Distintos reportes confirman que, pese a la política “agrofriendly” del gobierno nacional, las economías regionales presentes en la provincia sufren una importante presión impositiva y un atraso cambiario que les impiden llegar a los mercados externos y generar la expansión de sus actividades. (Gonzalo Teruel)
Un par de documentos técnicos de reciente divulgación revelan que, pese a la devaluación del peso y el establecimiento de un tipo de cambio pretendidamente competitivo y la eliminación o reducción de impuestos y tasas, las economías regionales continúan durante la gestión de Mauricio Macri con la escasa rentabilidad del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El concepto de “economías regionales” no responde a un criterio científico sino más bien a uno práctico para identificar a las producciones agrícolas y agroindustriales de las zonas extrapampeanas (los cítricos, las manzanas, las peras, las uvas, las aceitunas, el azúcar, el tabaco, la yerba, la miel y el algodón, entre otras) que funcionan de manera más o menos similar y sufren problemáticas parecidas.
“Las dificultades que limitan a las economías regionales se mantienen gobierno tras gobierno y no se encuentran soluciones que cambien radicalmente la situación que atraviesa la gran mayoría” confirma la Confederación Intercooperativa Agropecuaria en un documento titulado “El campo y la política III” que esta semana fue presentado y entregado a autoridades provinciales y nacionales.
El ensayo añade que “se necesitan políticas sostenibles en el tiempo, con horizontes temporales que excedan los intereses gubernamentales de turno” y advierte que “muchos productores están desapareciendo día tras día, abandonando sus fincas y chacras, y buscando otra actividad que les aporte un ingreso más estable para mantener a sus familias”. “La situación es estructural, desde la falta de infraestructura y logística para transportar la producción desde las regiones hasta los centros de consumo y/o los puertos, los costos de producción y comercialización, hasta la falta de financiamiento acorde con la situación actual y la excesiva presión tributaria, que obstaculiza la incorporación de tecnológica y sigue dificultando el mantenimiento de la estructura productiva en gran parte del interior del país” sintetiza.
Esta compleja realidad está presente en la mayoría de las producciones regionales del NOA y de Salta. “La citricultura no escapa a los vaivenes del país, con altos y bajos en los últimos 10 años ha mantenido la producción en torno a los 3 millones de toneladas” precisa Coninagro pero revela que “para 2017 se estima que la producción será de 2,65 millones de toneladas, con caída de producción en limones debido a factores climáticos”.
Además, advierte que “la actividad tabacalera no parece mostrar signos activos de cambios hacia un futuro promisorio: la cantidad de productores está cayendo año a año y la tasa de adopción de tecnología parece no ser la suficiente como para revertir el estado de situación en el corto plazo” y para la producción de vinos revela que “la pérdida de competitividad y los altos costos internos provocan baja o nula rentabilidad, menores producciones y abandono de fincas”.
Idéntico análisis sobre la falta de competitividad y rentabilidad de las producciones del NOA se observa en el último informe denominado “Monitor de Exportaciones Economías Regionales” elaborado por la Fundación Mediterránea con datos del tercer trimestre del año. De 12 complejos exportadores analizados, 6 tienen saldo positivo y otros 6 registran saldo negativo. Entre estos últimos se encuentran, justamente, 4 de las actividades con muy fuerte presencia en Salta: cítricos, vinos, legumbres (porotos) y azúcar.
Las exportaciones de azúcar totalizaron algo más de 20 millones de dólares y cayeron en la comparación interanual (tercer trimestre 2017 versus tercer trimestre 2016) un 68%, las de legumbres casi 150 millones de dólares y disminuyeron un 26%, las de cítricos unos 277 millones y cayeron un 24%, y las de vinos sumaron poco más de 262 millones de dólares y se retrajeron un 4%.
Fundamentales para el norte de país por ser intensivas en el uso de insumos, capital y mano de obra, con grandes volúmenes de producción por unidad de superficie, las economías regionales sufren todavía, según revela Coninagro, “altos costos internos, una importante presión impositiva y el atraso del tipo de cambio que impide llegar con los productos a los mercados externos, ofreciendo grandes volúmenes de producción que sobreofertan el mercado interno deprimiendo los precios”.