La obra de la gestión Bettinista es inexplicable: un tramo perjudica a los vecinos y además conduce a los ciclistas a una trampa que podría ser mortal. ¿Tanto cuesta entender cómo funciona la ciudad? 

 L.S.

 A estas alturas, a casi 3 años de mandato de Bettina Romero en la Muni capitalina, uno puede imaginar que sus funcionarios apuestan entre sí quién realiza la obra más torpee insultante al sentido común. La obra que pelea en esta hipotética competencia es el tramo de la nueva ciclovía, que ocupa dos cuadras, detrás de La Veloz del Norte. Justamente esta semana vecinos se congregaron en la esquina de las calles  Obispo Romero y Anselmo Rojo porque no quieren esas inexplicables ciclovías ahí: “Están más al pedo que bocina de avión”, indicaron.

Rodrigo, uno delos damnificados por el nuevo trazo, confirmó a CUARTO PODER que nadie de la Muni se acercó a preguntarles a los vecinos qué opinaban sobre la obra. “No preguntaron, vinieron así de una”, confirmó una vecina. 

Están furibundos con la Muni y tienen razón: hay casas de familia, hay personas que tienen auto y que ahora no saben dónde dejarlo porque la calle doblemano es tan estrecha que se vuelve un peligro dejarlo en la misma cuadra que la ciclovía: un vehículo que pase desprevenido debería subirse a la bicisenda para esquivar otro auto, con el peligro que eso implica para los que anden por ahí pedaleando. 

“Están haciendo dos cuadras y media, termina atrás de La Veloz del norte y no tiene salida alguna a ningún lado”, indicaron. Por eso resaltan que la obra es injusta e innecesaria. Agregaron un detalle no menor: la zona es insegura, hace poco se robaron un auto. ¿Quién va a garantizar la seguridad de los que pedaleen por el lugar.

Falta de consulta e improvisación

No es la primera vez que hay problemas con las bicisendas. La última vez se armó todo un escándalo con las obras atrás del Hogar Escuela, que perjudicó el tránsito de autos y colectivos. Incluso había una zona de zigzag que ponía en peligro a los mismos ciclistas que esas ciclovías intentan proteger. En esa oportunidad la bicisenda se trazó sobre mano derecha donde están demarcadas todas las paradas de colectivos. Por su cercanía a la Terminal de Ómnibus, la calle San Juan se ocupa en sus márgenes por automovilistas que concurren al lugar. 

“La obra es un problema porque se achicó mucho el ancho de la calle, se me dificulta estacionar y encima el tránsito de bicicletas acá es nulo”, se quejó un vecino de la zona. Las mismas autoridades de Saeta confirmaron, en esa ocasión, que nadie de la Municipalidad les consultó. Esa es otra característica de la gestión Romero: no preguntar, avanzar y tratar de llevarse todo por delante.