El médico psiquiatra Enrique Stola se define como feminista y habla sobre los daños emocionales de la violencia hacia las mujeres y el rol de los hombres en la búsqueda de sociedades más igualitarias. (Andrea Sztychmasjter)

Enrique Stola es psicoterapeuta, tiene entre otras corrientes, formación en psicoanálisis y se define como psicodramatista. “En Argentina hay excelentes psicoanalistas feministas como Irene Meler o Mabel Burín que continúan aportando al movimiento de mujeres y a la comprensión de los mecanismos sociales y psíquicos  que instrumenta la dominación masculina. Soy, en lo personal, muy crítico con  el machismo freudiano y la misoginia de Lacan”, manifestó.

Enrique Stola se define desde mediados de los años ‘80 como feminista. Serlo, explica, “es una definición política y una posición existencial”.

-A pesar de leyes y mayor visibilización de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, los casos de femicidios continúan. ¿Cuál es su visión respecto a esto?

Tanto las leyes de protección de los derechos humanos de las mujeres así como una mayor visibilización de la lucha contra la violencia son necesarias pero no suficientes. Debemos producir un cambio cultural, económico y social para que las mujeres y otros cuerpos feminizados por el poder masculino dejen de estar en una situación de subordinación. Miles de varones no quieren mujeres asesinadas, pero si esclavizadas. No quieren mujeres en las redes de trata, pero sí que continúen en situación de prostitución y al servicio de cualquier hombre en el espacio público o privado. La matanza de mujeres parece ser el terrible precio que las mujeres están pagando por liberarse de la dominación de género en el patriarcado capitalista.

-¿Cómo se aborda el feminismo desde la masculinidad?

Ser feminista es una posición política. El feminismo es un movimiento de liberación que no ha producido muertos ni guerras. Como bien enseña la filósofa feminista Diana Maffía, con un criterio científico podemos demostrar que las mujeres están peor que los varones en todos los países. Esa situación no es justa, es inmoral, por lo tanto algo tenemos que hacer. Y la orientación de qué hacer la dan los feminismos. Las mujeres vienen luchando desde hace siglos y a la vez produciendo teoría filosófica, sociológica, económica y otras que los varones y el colectivo LGTBIIQ es útil que conozcamos. Ellas van señalando los caminos. Un hombre feminista debe revisar cotidianamente su forma de estar y ser en la sociedad capitalista patriarcal, debe generar espacios igualitarios y democráticos sosteniendo y apoyando la lucha de las mujeres.

 

 -¿Cuál es el aporte de las consideradas “nuevas masculinidades” a la lucha en la búsqueda de sociedades mas igualitarias?

Los hombres, que gozamos en todas las clases sociales de beneficios que devienen de pertenecer al género dominador, hemos cambiado históricamente y lo hacemos actualmente a partir de que las mujeres dicen NO. Es la lucha que realiza el grupo dominado lo que modifica el espacio y la conducta del grupo dominador. Así los hombres de buena fe comienzan a reveer su modo de ser y estar en las configuraciones vinculares, lo que da lugar a novedosos posicionamientos masculinos. Esperemos que los varones que están en ese proceso de cambio lo profundicen, pues esto abre una brecha en el grupo dominador. Seguramente en algún momento las organizaciones de mujeres se darán estrategias para sumar a su lucha a los varones.

-¿Cómo ve la situación dentro del sistema judicial respecto a las sanciones a los agresores?

El poder judicial es hegemónicamente machista y patriarcal. Son un número limitado las y los funcionarios que trabajan bien, que están formados en género, que saben de qué se trata la violencia de género y abuso sexual contra niños y niñas. Uno escucha el padecimiento de las mujeres en la llamada justicia,  judicializadas por sobrevivir a la violencia de género extrema o que son madres sobrevivientes del abuso sexual de sus hijas e hijos, y solo puede sentir una profunda pena unida a una gran rabia. ¡Hay tanto macho-juez-jueza poderosos e insensibles!

-¿Se puede a través de psicodiagnóstico detectar a un potencial violento?

Si, hay técnicas que muestran las formas inadecuadas de manejar la agresión y la existencia de lábiles mecanismos inhibitorios. Pero esto no define a un asesino o a un macho-violento. Pueden dar mal las pruebas y no haber ejercido nunca violencia de género. Quien ejerce la violencia machista no es un enfermo. Dominan, golpean y matan porque lo sienten un derecho pues tienen la creencia que las mujeres le pertenecen.

-¿Cuáles son los daños emocionales de la violencia de género y abusos sexuales en la infancia?

Los abusos sexuales, las violaciones y todo lo que comprende la violencia sexual tienen consecuencias siempre graves para niños, niñas, adolescentes y mujeres. Nuestras sociedades sostienen una cultura de la violación y del maltrato de género sobre el cuerpo femenino y aquellos cuerpos que no se corresponden con la heterosexualidad obligatoria. Es tan poderosa esta cultura que las instituciones que deberían proteger a las víctimas se ocupan de descalificarlas y a la vez de proteger a las progenitores abusadores y a los machos que ejercen violencia de género extrema.

Niñas y niños que han sido abusados y no logran justicia (la mayoría está en esta situación) pueden tener serios problemas para desarrollarse socialmente y ejercer satisfactoriamente su sexualidad.  Las mujeres que sufren violencia padecen de estrés postraumático crónico, depresión u otras enfermedades crónicas.

No basta con declamaciones políticas ni la selfie con el apoyo al #NiUnaMenos para detener la violencia de género extrema. Debemos desactivar los diferentes modos en que la dominación masculina se expresa, fundamentalmente la violencia simbólica y las categorías masculinas de valorización social.