Guido, el nieto de Estela de Carlotto, es un músico de 36 años que estudió piano y composición con grandes maestros. Tocó con varios referentes de la canción popular y se codeó con pares que profesaban el mismo mensaje que su abuela.

Quizás, cuando Estela de Carlotto estaba en la intimidad, agotada por su trabajo diario y constante en Abuelas de Plaza de Mayo, le daba play a “El témpano”, escrita por Adrián Abonizio y popularizada por Juan Carlos Baglietto. Quizás se sentía identificada con su letra, especialmente en la parte en la que dice “en las tardes tranquilas, cuando extraño todo, siento que todo no es lo que perdí. Una rosa de fe y aún a costa de perder, se pierde pero se gana”.

Quizás, alguna vez, Estela haya escuchado una versión de “El témpano” interpretada por Abonizio, y quizás (sólo quizás) en esa oportunidad el rosarino haya estado acompañado por el músico Ignacio Huber. O Guido, el hijo de Laura, el nieto de Estela.

Ignacio/Guido es un pianista de 36 años, oriundo de la ciudad bonaerense de Olavarría, que tocó con distintos músicos a lo largo de su carrera. Estudió en el Instituto Municipal de Música de Avellaneda, donde también pasaron algunos de los miembros de Bersuit Vergarabat, la banda que escribió una canción como “Vuelos”, basada en los siniestros Vuelos de la muerte que implementó la dictadura militar que mató a Laura Carlotto y se apropió de Guido.

Además, Guido tocó con músicos como Liliana Herrero y estudió composición con Juan “Pollo” Raffo.

Con el descubrimiento de su verdadera identidad, Guido se enfrenta a la partitura más difícil y emocionante de su vida. De ahora en más, escuchará de manera distinta la canción de Abonizio. Quizás se emocione con palabras como “voy hacia el fuego como la mariposa, y no hay rima que rime con vivir. No te pares, no te mates, sólo es una forma más de demorarse”.