Más de 60 días de paro en el ingenio que hace dos décadas aumenta la producción y las ganancias mientras expulsa mano de obra. Historia de un saqueo en el que la multinacional yanqui supera en poder a los trabajadores a quienes la iglesia pide claudicar en la lucha. (Silvana Brezzina)

De 2009 a esta parte, todos los años, algunos más crueles que otros, se sucedieron ininterrumpidamente fuertes conflictos entre el Sindicato del azúcar y la multinacional norteamericana emplazada desde 1996 en el norte salteño.

Enmarcadas ahora en negociaciones paritarias, detrás de los acuerdos o desacuerdos por el precio del trabajo, subyacen las luchas de intereses que mueven a los sectores en disputa por un poder que inspira de manera distinta a sus principales protagonistas; aunque habremos de reconocer que el empresariado encuentra siempre-y en abundancia- quien lo quiera representar mientras el poder sindical lo consigue sólo de vez en cuando.

No es éste el único conflicto que viven las comunidades del departamento Orán a lo largo de su historia económica agroindustrial. Por el contrario, Tabacal representó desde siempre un fenómeno resistido por minorías que ya no lo son tanto, y con la llegada de la SeaboardCorporation se experimentó un auge de los grupos de resistencia que hoy materializa la conducción del Sindicato. Antes de ello, los enfrentamientos con las comunidades originarias por la propiedad de las tierrasfueron el ejemplo de oposición a la política empresaria dominante.

Hasta el año 2009 no se había dado un conflicto tal. El último había ocurrido en diciembre de 1990 cuando se experimentó un fenómeno social único, del cual quedan pocos memoriosos que lo quieran contar. En aquel año que inicióla década infame de la Argentina, se unificó por primera y última vez el reclamo de trabajadores “obreros” y “empleados”(estos últimos denominados los “fuera de convenio”) grupo que por única vez se plegó a una protesta contra la empresa.

La situación social lo ameritaba, soportaron 6 meses consecutivos sin cobrar sueldos cuando todavía administraban los primeros dueños/herederos-los hijos del fundador del ingenio Tabacal,Robustiano Patrón Costas-que lo llevaron a la quiebra. Aquellas protestas que instauraron la novedosa modalidad del corte de ruta piquetero, serían luego imitadas en todo el país cobrando fama con los trabajadores que resistieron, desde Mosconi a Cutralcó, las privatizaciones de las empresas públicas.

Aquel diciembre de 1990-como sucede hasta hoy-, aquellos empleados y obreros recibieron a gran escala el escarmiento de las fuerzas de seguridad que a palazos consiguieron la amnesia que perdura en la clase media local.

De1990 a1996 pasaron muchas cosas: quebraron los Patrón Costas, la protesta de los trabajadores después de un año de padecimientos obligó al Estado a hacerse cargo de la empresa, y en 1996 se instala la empresaSeaboard que compró el ingenio.

Más producción, menos trabajo

De 1996 a hoy, pasaron otras tantas cosas más: aumentó la producción local -incremento de hectáreas netas de caña propia, incremento de toneladas de azucar, incremento de la capacidad fabril, aumento de la producción de alcohol, producción de energía eléctrica y biocombustible con incorporación de nuevas plantas. Todo con el desarrollo en escala ascendente de Unidades de Negocios prósperas en azúcar, energía y alcohol.

Paradójicamente en estos mismos años cayó el empleo: de 2.600 trabajadores dentro de convenio (obreros) la mayoría permanentes, a 1.543 obreros (de los cuales un aproximado de 1.235 son temporarios y sólo cerca de 308 son permanentes). Mientras que los empleados (trabajadores fuera de convenio) corrieron igual suerte, de 2.000 quedaron aproximadamente 800, según los datos aportados por el Sindicato del Azúcar a Cuarto Poder.

La Ley de Flexibilización Laboral aprobada durante el gobierno de la Alianza otorgó el marco que facilitó económicamente a las empresas y sus políticas de “eficientización” por un lado, y “competitividad” por el otro. A partir de allí el proyecto de sustitución de mano de obra y mecanización o “modernización” de la producción dio el empujón final a una comunidad con pocas posibilidades de adaptación, y economías con casi nulas oportunidades para el fortalecimiento del mercado laboral.

Conseguidos los despidos, la empresa favoreció la contratación de cooperativas de trabajo conformadas por los nuevos desocupados y negociadas por las debilitadas estructuras sindicales. Sin saber que el proyecto pronto también los excluiría, recibieron contratos para trabajar en el campo realizando plantación manual de caña, sacada manual de piedras, entre otras tareas de tan baja rentabilidad que pronto los llevó a la quiebra, excluyéndolos por completo y sin conflicto alguno del circuito productivo agroindustrial.

Este proyecto empresarial que apareció como nuevo en los años ‘90 para las comunidades locales, no sorprende en su funcionamiento y efectos a los cientistas sociales. El doctor Alejandro Rofman, especialista en economías regionales lo advirtió hace tiempo: “Las empresas extranjeras actúan como las llamadas empresas de enclave, o sea, empresas cuya vinculación con el entorno local es muy baja por lo cual sus decisiones no están condicionadas por el entorno, pero sí lo afectan más allá de la voluntad de los sectores políticos y laborales de la provincia”. Traducido, la ecuación sería la siguiente: el desnivel entre la capacidad económica de la empresa y el resto de la economía regional es favorable a la primera.

Y en ese marco Rofman precisa: “Las empresas de capital extra local, que no se compromete en absoluto con el destino de sus recursos debido a que se manejan en función de parámetros de tasas de ganancias y de niveles de producción que se deciden fuera de la provincia, muchas veces producen impactos de carácter negativo tanto a nivel productivo como a nivel de la fuerza laboral asociada a ello”.

Esto genera debilidad tanto de productores independientes como de trabajadores, que al no tener opciones alternativas de empleos, ven reducidas su capacidad negociadora y sus condiciones de trabajo, mientras que los gobiernos locales sufren también el impacto, advierte Rofman y concluye: “una estrategia basada en la monoproducción no es aliciente concreto para el fortalecimiento de redes productivas y para la trama social local”.

A fines de 2008 ganó la elección sindical Martín Olivera, quien se mantiene hoy en su tercer mandato consecutivo con duración hasta 2018. A partir de ahí la relación de la cúpula gerencial y los representantes de los trabajadores inició una lucha de poder cuyos capítulos se repiten cada año con paritarias extra large, tiroteos discursivos mediáticos, paro, cortes de ruta, paliza policial, posterior intervención dialoguista gubernamental/eclesiástica, acuerdo paritario, estigmatizaciones y despidos, judicialización de trabajadores con juicios penales en curso, entre otros.

Una homilía para pocos

El Obispo de la Diócesis de Orán, Gustavo Zanchetta, con un discurso confuso, se pegó a la posición empresarial.“La huelga es un derecho pero es una alternativa última”, exclamó en una homilía en la ciudad de Hipólito Yrigoyén donde vive la mayoría de los trabajadores del ingenio y donde el Sindicato tiene su sede. “La huelga no es un fin en sí misma. Es un remedio para llamarnos la atención, pero no es algo bueno, más cuando se prolonga”, sostuvo.

El Obispo denunció que la gente “sufre hambre” pero lo atribuyó al paro en Tabacal. “Cuando el río se sale de cauce alguien tiene que decir ¡BASTA!”, dijo a viva voz para luego resaltar: “Se puede volver a trabajar y lo que queda por resolver, que ya son cosas menores y todos sabemos de qué se trata, se puede resolver durante el año. En nombre de Dios, Basta. En nombre de Dios, volvamos a trabajar” concluyóZanchetta.

Posiblemente “de lo que se trata” sea del turno relevante, también llamado cuarto turno, que se convirtió en el punto de inflexión del conflicto paritario actual junto con la reincorporación de trabajadores que exige el sindicato.

El turno relevante significaría la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores sostiene el secretario general del gremio, Martín Oliviera: “Reduciría de 40 jornales por mes que actualmente cobra un obrero, a 25 jornales por mes. Y con ello se afectarían los beneficios que componen los items salariales como merma de aporte jubilatorio, de aguinaldo, etc. Por otra parte, con la implementación del cuarto turno no se generarán nuevos puestos de trabajo ya que se trata de una nueva metodología de ajuste que quiere imponer la empresa reubicando a trabajadores, porque la empresa proyecta la desaparición de más puestos de trabajo. Entonces, cierran puestos de trabajo y abren un turno más (el cuarto turno) en los puestos que ya existen, con la consecuente reducción de jornales y salarios de todos los trabajadores afectados, de los que actualmente cubren con tres turnos la producción y del cuarto que conformarían los trabajadores reubicados. Una nueva metodología de ajuste”.

Un modelo de empresa versus un modelo de sociedad. Un conflicto económico y socio cultural con pocos antecedentes de victorias colectivas.