Eliminan las elecciones de reinas para luchar contra la violencia simbólica hacia la mujer. En su lugar, habrá “representantes culturales” que podrán ser hombres y mujeres.
La Municipalidad de Gualeguaychú decidió eliminar las elecciones de reinas en los concursos de Reina del Turismo y Reina de los Corsos Matecito. La determinación tiene como objetivo luchar contra la violencia simbólica hacia la mujer. En su lugar, el municipio entregará el Premio Rony, que premiará la alegría y la cultura carnavalera. Allí se elegirán “representantes culturales”, que pueden ser tanto mujeres como hombres.
“Nuestro presente tiene entre sus conflictos más agudos la violencia contra la mujer, simbólica y física, cuestión que obliga a revisar nuestras prácticas, criterios y costumbres asociadas al modelo de mujer que representan”, indicaron desde el municipio. Asimismo, destacaron que la decisión también fue tomada por otras localidades del país como Villa La Angostura, Chivilcoy, Villa Gesell y Junín.
En un comunicado publicado en la web oficial de la Municipalidad, la intendencia de Gualeguaychú manifestó su postura en torno a cómo abordar la problemática de la violencia simbólica en estos concurso, donde la elección se definía “bajo ciertos criterios estéticos”, lo que “alimenta una imagen de la mujer como objeto, cosificada por la mirada social”.
“Se imparten criterios de belleza ligados a la cultura occidental en detrimento de otras culturas y se pondera como deseable la delgadez y la eterna juventud. Se margina con estos sentidos las luchas por el respeto y por la igualdad de la mujer“, remarcaron en el escrito.
Por otro lado, explicaron que, si bien es “una práctica extendida y naturalizada como estrategia de promoción turística”, los concursos de reinas infrige la Ley Nacional N° 26.485 de protección integral a las mujeres. Allí, se define a la violencia simbólica como aquella que “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, iconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.
“Este replanteo resulta indispensable porque es desde las representaciones que construimos nuestras prácticas, las formas de relación cotidiana, la ponderación sobre el otro, sobre la diferencia, sobre la igualdad, que sostenemos y reproducimos día a día”, agregaron y concluyeron: “Resulta necesario transformar los significados sociales negativos que cosifican a la mujer en tanto objeto de consumo; el Estado debe ser el primero en plantear la redefinición de estas tradiciones”.