Un informe de auditoría en el departamento de maternidad e infancia del hospital de Orán, vuelve a poner sobre la mesa las fallas estructurales de la salud pública: bajo presupuesto e incremento de la demanda vinculada a tocoginecología y neonatología en un nosocomio con 21 muertes de niños entre 1 día y 11 meses de vida. (A.R.)

El informe en cuestión fue publicado el martes pasado. Y aunque el periodo evaluado fue el año 2012, las conclusiones dejan ver la precariedad de la salud pública en uno de los departamentos más importantes de la provincia. Como sucede en estos casos, los auditores realizaron un informe preliminar que remitieron a los “evaluados” a fin de que estos realizaran los descargos pertinentes, cosa que finalmente no ocurrió.

Los auditores delimitaron con precisión el área de evaluación: los sectores de Tocoginecología y Neonatología. El primero se divide en dos: la ginecología propiamente dicha y la obstetricia, que se ocupa de la mujer durante su el embarazo, parto y puerperio. Con respecto a la neonatología, hay que decir que se relaciona con la rama de la pediatría dedicada al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades durante los primeros 28 días de vida. Después de este periodo, al niño ya se lo considera un “lactante” y entra en el campo de la pediatría propiamente dicha, una especialidad que también posee sus periodos como la “lactante menor” que va desde el primer mes de vida al año.

Si toda esta introducción se hizo necesaria es porque ello permite encuadrar realidades lacerantes. Los auditores registraron en esas áreas, durante el año 2012, un total de 21 niños fallecidos de entre 1 día y 11 meses de vida. Las características de esas defunciones fueron las siguientes: 10 niños fallecidos el periodo neonatal precoz (de 1 a 7 días de vida); 3 niños en periodo neonatal tardío (de 7 a 28 días de vida); y 8 niños en periodo post neonatal (de 28 a 11 meses de vida). Las cifras supusieron una merma de la mortalidad infantil registrada en ese nosocomio con respecto al año 2011 donde los niños fallecidos habían sido 37, pero siguen evidenciando que en el marco de un departamento con problemas estructurales de pobreza, los escasos recursos de ese hospital de cabecera no hacen más que complicar aun mas la situación.

Un escenario que no ayuda

Aunque evidentemente esos son los datos más dramáticos, hubieron otros que ponen en duda el cumpliendo de la Ley Nacional Nº 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes: “Los Organismos del Estado tienen la responsabilidad indelegable de establecer, controlar y garantizar el cumplimiento de las políticas públicas con carácter federal” (…) “Las políticas públicas de los Organismos del Estado deben garantizar con absoluta prioridad el ejercicio de los derechos de las niñas, niños y adolescentes”.

Las dudas se acrecientan más si se tiene en cuenta el contexto socioeconómico con carencias estructurales de recursos en el que funciona ese hospital. Con respecto al primer punto, conviene recordar que los índices demográficos y de necesidades básicas insatisfechas de Orán son preocupantes. Lo demográfico muestra la alta tasa de natalidad de ese departamento que fácilmente puede corroborarse con el censo 2010: mientras la media nacional indica que el 8,31% de la población argentina tiene entre 0 y 4 años (3.337.652 sobre un total de 40.117.096), esa estadística muestra que en toda Salta la media es del 9,95% (120.847 sobre 1.214.441) y que en Orán el porcentaje se estira al 11,33% (15.733 sobre 138.838).

Ese mayor índice de natalidad también fue reflejado por los auditores. Y es que en el Hospital de Orán, la demanda de consultas tocoginecologicas y de neonatología es superior a la demanda de consultas generales. Durante el ejercicio 2012, por ejemplo, el total de consultas que incluyeron a las especialidades médicas de todo tipo ascendió a 244.792, lo que supuso un incremento con respecto al 2011 de 23.237.  La demanda para el servicio de tocoginecología, mientras tanto, llegaron a la cifra de 24.835. La cifra resulta de la suma de las consultas en consultorios externos, emergencias o guardias y atención primaria de la salud. Un número que representa 2.126 consultas más de las que se habían realizado en el 2011. Las sumas y restas muestran entonces que el incremento de este tipo de consultas representa un incremento del 14,40% en relación al ejercicio anterior, porcentaje superior al promedio del aumento que se verificó en el total de las 19 modalidades de consultas que fue del  9,49%.

No es lo único para resaltar. Y es que cuando uno sigue el ejercicio de los auditores y discrimina la cantidad de consultas por “consultorios externos” y las “emergencias o guardias”, descubre que entre estas últimas el número es mayor (73.127 sobre 47.510). Podría resultar un dato más, salvo por hecho de que el Plan Quinquenal de Salud 2011-2016, publicado por el Ministerio de Salud Pública de la Provincia, presenta al hospital como un modelo sanitario integral que prioriza a la prevención sobre la curación, por lo que la cantidad de consultas externas deberían ser mayores a las de emergencia o por guardia.

Personal escaso

Retomemos el caso de las consultas para preguntarnos sobre el trabajo que realizan los que atienden las mismas y las condiciones en la que lo hacen. El ejercicio sólo arrojara un poco más de desolación. Para confirmarlo, recordemos que la demanda de tocoginecología representa un 10,15% del total de las consultas realizadas al hospital (24.835 sobre 244.792). Un porcentaje que según constataron los auditores, se amplía al 16,76 % cuando se comparan únicamente las de Consultorios Externos. (7.968/47.510). Un hospital que además, protagonizó durante el 2012 un total de 2.669 partos institucionales de los cuales 1.698 (64 %) fueron normales; 956 (35,5 %) por cesárea y 15 (0,5%) por método fórceps. Sin olvidar que tal como lo registraron los mismos auditores, las intervenciones por abortos incompletos (incluyen los espontáneos y los provocados) realizadas por el Programa ascendieron a 769, lo que representa el 34,86% del total de las cirugías del sector (2.206).

Las condiciones en las que esos profesionales llevan adelante esa enorme tarea, inclinan a los críticos a reprimir las críticas.  Durante el 2012, el Programa tenía 45 personas: 25 de planta permanente y 20 de planta transitoria distribuidos de la siguiente manera: 1 instructor, 13 profesionales universitarios, 9 residentes, 20 enfermeros y 2 administrativos que en conjunto cobraron durante todo el año 2012 la suma de $6.151.628. Monto que representó el 8,72% del total del dinero destinado por ese hospital al pago del personal que, según la ejecución presupuestaria del 2012, fue de $70.533.396. Setenta millones que, a su vez, representó casi el 94% del total utilizado por ese hospital para funcionar todo un año: $75.082.443. Lo que ese hospital destinó al área de neonatología, es aun menor. Durante el 2012, ese sector contaba con un total de 26 agentes (6 eran profesionales universitarios pediatras, 18 enfermeros, 1 técnico y 1 encargado de mantenimiento) que entre todos cobraron un total de $2.917.795, es decir un 4,14% de lo destinado al personal.

Las precariedades, por supuesto, no son sólo salariales. Los auditores detectaron que los profesionales universitarios del programa de neonatología no poseían especialización en tal área; el número de profesionales para las prestaciones de urgencia incluía sólo 11 especialistas que se vieron obligados a superar las horas guardias autorizadas; la cantidad de médicos de tocoginecología no permitía cubrir los requerimientos necesarios por lo que esos médicos debieron superar las 120 horas guardias mensuales; y a pesar de ello no se designaron médicos residentes para ocupar los puestos vacantes como lo establece la Ley. De allí que una de las recomendaciones que realizaran los auditores al hospital, fue que gestionaran ante el ministerio el incremento de profesionales médicos de planta permanente y transitoria.

Algo que hasta ahora nadie ha confirmado porque como ya se había detectado con la situación del Hospital de Cafayate, el relato “U” va por un lado y la realidad por otro.