LLA: La Lealtad Atraza

Como todos los 17 de Octubre, algunos dirigentes políticos salteños se rasgaron las vestiduras y ofrendaron declarativamente la vida por Juan Domingo Perón. Pero temerosos de aparecer en medio de tanto desprestigio este año ni siquiera hicieron un acto. Si existe un lugar del cual la lealtad se escapó por las hendijas es en el peronismo salteño. Aunque tuvo tiempos mejores, esta fuerza expresa el contenido pleno de la “casta” que tanto ataca el León libertario. Los traidores han conducido este partido más tiempo que los leales, pero poco les importa.

El perfil movimientista de un peronismo que cobijó en su estructura a militantes y dirigentes de la más variada ideología reprodujo el momento más doloroso con la desaparición del médico Miguel Ragone. Podrían recuperarse pilas de documentos en los que los propios peronistas pedían su destitución al General y le manifestaban repudio cotidiano. Hasta se animaron a golpear las puertas del regimiento salteño rogando que lo sacaran por la fuerza de la entonces céntrica Casa de Gobierno.

Son ellos los que sembraron sospechas de que era revolucionario marxista y terminaron convenciendo a los verdugos del ejército de que había que desaparecerlo. Cuando lo secuestraron algunos cínicamente fingieron preocupación y otros callaron. 

La estirpe del romerato

Entre los ’80 y ‘90 el romerato copó al peronismo local con el creador de una dinastía animada por intereses empresariales más que políticos. Roberto Romero, que venía del radicalismo frondizista (UCRI) y que mantuvo bajo sospecha sobre el origen de su riqueza- tuvo que enfrentar a los sectores conservadores del peronismo que se agruparon con Hernán Cornejo y entraron a la Casa de Gobierno en 1987. La pelea de “negros” y “cholos” inauguró otra era de traiciones para beneficiar al naciente PRS que fundó el Capitán de Navío Roberto Augusto Ulloa.

En 1995 el peronismo regresó al poder con un joven Juan Romero que se encargó de aniquilar las 20 verdades peronistas a la par que abrazaba a otro traidor de las ideas de su líder: Carlos Saúl Menem. 

Como era de esperarse, al justicialismo no le quedó ni la casa partidaria de la calle Zuviría que todavía pertenece a la Fundación Argentina Solidaria que dirigía el desaparecido Angel Mariano Torres. En ese tiempo a los díscolos se los tiraba por la ventana o al calabozo, como ocurrió con el caso del sospechoso intendente capitalino Juan Carlos Villamayor.

El hoy senador nacional terminó liderando la expresión contraria al peronismo y hoy tiene estrechos vínculos políticos con La Libertad Avanza y económicos con el PRO de Mauricio Macri. Eso sí, disfraza semejante mudanza ideológica con su afinidad política con el “Peronismo Republicano” presidido por otro hábil sobreviniente de la política: Miguel Pichetto.

El accidente urtubeysta

Enamorados del poder, los peronistas del romerato incorporaron como autoridad política máxima a Juan Urtubey una vez que alcanzó la gobernación en 2007, luego de que Miguel Isa traicionara a Walter Wayar, bendecido como sucesor de Juan Romero en la vidriera, pero sometido a la deslealtad en las bambalinas de la capital. Casi todos se quedaron con Urtubey cuando se enfrentó con Juan Romero en una lucha que llegó a los estrados de la justicia. Ninguno de los púgiles era nacional ni popular, pero eso no importaba.

Aunque en 2005 había sido presidente del Bloque de Diputados Nacionales Justicialistas, en 2007 Urtubey echó a todos los justicialistas que tenían olor a romerato o romeGato de la sede de la calle Zuviría y diluyó el PJ en los frentes kirchneristas durante una década más que infame. Muchos dirigentes se fueron al Partido de la Victoria y luego se perdieron en otros rumbos innombrables. Antonio Marocco -vicegobernador de Sáenz- es uno de los que hoy esconde sus vínculos con el lujurioso Alberto Fernández y su pertenencia al partido que fundó el ex presidente.

Urtubey insiste en una tercera vía lejana al peronismo que lo vio nacer. Ya no puede alcanzar un pedazo de todo el poder que soñó hace apenas cinco años. No aspira a ser Presidente -sabe que no puede- pero busca con habilidad regresar al Congreso de la Nación.

La deslealtad con Sáenz

Ese Urtubey es el mismo que digitó a gusto y placer en el PJ salteño e hizo tropezar a Gustavo Sáenz cuando buscó la reelección de la banca a senador por capital en 2013 y el Partido Obrero terminó triunfando en una elección inédita. Ellos prefirieron a los “troscos” antes que a los “compañeros”. 

Ante la traición, Sáenz tuvo que postularse en 2015 por un frente de centroderecha liderado por Juan Romero y Alfredo “Cepillo” Olmedo para regresar al ruedo político. Aunque alguna vez presidió la Juventud Peronista hoy tiene partido propio (PAIS) y no desea regresar. 

Es por eso que las riendas fueran tomadas por Pablo Outes y su nefasto secretario personal Antonio Hucena para terminar con la derrota dolorosa de un aparato aparentemente grandioso frente a las huestes de Javier Milei. 

Un presente para olvidar

Un repaso por las actuales autoridades partidarias habla de que tras la salida de Pablo Outes lo preside -por primera vez en la historia- Esteban Amat Lacroix dirigente del sector tabacalero que siempre estuvo en la vereda contraria al peronismo .

Ante la voracidad de casi todos los que buscan un lugar dentro del consejo partidario, no tuvieron más remedio que designar cuatro vicepresidentes y nueve secretarios. Varios de ellos fueron candidatos y legisladores por el macrismo en 2017 y 2019 y otros están cerca de ir presos. Ni hablar de los peronistas oranenses sospechados de buscar alianzas con narcotraficantes.

Si bien no existe el peronómetro, un gesto considerado hacia los militantes de toda la vida podría evitar la fragua de antecedentes falsos de varios de los congresales o consejeros, y postergar a los impostores cuando se repartan las credenciales partidarias por las que algunos todavía deliran.

La profundidad de las grietas internas nacionales

Cristina Fernández viuda de Kirchner y Ricardo Quintela, que se disputan la conducción del PJ nacional, son dos apóstatas del peronismo de Perón. Para sumirlos más en la contradicción una vicepresidente que los repudia como Victoria Villaroel visitó a Isabel Perón y le brindó un homenaje que reabre heridas profundas. Es que última esposa del General es la que abrió la puerta del exterminio de la izquierda peronista un año antes del golpe militar de 1976. 

Ninguna de las candidaturas puede negar que podría tener el apoyo encubierto de Javier Milei que mantiene posturas oscilantes. Hasta hace un mes el Presidente y la viuda de Kirchner jugaban a la polarización con sus figuras. Hoy aparece para competir un gobernador que en poco tiempo deberá sacrificar toda la dignidad para evitar la explosión de su gestión luego de varios desvaríos que incluyeron la emisión de moneda provincial. El PJ para él parece el último salvavidas con el que podría negociar beneficios locales. De no lograrlo solamente quedará la capitulación.

Como no podría ser de otra manera, los peronistas salteños son los que en esta semana juraron lealtad y se pronunciaron apoyando la candidatura de Ricardo Quintela. Con sus antecedentes, el riojano tiene en Salta la derrota asegurada. Si gana la viuda, Esteban Amat Lacroix y todo el grupo de funcionarios, intendentes y legisladores oficialistas que tienen “chapitas” de autoridad peronista será intervenido y tendrán que entregar las llaves de la casa. Están cerca del papelón.