El sábado 4 de noviembre se realizó en Salta, como todos los años, la Marcha por el Orgullo LGBTIQ. La columna de gente que llegó a cubrir unas tres cuadras de largo desfiló desde el Portal de la Memoria situado en el Parque San Martín hasta la Plaza 9 de Julio. Fueron dos horas de caminata y fiesta por el centro de la ciudad que culminó con un acto frente al cabildo salteño. (Gastón Iñiguez)
Después de una semana calurosa, el sábado amaneció lluvioso y frío. Al principio todo amenazaba con una escasa convocatoria pero cuando se hicieron las siete de la tarde de distintos autos bajaron «diosas y dioses del olimpo» para marchar entre la muchedumbre.
Tres camionetas con altoparlantes hicieron vibrar el cielo encapotado, y los protagonistas sacaron a relucir sus plumas, vestidos y zapatos o botas imposibles de usar para cualquier mortal. La columna compuesta por diversas agrupaciones, incluidos los partidos de izquierda, superó las tres cuadras de largo y caminaron a través del microcentro en una tarde colmada de gente en las calles.
La respuesta de los curiosos fue de lo más positiva, la mayoría aplaudía y sacaban fotos; nadie faltó el respeto a quienes desfilaban y hasta felicitaron desde los autos. Se leyeron carteles pidiendo por el cupo laboral trans y la derogación del código contravencional. El colectivo feminista de mujeres lesbianas y bisexuales, con megáfono en mano, pronunciaron cánticos que hacían hincapié en los femicidios, la trata y el aborto no punible; todos estos temas todavía siguen cajoneados por nuestros representantes nacionales y provinciales.
El miércoles 1 de noviembre el Concejo Deliberante declaró de interés general la marcha del orgullo LGBTIQ, lo que significó una victoria y un avance en el reconocimiento de los derechos de la comunidad. La nota de color la dio el flamante concejal Andrés Suriani que en una entrevista con una radio local afirmo su desacuerdo con la decisión tomada por mayoría en el Concejo “debido a que representa todo lo antinatural del ser humano”. La policía no se hizo presente como se esperaba tras la difusión del nuevo protocolo represivo que teóricamente se implementaría por orden del gobierno nacional y solo dos oficiales motorizados estuvieron cortando el tráfico.
Una vez al año la ciudad salteña se pinta con los colores del arco iris y baila al ritmo de la música estridende, con o sin lluvia, siempre prima la algarabía, la alegría y la buena energía.