El enfrentamiento entre pegatineros de Urtubey y Romero dejó como saldo un herido de gravedad: el ex concejal Carlos Marín. Los allegados a este acusan a los hermanos Chilo, señalados como custodios de Urutbey y verdaderos pesados nocturnos que trabajan con el cuidado de la Policía. (Federico Anzardi)
“Más o menos como a las dos y media, tres de la mañana, veníamos por la colectora de la Avenida Paraguay, en Villa Palacios, y aproximadamente unos 25 tipos vieron la camioneta desde la vereda de enfrente. Estaban haciendo pinturas de Urtubey. Se cruzaron con armas de fuego y piedras y una lamentablemente impactó en la cabeza de mi papá, que iba manejando”, relata Omar, de 25 años, hijo de Carlos Marín, empresario de la pegatina nocturna, un oficio que durante épocas de campaña se vuelve rentable y peligroso.
Lo ocurrido en la madrugada del 12 de marzo en la zona de la Coca Cola, en el sur de la ciudad, no es algo novedoso. Los enfrentamientos entre bandas de pegatineros proselitistas tienen la edad de la democracia y nunca pudieron ser detenidos. Se trata de una historia repleta de armas, heridos, muertos, políticos que apoyan y policías que hacen la vista gorda.
Al cierre de esta edición, Carlos Marín se encontraba internado en terapia intensiva del Hospital San Bernardo, con respirador artificial, en coma farmacológico y evolucionaba favorablemente pero con reservas. Una piedra lo golpeó mientras conducía su Volkswagen Amarok gris oscuro doble cabina. Los restos del hecho se perciben en el vehículo, estacionado al costado del hospital. El volante está impregnado de sangre, el vidrio del conductor está roto, las puertas y uno de los caños de la caja tienen abolladuras y la parte de atrás, donde trasladaron a Marín, también presenta restos de sangre del herido. Los familiares -asentados cerca de la camioneta hasta el viernes estacionada en la guardia del Hospital San Bernardo- señalan una piedra mediana puesta sobre una columna. Dicen que fue la que usaron para golpear a Marín y que tienen órdenes de no tocar nada.
“En ese momento, en el acto, mi papá quedó inconsciente. Lo bajamos, lo pusimos en la caja y lo trajimos acá. Estuvo inconsciente todo el tiempo. Es mentira que haya llegado por sus propios medios”, sigue Omar, desmintiendo las primeras versiones publicadas, y cuenta que cuando sucedió el hecho, su padre, su tío Federico y más personas que colaboran con Marín en las pegatinas, estaban controlando los trabajos que habían realizado por la zona en los últimos días. “Pasa que ellos, los Chilo, que son la gente que hizo esto, salen a romper todo lo que no es de Urtubey. Entonces nosotros estábamos controlando eso. Ellos ya conocen el vehículo, apenas lo vieron se abalanzaron. Esto es como Boca – River. Urtubey y Romero. Y ellos tienen apoyo policial. La Policía estaba a dos cuadras y ni se movió, no hizo nada. Nadie quedó detenido”, dice.
Tras el hecho, Federico Marín, aseguró que lo que sucedió con su hermano fue una emboscada con la ayuda de la Policía. “Nos cortaron la Paraguay, fue una emboscada. Antes de llegar a la pasarela ya veíamos las camionetas que cortaban, pasaban todos corriendo, tenían piedras, observábamos armas. Tomamos la colectora a mano derecha. De ahí también sale un grupo de personas, se para al frente, mi hermano disminuye la velocidad y ahí empieza. Fue una emboscada con la ayuda de la Policía”, relató en FM Capital.
Esto es Esparta
La banda de los hermanos Chilo es la señalada como la responsable del hecho, según la versión de la familia de Marín. Se trata de un grupo conocido como hombres fuertes de Juan Manuel Urtubey, la Pesada Personal del Gobernador. El líder, conocido como “Lupo” o “Búfalo” Chilo, recibió más de una denuncia pública en su contra. “Disparó la banda de los Chilo. Lupo era el cabecilla, él estaba”, asegura Omar Marín. Dice que “todo el mundo los conoce y sabe que son violentos”.
Los punteros políticos de la ciudad aseguran que el vínculo entre los Chilo y el gobernador se remonta a las épocas en las que Urtubey era Coordinador General del Programa Familia Propietaria, hoy Tierra y Hábitat, durante el primer gobierno de gobierno de Juan Carlos Romero en 1995. Lupo, un hombre de unos 45 años, es el líder de una banda de chicos jóvenes capaces de pelearse a muerte por el oficialismo. Las noticias aparecidas en el último lustro parecen confirmarlo.
En 2011, Oscar “Ollita” Arapa, un pegatinero que trabajaba para el propio Urtubey, denunció haber sido golpeado por la banda de los Chilo, a los que catalogaba como la seguridad privada del gobernador. “Yo trabajaba y fui contratado por Gustavo Sáenz, quien era el jefe de campaña de Miguel Isa. El que nos mandaba a nosotros era el señor Darío Madille, que es Subsecretario de la Municipalidad. Salíamos para la campaña del señor Urtubey, Lucas Godoy y Guido Giacosa”, relataba Arapa en septiembre de ese año. Agregaba que el 7 de abril de 2011, mientras estaban realizando pintadas en Avenida Chile y Líbano, llegaron unas cuarenta personas en tres o cuatro camionetas. “Me agarraron entre nueve personas, me metieron culatazos en la cabeza, me patearon, me desviaron la columna. Tuve que hacer una ampliación de la denuncia porque me hostigaban por teléfono diciendo que levante la denuncia, este señor Darío Marille me quería dar dos mil pesos y no es así la cosa”.
En 2013, pegatineros “U” fueron detenidos por golpear al vicegobernador Andrés Zottos, cuando éste los increpó al notar que estaban quitando carteles del PRS. Ese mismo año, en Villa Mitre, Carlos Marín y los Chilo tuvieron su primer enfrentamiento, el que en las madrugadas de pegatina se cree que fue el agravante que convirtió a la rivalidad en una cuestión personal. En junio, Marín denunciaba que los Chilo lo persiguieron hasta la Comisaría Primera, donde lo golpearon frente a cuatro policías que nunca reaccionaron. Omar Marín recuerda ese conflicto puntual, diciendo: “La Policía nos persiguió a nosotros y terminamos presos, y ellos nada”.
Marín, ex brigadista
Carlos Marín proviene del barrio Castañares, en la zona norte de la ciudad. Su padre era miembro del Partido Renovador y es quien lo introdujo en la política provincial. En 1983, con el retorno de la democracia, Marín empezó a militar formalmente. Al poco tiempo, se incorpora a La Brigada del PRS, como era conocida la banda pesada de los renovadores, un grupo similar a los que hoy se mantienen. Hacían de todo: pegatinas, pasacalles, pegaban carteles en las ciudades más importantes de la provincia y se enfrentaban a golpes cuando era necesario. Los cruces con la patota del PJ eran un verdadero clásico por esos años.
Con el tiempo, Marín se volvió muy cercano al que era el hombre fuerte del PRS: Ricardo Gómez Diez. Los viejos punteros consultados por este medio aseguran que empezó de chófer de Gómez Diez. La cercanía con Gómez Diez fue tal, que era conocido en el ámbito como “Gómez Cinco”, por su cercanía al poderoso legislador del PRS en ese entonces y su baja estatura. En el 89, el PRS ganó la presidencia del Concejo Deliberante. Marín se fue despegando de La Brigada. Se convirtió en el chofer de Gómez Diez. En el 91, cuando los renovadores ganaron la intendencia, Marín pasa a ser secretario. En el 93 logra ser concejal.
En 1997, La Brigada del Partido Renovador perdió fuerzas. Marín ya estaba alejado. Ese año comenzó su precaria empresa de pegatineros. Trabajaba para opositores de Romero pero con el tiempo aceptó colaborar para el ex gobernador. Se volvió el líder de un grupo práctico que no se ponía ninguna camiseta partidaria: laburaba para el mejor postor. Los servicios prestados incluían las pegatinas y también la defensa de lo realizado. Algunos testimonio indican que los enfrentamientos tampoco eran ajenos a Marín. En el 2007, cuando el PRS se sumó al frente que llevó a la gobernación a Juan Manuel Urtubey, Marín dejo el partido y partió junto a Ricardo Gómez Diez a fundar el Partido Propuesta Salteña. El emprendimiento pegatinero se habría consolidado desde entonces aunque siempre al servicio de fuerzas opositoras a Urtubey.
Algunos aseguran que ese tipo de trabajo se pusieron al servicio de Miguel Nani en Cafayate en el 2013. Actualmente esos servicios se prestan a la fórmula Romero – Olmedo que cuenta con el apoyo del viejo conductor de Carlos Marín: Ricardo Gómez Diez. El trabajo, sin embargo, está lejos de responder a una simple pasión militante porque el servicio se cobra como cualquier otro. Algunos, incluso, aseguran que el precio de cada afiche pegado se corresponde al precio de un litro de leche.
Pega y no es droga
Los pegatineros más viejos aseguran que en la provincia el conflicto empezó en 1983, durante la interna peronista entre Roberto Romero y Carlos Caro. Desde entonces, cada campaña presenta enfrentamientos entre los soldados rasos de cada partido. Una mezcla de punteros especuladores, pibes que no entienden nada y que van al frente, manejados en las sombras por los que sonríen para la foto. Así se fueron acumulando antecedentes graves: muertes, pérdidas de ojos, tobillos, heridas graves, balas, piedras, puñaladas.
Actualmente, los pegatineros de la oposición aseguran que la Policía tiene órdenes de evitar que los carteles de Urtubey sean tapados. Después de la agresión a su padre, Omar Marín dijo que hizo la denuncia en la Fiscalía 12, no fue a ninguna comisaría, porque no confía en esa institución.
La versión oficial de la Policía de la provincia es que se recibió un llamado pasadas las tres de la mañana del jueves 12. Al acudir a la zona del hecho encontraron a una sola persona, que acusó a Marín de haberlo agredido, a pesar de que no presentaba lesiones visibles. Al mismo tiempo, el hospital informaba el ingreso de Marín. Según la propia Policía, fue el propio herido quien dijo que lo habían agredido en un acto de pegatinas. La Policía negó haber encontrado vainas servidas, es decir, restos de balas, en el lugar.
Comunicado y acusación
El viernes, el Frente de Juan Carlos Romero y Alfredo Olmedo emitió un comunicado repudiando la agresión a Carlos Marín y acusando directamente a los Chilo, además de vincularlos con Juan Manuel Urtubey.
En el comunicado, difundido por el diario El Tribuno, Romero y Olmedo expresan su “más enérgico repudio frente a la salvaje agresión” contra un miembro de su espacio. “Un miembro de nuestro espacio, el ex concejal renovador Carlos Marín, se encuentra en terapia intensiva, luego de que miembros de la banda encabezada por los hermanos Chilo, que trabajan para la campaña de Juan Manuel Urtubey, disparasen balas y arrojasen piedras contra él y otros acompañantes”.
Agregan: “Los agresores ya tuvieron similares actitudes violentas durante la campaña del 2013 que fueron hechas públicas por los medios de comunicación, donde los Chilo se presentaban como custodios del gobernador”. Luego expresan: “En las últimas semanas hemos sufrido distintos amedrentamientos como la rotura de carteles de nuestro frente en la vía pública. Pero esta vez se superó un límite al atentar contra la vida de un ser humano”.
“Por eso llegó el momento de que todos los dirigentes y fuerzas políticas democráticas de la provincia digamos basta a estos violentos atropellos y exijamos a las autoridades provinciales reglas de convivencia para asegurar una campaña política en paz”, prosiguen, finalizando: “Expresamos nuestra solidaridad con la familia Marín, y nos comprometemos a exigir hasta las últimas consecuencias la condena judicial para los autores de tal acto de barbarie”.
Un antecedente pesado
En 2003, durante una caminata de campaña de Miguel Isa por el barrio Castañares, fue asesinado Juan Alberto Guerra tras un enfrentamiento. Por el hecho fue condenado a prisión en suspenso el entonces concejal René Siares. En mayo de 2006, el Partido Obrero aseguraba en un comunicado que al momento del asesinato de Guerra, “Siares era jefe de la seguridad de Isa, es decir su subordinado. Guerra fue muerto por la acción de una guardia armada que protegía al intendente en campaña”.
“El grupo que cometió el crimen había sido denunciado días antes por miembros del comité provincial del PO por haber golpeado a uno de sus militantes y realizado tiros de arma de fuego. El poder político se vale en este caso como en otros de sectores lúmpenes a los que el mismo poder condena a la marginalidad para usarlos como fuerza de choque”, continuaba el comunicado.
El 11 de mayo de 2006, el sitio ruraldesalta.org.ar informaba: “El Secretario legislativo Fernando Echazú reemplazará al Concejal condenado por la justicia, René Siares, tras su renuncia cumplida anoche. El nuevo edil asumirá en los próximos días después de la notificación correspondiente del Juzgado Federal. Para el Presidente del cuerpo Jorge Vidal Casas, la actitud del concejal condenado por la justicia fue un gesto de ‘altura y valentía’. Y criticó por AM840 Radio Salta la postura del Partido Obrero de insistir en estos últimos días con la expulsión del Concejal tras haber sido condenado a prisión en suspenso en el juicio por el caso Guerra. Los Concejales del PO le pedían al oficialismo tratar el caso de Siares con la misma rapidez y eficiencia con que se suspendió al renovador Carlos Marín por denunciar un supuesto caso de coima. ‘El bloque obrero buscó réditos políticos de esta delicada situación’, manifestó Vidal Casas”, decía el artículo, que nueve años después demuestra que las cosas siguen bastante igual, incluso con los mismos nombres.