En este caso hablamos de una mezcla entre policía y paranoia. El mecanismo disparador de la sospecha en el cerebro de un cana es más extraño y deslumbrante que la secuencia de Fibonacci. Todo joven mirando una vidriera es un potencial chorro.
La ola de los ahora famosos rompevidrieras puede ser uno de los motivos que generen un estado de paranoia tal que activen el censor policial que todo cana lleva dentro. “A horas 04:40 efectivos de la Sección Protección de Espacios Recreativos y Turísticos realizaban patrullaje en prevención de ilícitos, al transitar por una galería ubicada en calle Caseros al 700 se percataron que dos menores se encontraban en actitud sospechosa observando las vidrieras” informan los avezados periodistas de la página web de prensa policial.
Esto sucedió el día domingo y una vez los dos menores fueron detenidos se pasó a registrar las pertenencias de uno de los muchachos y encontraron “la mitad de un ladrillo, una manopla de hierro, un tornillo de aproximadamente 15cm y una gorra pasamontañas”, como la portación de estos objetos no implica una contravención (por lo menos aun no) los menores fueron llevados con sus padres por disposición del juzgado de menores.
Paranoia y tortura, un matrimonio que esta semana celebró hizo noticia en la policía salteña.