Jair Bolsonaro se impuso por un amplio margen a Fernando Haddad en las elecciones de Brasil, pero habrá balotaje.

Con el 88% de las mesas escrutadas, Jair Bolsonaro fue proclamado ganador de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil.

El candidato ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL) alcanzó, hasta el momento, el 47,35% de los votos.

Según los primeros sondeos de Ibope, le sacó una contundente ventaja a su principal contrincante del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, quien cosecha el 27,5 %, en segundo lugar.

Al no superar el 50%, Bolsonaro se volverá a enfrentar con el delfín de Lula da Silva el próximo 28 de octubre en balotaje.

El resto de las figuras quedaron fuera de juego: el laborista Ciro Gomes, con el 12,5%; Geraldo Alckmin con el 4,9%; entre otros.

Además se escogieron 27 gobernadores, 54 senadores, 513 diputados federales y 1.059 diputados estatales.

El paso de Bolsonaro durante la campaña lejos estuvo de tener un perfil bajo. En primer lugar, por sus reiterados exabruptos racistas, misóginos y homofóbicos. A su vez, es popularmente conocido por su «nostalgia» por la última dictadura. Y para muchos analistas es considerado el «Donald Trump brasileño».

Dentro de su paquete de propuestas, el candidato ultraderechista planteó varios cambios relacionados con la seguridad. Desde la reducción de la mayoría de edad penal a los 16 años, fin a la reducción de pena y garantía la legítima defensa.

No solo sus polémicas declaraciones llamaron la atención del electorado. Sino que en septiembre, el dirigente del PSL fue apuñalado en plena calle.  Este domingo cuando se acercó a votar en la Villa Militar, junto con sus dos hijos, apareció en medio de un fuerte operativo de seguridad y con chaleco antibalas.

En la vereda contraria, Haddad, el «plan B» del PT, se mostró más cauto durante los comicios y expresó sus deseos por alcanzar el balotaje. El exministro de Educación, durante los gobiernos de Lula da Silva, aclaró que en una segunda vuelta, Bolsonaro no podría escapar de los debates ni de exponer sobre sus proyectos. «Vamos a buscar ampliar nuestras alianzas para todos los brasileños y brasileñas que, en forma independiente, puedan elegir por la democracia», resaltó en referencia al 28 de octubre.

El respaldo de las iglesias evangélicas permite a Bolsonaro disputar votos entre los más pobres, inclusive electores de Lula. Y una parte importante del establishment económico y financiero, los llamados “mercados”, parece haber llegado a la conclusión de que, para evitar que el PT vuelva al gobierno (aun cuando su candidato es un economista serio, honesto y con ideas moderadas), vale todo, inclusive apoyar a una especie de neonazi bruto, violento, corrupto e ignorante. Business is business.

Bolsonaro es un candidato que amenaza la propia democracia liberal, que ya ha dicho que podría cerrar el Congreso y reformar la constitución por decreto y que la solución para Brasil pasa por “matar a por lo menos 30 mil personas, aunque mueran algunos inocentes”.

Bolsonaro reivindica a la última dictadura y dice que su mayor error fue torturar y no matar, y que deberían haber hecho como Pinochet. Defiende la tortura y la pena de muerte y propone, para combatir la inseguridad, liberar la venta y la portación de armas (las acciones de Taurus, mayor fabricante de armas, crecen cada vez que Bolsonaro crece en las encuestas). Dice que hay que militarizar las escuelas, para que los chicos aprendan disciplina. Anunció en un acto de campaña que “ametrallaría” a los militantes del PT.

Dijo que tener un vecino gay desvaloriza la propiedad, que a nadie le gustan los homosexuales y que él preferiría que su hijo muera en un accidente a que sea gay.

Dijo que está bien que las mujeres ganen menos que los hombres porque se embarazan, que los negros descendientes de los esclavos no sirven ni para procrear y que en su gobierno todas las reservas de tierras indígenas serán eliminadas.

Le dijo a una diputada, en plena sesión del Congreso, que no la violaría porque “no te lo merecés, porque sos fea”, y ha tratado con desprecio e inclusive insultos a periodistas mujeres que lo entrevistaron. Además, Bolsonaro no tiene programa de gobierno ni equipo, está rodeado de locos, supremacistas blancos, pastores homofóbicos y neonazis, y reconoce que no entiende nada de economía.