Hoy, se materializó otra medida que impacta directamente en el ya golpeado bolsillo de los ciudadanos: el aumento del boleto interurbano, adelantado por la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMT). Esta decisión, justificada por la situación inflacionaria y la presión de las empresas operadoras, vuelve a poner de manifiesto la falta de consideración hacia los ciudadanos comunes.

Es comprensible que las empresas del transporte enfrenten aumentos en sus costos, especialmente en rubros sensibles como el combustible y los insumos. Sin embargo, lo que resulta cuestionable es la forma en que se trasladan automáticamente estos incrementos a los usuarios, sin evaluar alternativas o implementar medidas que amortigüen el impacto en la población.

La AMT, al adelantar la fecha para la aplicación del segundo aumento, demuestra una vez más una preocupante falta de empatía hacia los ciudadanos que dependen del transporte interurbano. La situación económica ya es difícil para muchos, y estas decisiones solo contribuyen a profundizar las dificultades financieras de quienes más necesitan apoyo.

Es especialmente decepcionante que, a pesar de los altos índices de inflación y los constantes ajustes, no se observen mejoras sustanciales en la calidad y eficiencia de los servicios de transporte. La ciudadanía continúa pagando más por un servicio que, en muchos casos, deja mucho que desear en términos de puntualidad y condiciones.

Los argumentos presentados, como el aumento del combustible y los insumos, son comprensibles, pero se echa de menos una mayor transparencia y rendición de cuentas por parte de las empresas. ¿Cómo se distribuyen exactamente estos aumentos en los costos operativos? ¿Se están implementando medidas de eficiencia y austeridad en la gestión de las empresas?

Además, la proyección de una inflación del 20% para el mes de diciembre no hace más que añadir incertidumbre a un escenario ya complicado. La población enfrenta, una vez más, la difícil tarea de ajustar sus presupuestos para adaptarse a la realidad económica cambiante.