estrategia para ganar tiempo?

Todo parece que no fue más que una maquiavélica forma de ganar tiempo: hacer que la protesta se dilate, para emprender, después, la arremetida final.