Milei miente: Siguen importando gas de Bolivia

Desde comienzo de año el Gobierno Nacional reivindicó la gestión y capacidad de contar con autoabastecimiento de combustibles, aunque la realidad día a día es otra.

 José Veronelli

Cada madrugada, entre las 4 y las 6 am hora Argentina, pasan por la frontera argentino-boliviana unos 15 camiones con 35 mil metros cúbicos de combustible para procesar y distribuir. En un país que tiene una reserva tan importante como Vaca Muerta es una triste ironía que se importe gas para alimentar al norte.

GNL en Salta

Desde fines de 2022 gran parte del norte salteño entró en preocupación por la inminente clausura definitiva del gasoducto que conectaba Tartagal con Bolivia a través del camino de Piquirenda–Acambuco. La ironía de tener una mega instalación de transporte de gas bajo sus pies, es que los habitantes de la zona no contaban con gas natural en sus casas.

El mercado del GNL actualmente representa cerca del 30% del mercado de gas intercambiado entre países, pasaría al 50% en 2030. El factor que más influye en este crecimiento del GNL, es que los costos de transporte a través de buques y de camiones cisternas, son mucho más económicos que por gasoductos a partir de una determinada distancia. La principal propiedad del gas natural licuado (GNL), es reducir su volumen unas 600 veces lo que hace rentable el transporte en recipientes especiales como son las cisternas criogénicas, sin necesidad de gasoductos.

Lo blanqueado

El norte exigía más de 10 millones de metros cúbicos por día hasta que la recesión empezó a tocar su puerta. La Cuenca Noroeste aportaba 3,5 millones de m3/día, otros 4 millones de m3/día eran despachados desde Bolivia y 2 millones llegaban desde Chile por el gasoducto Norandino, aunque este último ha tenido interrupciones en los últimos meses por cuestiones de pago.

El consumo de combustibles para el transporte de cargas se vió reducido en un 20%, un síntoma grave que los gobernantes no quieren ver. Incluso, para algunos asesores trasnochados es una buena noticia que el consumo se redujera, ya que implicaba menos fuga de divisas para pagar la importación de estos combustibles.

Hace un par de meses se difundió por la corneta oficialista que más 2 millones de metros cúbicos diarios entran por la frontera hacia la planta compresora de Pichanal (Orán) para evitar que centrales térmicas, industrias y estaciones de GNC del norte argentino vuelvan a sufrir cortes y restricciones. También es cierto que habían anunciado que “Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia (YPFB) comunicó a la Secretaría de Energía de la Nación que el próximo 31 de julio cortaba definitivamente los despachos al norte argentino”.

Cooperativas Internacionales

Como contrapartida, además de recibir gas importado, la frontera Salvador Mazza–Yacuiba tiene ingresos de transportes de mercadería pertenecientes a “Cooperativas Internacionales”, nutriendo así a la fuga de dólares que tanto le preocupan a los que están sentados en la caja de oro. La lógica del libre mercado pone a competir las producciones locales con las externas y en algún momento esto empujará a las PyMEs a cerrar o “reconvertirse” en importadores.

La falta de dólares en el país vecino intensifica la oferta e ingreso de producción o sólo transporte de productos finales importados de otros países con los cuales tienen convenios con beneficios impositivos que los convierten en competitivos.

La lógica aperturista de los gobiernos nacionales convierte al trabajo local en una víctima segura, un crimen que se va a cometer sin que nadie pague. Las estadísticas al respecto son claras y proyectan hasta fin de año una contracción del mercado formal e informal de trabajo que podría superar los récords del menemismo y la alianza.

La industria en terapia intensiva

La famosa y tan mediática instancia del “sobrestockeo” ya tocó su techo y en los próximos meses la preocupación es la reducción horaria, el pase a disponibilidad, las jubilaciones anticipadas y los despidos masivos para evitar el cierre de empresas. El ejercicio de cortar por lo más fino terminará siendo una avalancha de desempleados y más recesión en la economía argentina.

La teoría económica del gobierno nacional ignora que “secar la plaza” también implica secar la caja, y menos recaudación sobrevendrá en más ajuste fiscal. Más ajuste fiscal, tarde o temprano recaerá en recortes en salarios estatales, jubilaciones, educación, salud y el tan ansiado estado ausente que promueve el gobierno nacional.

Aniquilar el trabajo local es la peor medida que puede tomar cualquier gobierno que quiera gobernar los 4 años por los que fue votado. La promoción de las importaciones y el ajuste permanente en todo lo que no sean viajes y sueldos para la casta tiene como horizonte un estallido social más grande que el de De La Rúa.