El mundo empresarial y los nuevos portales de «emprendedurismo y negocios» anuncian con euforia la llegada del «boom del litio» a Salta, una suerte de milagro productivo que sacará del atraso histórico a las provincias del NOA. Aquí algunas cifras y motivos para pasar de la expectativa a la suspicacia. (Nicolás Bignante)

En el establishment mediático nacional ya se habla de la «Vaca Muerta del NOA». «Desarrollo productivo» y «creación de puestos de trabajo» son algunos de los conceptos que rebotan casi de manera acrítica en la opinión pública cada vez que se habla del «Oro blanco». No es para menos si se consideran las dimensiones reales de mineral que podrían extraerse del llamado «Triángulo del litio» conformado por regiones de Bolivia, Argentina y Chile. El territorio cuyos ejes lo componen el salar de Uyuni (Bolivia), el salar de Atacama (Chile) y el salar de Hombre Muerto (Argentina), concentra el 85% de las reservas de litio a nivel mundial. En el territorio provincial se estima que hay unas 876.000 hectáreas de las que se pueden extraer cantidades exorbitantes del metal blando.

Los tres principales emprendimientos mineros con presencia en la puna salteña proyectan una extracción anual de 95.000 toneladas de mineral. Se trata de la canadiense Enirgi Group, la francesa Eramet y la surcoreana Posco. La inversión estimada de estas dos últimas firmas roza los mil millones de dólares.

 

Sin embargo, no se trata aquí de la cantidad de litio que pueda extraerse, sino del estrecho límite entre desarrollo local y capitalismo salvaje extractivista. De los tres países que integran el triángulo del litio, Argentina es el que al día de hoy resulta más «atractivo» para los inversores extranjeros interesados en el mineral. Claro que esto está lejos de ser una bondad; más bien se explica por lo endeble de la legislación minera nacional -regalías minúsculas- y por el amplio margen de acción que se les brinda a los capitales privados. En Bolivia, por el contrario, los yacimientos mineros están nacionalizados y en Chile el Estado concentra la producción.

De las provincias argentinas que integran la gran extensión de litio, Salta es la que mayor flexibilidad ostenta en sus políticas frente a las empresas extranjeras. A esto debe añadirse que las políticas ambientales de la provincia resultan notoriamente laxas cada vez que de negocios millonarios se trata. De hecho poco y nada se habla sobre el deterioro ambiental que una actividad de estas características podría ocasionar de no llevarse adelante en forma ordenada. Según apuntan diferentes investigaciones llevadas a cabo en nuestro país, para la obtención de una tonelada de este mineral se precisan 2 millones de litros de agua. Si se multiplica ese número por 95.000 se podrá dimensionar la cantidad de líquido que se extraerá de los humedales salteños, a lo largo de un año, en tan solo tres emprendimientos.

La posibilidad de diversificar la producción y avanzar en la fabricación de baterías y otros productos en la provincia, no se contempla ni por asomo. En los 19 salares distribuidos por todo el territorio provincial hay al menos una empresa foránea realizando algún tipo de actividad; la mayoría de ellos, aún están en la etapa primaria. En la planta de extracción de Hombre Muerto trabajan unos cinco operarios, mientras que en la de Llullaillaco operan veinte. El resto de los pobladores, ven pasar el progreso en forma de vehículos con patente extranjera.

Salta prevé encabezar la lista de provincias productoras en 2023 con 110.000 toneladas anuales (38%), según se proyecta desde la Secretaría de Minería de la Nación. Resta determinar si el empleo y el desarrollo prometidos finalmente serán un hecho o, como siempre, las vaquitas serán ajenas.