Desde España, el pensador salteño analiza la política provincial. Su mirada sobre los influencer, los famosos y periodistas candidatos. Duro análisis sobre los que buscan eternizarse en el poder, y hacen del Estado un negocio familiar. 

Luis Alberto Caro Figueroa nació en la ciudad de Salta en 1958 y desde hace unos años vive en España. Pero nunca ha dejado de pensar en la provincia. Decimos «pensar», no como un sinónimo de nostalgia (aunque la hay), sino como una mente que analiza lo que sucede. La distancia es, a veces, una gran aliada de la lucidez. No es que Luis Caro Figueroa la necesite, siempre ha sabido mirar Salta con una envidiable claridad mental; con cariño, pero sin piedad. Y eso quedó demostrado, una vez más, en la entrevista que brindó a la periodista Marcela Pérez, en el programa de radio Interactiva

«En general la política de Salta, como la política argentina, ha experimentado en los últimos 30 años una gran pérdida de calidad,  que lamentablemente es poco perceptible en Salta en donde el fragor del combate político cotidiano impide ver los procesos de largo plazo», dice y acota: «Paradójicamente esta pérdida de calidad de la política coincide con un importante aumento de sus contenidos. Esto quiere decir que por un lado nuestra política es más rica, pero por otro lado es mucho más pobre que antaño. Lo más triste es que esta carencia nos afecta a todos, especialmente a las personas que menos poder tienen o que tienen menos posibilidades de influir sobre el poder, es decir a los ciudadanos más comunes a esta clase de ciudadanos, la pérdida de calidad de la política les priva de una herramienta fundamental para la defensa de sus derechos».

El desarme de los partidos políticos y la crisis económica en la Argentina tiene una consecuencia que Caro Figueroa ve en Europa: el aumento de la inmigración. Son más los argentinos que se van a probar suerte al viejo continente. «Yo diría que la inmigración está en el código genético de los argentinos y en especial de los argentinos más jóvenes porque yo creo que un país  cuya base humana está formada por la inmigración tiende a emigrar, pero no a echar raíces fuera. Hay mucha gente que viene a hacerse la América aquí y aquí es muy difícil. No es  para desanimar a nadie, pero hay mucha gente que viene con la idea equivocada de lo que es la vida en Europa, sobre las posibilidades de quedarse, de trabajar y formar una familia, de criar y educar a los hijos… no todos lo consiguen», aclara..  

Luego, en la charla durante la entrevista radial, vuelve a poner el foco en el país, al que califica como «anómalo» y difícil de encuadrar. «Es un país diferente, para peor. Y yo creo que por supuesto en esto tiene que ver en la en la caída de la calidad de la política en estos 40 últimos años porque en este tiempo nuestra democracia podría haber mejorado a pesar de que la política entró en un cono de sombras, hace mucho tiempo; sin embargo, la democracia no ha mejorado. Seguimos cultivando y practicando una democracia iliberal, es decir, un sistema insuficiente de poner en valor y de garantizar los derechos fundamentales y las libertades públicas, estamos paralizados precisamente por esa voracidad que tienen los dirigentes en pensar en las próximas elecciones, sin pensar más allá, en una sucesión de actos electorales, vacíos de contenido. Esto al tiempo que las demandas cívicas se multiplican en cantidad y en variedad. Las campañas son cada vez más planas, no aclaran, esto provoca una desafección ciudadana y esto genera una grieta entre los políticos, los dirigentes y los gobernados, que son los que tienen las necesidades», dice. 

Este contexto político es el que favorece el surgimiento de candidatos «famosos», «influencers». 

«En la base de esa especie de hartazgo ciudadano con la política se encuentra  este fenómeno, digamos de la salida es hacia los comunicadores, hacia los influencers, los famosos y gente que se dedica a la neurolingüística y ese tipo de cosas… me parece que como ciudadanos tienen todo el derecho a participar en la política es decir yo no soy partidario de una política de ciertos expertos, yo cada vez que veo un periodista como candidato intento ver a un ciudadano, no a un comunicador, es decir el comunicador que desembarque en la política, digamos, se desembaraza de su compromiso con la verdad y eso a mí me parece muy grave. Si uno nace comunicador, nace casado con la verdad e intenta llevar a cabo ese compromiso hasta las últimas consecuencias», dice. 

En este momento de la charla surgieron conceptos como periodismo militante. Y Caro Figueroa deja en claro su postura al respecto: «La opinión es libre y los periodistas, aquellos que no están muy por la labor de honrar la verdad y prefieren hacer un periodismo de ideología, pues también están en su derecho de hacerlo, pero los ciudadanos están en su derecho de distinguir entre unos entre unos y otros; yo lo que no entiendo bien es que un periodista que percibe un sueldo del Estado luego quiera reivindicar su independencia como periodista. Un periodista que percibió un sueldo del Estado -con todo respeto- es un funcionario del Estado y yo creo que así tiene que ser tratado, así tiene que ser visto por los ciudadanos. La profesión – yo no soy periodista soy una persona que consumo actualidad y que de alguna manera intento expresarme también libremente- es una actividad fundamental, el periodismo es fundamental para la democracia y para la democracia de calidad.

En este sentido, Caro Figueroa destacó el rol de Marcela Pérez por su forma de tratar la actualidad y dijo que es un gran aporte a la convivencia. «Disculpe que se lo diga al aire», dice. 

Volviendo al tema de la política, del que de todos modos nunca se había ido, Caro Figueroa habló de la multiplicación de pequeños partidos. 

«Hay por detrás una operación de ingeniería electoral. Este fenómeno de atomización y destrucción de los partidos políticos tradicionales en Salta, particularmente se dio cuando gobernaba el señor Urtubey. Esto es una herencia fatídica para el sistema político salteño, es decir los partidos políticos tienen una misión fundamental que no sólo es la intermediación entre los ciudadanos y el aparato del Estado sino también la de lograr acuerdos y la de simplificar los asuntos políticos que son muy complejos para que el ciudadano los entienda y los pueda decidir. Los partidos nuestros en la medida en que se vuelven digamos muy muy pequeños y muy pocos representativos (apenas representan al que tiene ahí el sello o incluso ni siquiera de eso) pues renuncian a esa misión de simplificar con lo cual para el ciudadano se le hace todo mucho más complicado», dice.

Sobre la renovación de candidatos, el abogado que reside en España deja en claro que «esto es como el fútbol,  efectivamente uno no puede pensar que Messi va a jugar hasta los 55 años o que Mascherano lo hará hasta los 70». 

«Esto es así usted seguramente conocerá en Salta algún caso de una familia que por generaciones viene ocupando lugares en las listas electorales y conquista cargos y demás, ¿no es cierto bueno?, yo también conozco, yo también conozco varias familias, afortunadamente no es mi caso porque mi padre crió a sus hijos con la idea expresa de no formar una herencia y de no perpetuarlos en el ejercicio de las funciones públicas. Yo creo que el político tiene un ciclo de vida útil y que los ciudadanos demandan una renovación de las élites políticas con mayor frecuencia. Esto, qué quiere decirnos. Necesitamos dirigentes no solamente nuevos, aunque sean inexpertos porque cualquier ciudadano tiene el derecho a equivocarse como se han equivocado otros, entonces tenemos que ir a buscar en esa cantera un poco inexplorada».

Añade que en Santa nosotros necesitamos candidatos que están dispuestos a correr con el riesgo de la impopularidad, es decir los problemas que nosotros tenemos, que son graves son complejos y son duraderos, no se solucionan con medidas de carácter populista o medidas que agraden a todo el mundo. 

«Se necesitan medidas que son antipáticas por lo general y entonces hay que buscar políticos que estén dispuestos a inmolarse, por decirlo de alguna forma y eso no son los políticos tradicionales, porque los tradicionales son los que quieren mantener la vaca atada, no solamente en la vida de ellos, sino también en la vida de sus hijos, sus nietos y sus tataranietos como sucede y lo tengo que mencionar con el senador Juan Carlos Romero», dice. 

Y ahonda: «Estos señores (por los Romero) a los que yo conozco bastante y aprecio también en su justa medida tienen la sensación de ser los Kennedy del norte de la Argentina cuando realmente yo repetiría la la frase de este señor que se llamaba loite de Lloyd Benson que le dijo a Dan Way: «Senator your not the Jack Kennedy». Usted no es  Jack Kennedy. Las cosas en su en su justo lugar. En Salta somos somos muchos, hace falta lo que se llama modestia democrática, es decir que el que gobierna hacia un grupo, una familia, un club, una tribu, un clan o lo que sea necesita básicamente de la cooperación del diferente, de la inteligencia. Si se desprecia al diferente, al contrario, si se lo quiere expulsar del territorio como sucede en Salta, no hay democracia posible, no hay una democracia de uno solo medio de una democracia de un iluminado que tenga las claves del universo para poder decodificar absolutamente todo».

La corte

Por último Caro Figueroa habla de la idea de modificar la corte de Justicia, con 25 miembros. «Es un proyecto muy pobre, técnicamente muy pobre,  además que no asegura y garantiza de ningún modo que una provincia vaya a tener un juez en la Corte de Justicia a 25 miembros. Yo comparé la Corte con la Selección de Fútbol. Allí tienen que estar los mejores, en la selección federal no hay ningún salteño, no hay santiagueño, no hay ningún jujeño, catamarqueño etcétera, etcétera y no, por eso digamos la selección funciona mal», dice. «Que las decisiones del más alto tribunal de justicia del país no sean del todo compartidas por el gobierno nacional es otra cuestión, eso pasa en muchos países del mundo, pasa aquí en España por ejemplo», acota.

En el caso de la Corte de Salta,  hay una propuesta de no renovar y reducir el número de de miembros de la Corte.

«Cuando el gobierno envió el proyecto de elevar de 7 a 9 el número de miembros de la Corte yo me opuse con algún fundamento y en fin se los hice saber a gente que tenía algún poder de decisión allí en Salta evidentemente con una legisladora legislatura dócil y con una mayoría prácticamente automática ese proyecto salió adelante sin ningún fundamento porque además el el esa digamos modificación del número de jueces traía aparejada la división de la Corte en salas, claro, no sé si usted se acuerda integrado por por cuatro magistrados por cuatro jueces. Sí es decir con el con el voto de tres jueces se puede despachar un asunto importante en Salta, eso va en contra de lo que establece el artículo 32 de la Ley Orgánica del Poder Judicial donde establece claramente cuál es el régimen de mayoría decir los salteños tienen los salteños tienen todo el derecho a que sus asuntos sean despachados con un mínimo de 5 votos en la Corte de Justicia de Salta», recuerda. 

Y acota: «el tema este del argumento de la celeridad de la tramitación de los asuntos judiciales, eso también está entre dicho porque una corte a 9 es sobre todo en asuntos de competencia originarios donde tienen que votar los nueve significa que el expediente da nueve vueltas sí y entonces pues allí el análisis obligadamente es más detenido, más pormenorizado y lleva más tiempo. Yo creo que en esa operación de aumento de la Corte a 9 hay también una especie de sensación de impotencia del gobierno que ve que tiene que heredar jueces designados, imagínense el doctor Guillermo Catalano todavía juez de la misma y fue designado prácticamente en el último día del mandato del gobernador Romero y está todavía ahí a la espera a la espera de su jubilación. Probablemente al gobierno de Sáenz le gustaría tener otra persona ahí».