La potente simbología de sexualidad  asociada a la cabellera femenina ha sido una constante sociocultural históricamente. Cada vez son más las mujeres que deciden raparse por diferentes motivos.

 El fervor que despertó el corte pixie de Vidal Sassoon a Mia Farrow en 1967 para La semilla del diablo certifica esa fascinación por ver a una mujer perdiendo a uno de sus supuestos estandartes de feminidad.

 

A lo largo de la historia las mujeres rapadas pasaron de ser consideradas como extrañas a verdaderas heroínas que sobrepasaban los estereotipos de género, éstos que señalan que una mujer debe tener una larga cabellera para ser considerada como tal.

Las actrices de Hollywood se encargaron de popularizarlo y como cosa que usan después es copiado por millones de mujeres en todo el mundo, no faltó demasiado para que este corte se extendiera. Pero desde hace tiempo cada vez más mujeres comunes y corrientes optan por el rape, aseguran “que es más cómodo”, por sobre todo.

Algunos ejemplos

¿Es que has cortado con alguien?». Una y otra vez la misma pregunta. La misma que Rose McGowan no dejó de escuchar en noviembre de 2015, fecha en la que se rapó la cabeza, contradiciendo todo lo que su agente le había recomendado («o tienes melena o los hombres de Hollywood no te darán papeles porque no van a querer follar contigo, y si no quieren follar contigo, no te darán papeles. Consérvala»). Se rapó para no sexualizarse más porque «me sentía como una muñeca hinchable, de esas que tienen el agujero en la boca».

 

Tessa Asplund, cuya foto enfrentándose a una manifestación neonazi en Suecia dio la vuelta al mundo; Adwoah Aboa, la supermodelo activista –fundadora de Gurls Talk– que ha hecho de su rapado una vía de escape a la omnipresencia de caucásicas con melena a lo Bündchen en la moda femenina o Emma Gonzalez, la adolescente superviviente al tiroteo en un instituto de Parkland (Florida) que se ha erigido en  voz y rostro de la rebelión del #NeverAgain, el movimiento estudiantil que pide reformar la legislación de las armas en EEUU. A González la extrema derecha la insulta llamándola «lesbiana cabeza rapada»