Notas sobre “Soy copywriter y soy feliz”, de Daniel Parra (Autores Unidos JSV, 2024); reseña de la mercadotecnia y la cultura del spam en el norte argentino.

Por Mario Flores

En la era del cuento del trader y la estafa piramidal generalizada detrás del mensaje motivacional y la literatura emocional del yo (acaso la punta del iceberg de un movimiento pastiche de la autorreferencialidad, obsecuente al capitalismo de plataformas y la exposición figurativa por fuera del contenido), no escasean los productos bibliográficos -que no llamaremos libros, sino manuales- dirigidos específicamente a sectores que operan (o buscan la felicidad materialista en) dentro de los estamentos tecnocráticos del marketing digital, el coaching y las dudosas moralejas del protestantismo ligado a la programación neurolingüística usualmente forzados a estar relacionados con la cultura y la autogestión (aunque estén más cercanos a los esquemas Ponzi y el correo no deseado). Dado que la literatura se ocupa de los mismos temas que la sociedad, aunque en otro registro, no es de menor gravedad la cantidad de mensajes supeditados al chantaje emocional y el desquiciamiento económico piramidal de moda en la telaraña de redes sociales, que apuntan a quienes buscan “cumplir sueños” (es clave el uso de eufemismos emocionales en esta clase de textos: sueño, meta, emprender, alma, espíritu, resiliencia, victoria, voluntad, lo testimonial y lo supuestamente profundo) mediante mecanismos de figuración personal a través de mecanismos ficticios relacionados con el ámbito publicitario basura y el consumo de la cultura de masas de autores norteamericanos “emprendedores” que firman, en su mayoría, las biblias de estos movimientos centrados en la acción metodológica de la construcción consensuada de un relato de progreso y riqueza, tal como se entienden en la corriente de autoayuda new age tecnológica de principios de los años ochenta.

Hay cincuenta y cuatro errores en la publicación “Soy copywriter y soy feliz”, del tartagalense Daniel Parra, editada por Autores Unidos JSV en 2024 (sin mencionar el pleonasmo del título, ya de entrada). Poeta, copywriter y profesional de E-learning, el autor es además fundador del mismo sello editorial bajo el cual se publica este volumen de 132 páginas, dividido el contenido a modo de manual de herramientas para la redacción publicitaria, a saber, según entiende el término copywriting como “escritura persuasiva” para la producción de textos publicitarios. Por ello la división del contenido tiende a la instrucción didáctica: las técnicas de redacción (29 en total, incluyendo un apartado para la composición de guiones audiovisuales breves apuntados al tráfico de redes) no es detallada según ejemplos de su arco dramático o recursos lingüísticos del proceso creativo o técnico sino apenas descritas según el desglose de su terminología o las nomenclaturas en siglas. Una detrás de otra, las técnicas enumeradas por el autor, reiteran de manera indiscriminada -quizás demasiado rudimentaria y simplista- fórmulas completas y a veces hasta párrafos enteros repetidos, según la regla base de su discurrir dialéctico por la función del texto como pastiche o panegírico, posteo de Facebook o cita motivacional. Desde el edulcorado tono de aleccionamiento discursivo, Daniel Parra resume una herramienta discursiva testimonial según la cual instaura un mito de origen (dentro del mapa de la profesión del redactor publicitario), pero siendo ésta muy breve: el resto del contenido del manual se ubica a fines prácticos, veloces, explicados en sencillas palabras para el iniciado. Es decir, aun fuera del área literaria se inscribe dentro de los textos de iniciación dirigidos a un público no ilustrado ni lector, sino como un llamado de atención al mejor estilo coaching ontológico berreta de las charlas TED, los encuentros de impacto socioemocional donde se aplaude y se patalea en busca del producto mágico, y los speech ensayados de memoria, salpicados con términos en inglés propios de la informática o el ámbito social media (así como los traders se muestran en/con paisajes paradisíacos u objetos de lujo, según el estándar de consumo masificado de las posibles víctimas, que deben identificar como deseable lo que se les muestra para que “inviertan” en un vivir similar), la portada del manual es una foto chueca que muestra al autor sentado en un escritorio de oficina pulcra, que ratifica el “soy feliz” del título: porque, en última instancia, el objetivo del texto es proporcionar al lector ciertos recursos que le posibiliten dicha felicidad. Oh la felicidad, entendida según el mismo estándar cifrado por el like, el consumo masivo y la metaficción del capitalismo de plataformas.

Impreso en Docuprint, el libro contiene diversos errores de diseño y maquetación (márgenes internos y capitulación de contenido) y otros que atañen directamente al copypaste, siempre ubicados en la voz en español neutro del resumen que no ahonda en el núcleo sustancial de la enseñanza, sino que impele al reduccionismo parabólico: “Siempre debes escribirlo muy personal”, “conectar emocionalmente con tu audiencia”, “al hablar de sus deseos o carencias inicias una conexión emocional”, “al aplicar esta estructura narrativa podrás, conectar emocionalmente con tu audiencia”, “el objetivo es construir un argumento sólido que conecte emocionalmente con tu público”, “recuerda que la conexión emocional es vital”, “que resuenen emocionalmente con tu audiencia”, “debe ser emocionalmente motivador”, “herramienta de copywriting que te ayuda a conectar emocionalmente con tu audiencia”, “debe ser auténtico y emocional”, “crear textos que conecten emocionalmente con tu audiencia”, “que la historia sea más atractiva y emocionalmente resonante”, “toda buena historia tiene una moraleja”, “respaldar tus afirmaciones de manera emocional”, “complementa la conexión emocional”, “aumenta su comprensión y conexión emocional con lo que ofreces”, “aumentará su conexión emocional con tu propuesta”, “utiliza argumentos convincentes y emocionales”, “establecer una conexión emocional”, “utiliza un tono convincente y emocional”, “un texto que conecte emocionalmente”, “el poder de conectar emocionalmente”, “te conectarás emocionalmente con tu lector”, “descríbelo en términos que evoquen emociones”, “haz que tu prospecto se identifique emocionalmente”.

No se trata únicamente de la nula elocuencia, el vocabulario escueto y básico con el cual se interpela al nuevo redactor publicitario (o cualquier persona que tenga un “sueño” por cumplir) a ejemplificar su ejercicio de reiteración rudimentaria con la cual el texto está desarrollado, sino también con la línea estética y política en la cual se establecen los puntos de la sociedad líquida y el mercadeo interpersonal. Allí donde la cultura del spam (que justifica el discurso repetido y viral del spam como técnica legítima de persuasión) hace foco en el mundo de las emociones según el relato del héroe (cuya anagnórisis se identifica con el progreso, la posesión materialista, la ganancia de exposición virtual, el lenguaje de divisas, el sufrimiento desmedido por coincidir con los estándares y tendencias, y el consumo del turismo de masas según la cultura pochoclera del capitalismo elegante sport) como un medio para aliterar en el objeto (la víctima de la estafa, no el producto a exponer, ya que nunca hay producto tangible o intangible, sino que el rédito se ubica en la mayor cantidad de víctimas captadas) (o captación de clientes, según el eufemismo empresarial), cuyo desplazamiento vivencial se ubica en el espacio metalingüístico de las redes o los medios digitales, donde todo se pronuncia a la décima potencia.

“Sólo dos industrias llaman usuarios a sus clientes: el narcotráfico y el software”, indica el especialista de informática y derechos digitales Tristan Harris. Es por ello que el término ‘prospecto’ es apropiado para el uso del lenguaje que Daniel Parra, a lo largo del manual, ubica en el destinatario como depositario de una enseñanza clave, una prueba metódica, una cita de autoridad o incluso el contenido alterno a través de códigos QR que llevan al lector a más información, un curso de copywriting y la nada inocente propuesta de la editorial Autores Unidos JSV cuyo objetivo radica en “cumplir el sueño de nuevos escritores y publicar su libro”, máxima ya conocida por ser la puerta de entrada (también repetida, con la palabra “sueño” como anzuelo) de imprentas que se dicen editoriales y proyectos de difusión que funcionan mediante la propia suscripción.

Es justamente este tipo de contenidos y publicaciones, cuyo propósito repercute según sus numerarios, el caso de registros bibliográficos (teniendo en cuenta la importancia de tener más sellos editoriales recientes que produzcan contenido original -sic- en el norte argentino, que incluye la publicación de un libro titulado “De la inspiración a la publicación de un libro, íntegramente dedicada al proceso editorial desde una óptica dudosa que refleja mayor incidencia en el marketing que en la edición) de los cuales es debido tener cuidado. Precaución como lectores, pero también como público en general que acude en la pasividad del espectador promedio, a aplaudir estos desarrollos testimoniales anecdóticos cuyo índice se revela como la sinopsis de un paneo de búsquedas de internet, copiadas y pegadas sin mayor talento. Donde se habla de emociones como el verdadero producto con el cual se elaboran exitosas campañas (o el campo de batalla de la nueva era del consumismo ególatra del sistema), es allí donde hay mayor escasez de contenido.

Punto aparte para la anterior cita: “toda buena historia tiene una moraleja”. Que no es solamente la coyuntural falacia del arte contemporáneo, sino también una afirmación que resume todo lo anti literario.