La Mesa de Diálogo para la Agricultura Sustentable deliberó en Salta sin cuestionar en profundidad el modelo agroexportador. Emilio Pérsico, secretario de Agricultura Familiar y líder del Movimiento Evita, llamó “compañeros” a los empresarios sojeros y al gobernador Juan Urtubey. (Gonzalo Teruel)
Esta semana la provincia recibió las discusiones de la Mesa Nacional de Diálogo para la Agricultura Sustentable, un variopinto espacio convocado por el gobierno nacional y la pastoral social de la Iglesia que reúne a comunidades campesinas e indígenas, organizaciones de pequeños productores, y a las grandes compañías del negocio agroindustrial. En Salta, el modelo productivo argentino, sin embargo, no fue objeto de un serio debate.
Durante lunes y martes las charlas se realizaron en Embarcación en el caliente norte salteño y el miércoles tuvieron su cierre en Capital con la presencia del ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, y del gobernador Juan Urtubey. Encabezadas por el titular de la Comisión Episcopal, monseñor Jorge Lozano, las discusiones fueron respetuosas y abundaron en lugares comunes. Ni siquiera el secretario de Agricultura Familiar, Emilio Pérsico, se animó a cuestionar en profundidad el modelo agroexportador.
El barbado líder del Movimiento Evita siguió la tónica anodina de las exposiciones y abonó la idea de la armoniosa convivencia entre grandes empresarios sojeros y las pauperizadas comunidades indígenas y campesinas. Conversó con todos. Se rió con todos. Se abrazó con todos. Y a todos los llamó “compañeros”. Para Pérsico son “compañeros” los representantes de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria, de la Asociación de la Cadena de la Soja, de la Asociación de Semilleros Argentinos, entidades que nuclean a los grandes productores de soja del país y a compañías multinacionales del negocio biotecnológico como Monsanto, Syngenta o Nidera.
Durante los tres días de deliberaciones las grandes problemáticas del modelo productivo como la tenencia de la tierra y la sustentabilidad ambiental fueron abordadas sin enfoques novedosos. Pérsico y su par de Desarrollo Rural, Carla Campos Bilbao, evitaron confrontar con los representantes de la agricultura a gran escala y se limitaron a garantizar el sostenimiento de las comunidades que viven y producen desde la agricultura familiar.
En la misma línea de sus subordinados, el ministro Casamiquela evitó cualquier tipo de controversia en su paso por Salta. Se reunió con el gobernador Urtubey y con sus funcionarios, con intendentes y legisladores, y recibió a dirigentes de Prograno y de la Sociedad Rural. Entregó recursos monetarios para la provincia y anuncio una millonaria obra de riego que beneficiará a los tabacaleros del Valle de Lerma. Nada dijo, sin embargo, del incomodo tema de los desmontes.
Justo cuando Greenpeace realizaba una protesta frente al Cabildo contra la tala indiscriminada de los bosques salteños, Casamiquela y Urtubey se reunían -acompañados por Pérsico y Campos Bilbao- para hablar de desarrollo productivo pero ni mencionaron los desmontes. Consultado por la prensa, Casamiquela se justificó diciendo que es un tema que escapa a sus competencia y que le corresponde intervenir a la secretaría de Medio Ambiente, que depende no de Agricultura sino de Jefatura de Gabinete, y en última instancia a la provincia. Del corrimiento de la frontera agrícola y de la expansión del negocio sojero sobre los bosques que si son temas de su incumbencia no dijo nada.
Pérsico tampoco. El barbado dirigente kirchnerista no impugnó la política -productiva y ambiental- aplicada en la provincia y tampoco objetó a Urtubey a quién llamó “compañero”. La Mesa Nacional de Diálogo para la Agricultura Sustentable pasó sin pena ni gloria por Salta y no puso en tensión al histórico modelo de producción agrícola ganadero.
Parafraseando al escritor uruguayo Eduardo Galeano, esta Mesa para la Agricultura Sustentable “rasca, y rasca mucho, y rasca muy bien pero rasca donde no pica”.