La máquina libertaria no arranca

El parque industrial de Salta viene sufriendo embestidas de carácter comercial, fiscal y financiero a un nivel preocupante. Muchos empresarios han empezado a reducir jornadas laborales, horas extra y planteado la necesidad de retiros voluntarios o jubilaciones anticipadas.

En un informe interno de la Secretaria de Trabajo de la Provincia se evidencia un crecimiento en las demandas laborales en los últimos tres meses. No se trata de una explosión ni un crecimiento drástico, sino más una subida constante y exponencial que significa más gente en la calle buscando el pan del día.

Hay una baja fuerte en el uso de la capacidad instalada, aunque a nivel nacional algunos sectores presentan niveles superiores al general, como refinación del petróleo, papel y cartón, sustancias, productos químicos e industrias metálicas básicas.

En Salta y la región ya se ve el impacto de la “táctica” de “secar la plaza” tan conocida durante los 90’ o en épocas como las de 1976, 1966 o 1956. Casi podríamos afirmar que las tendencias de ajuste son tan cíclicas como precisas, ya sea que el ejecutor del modelo se llame Onganía, Videla o Aramburu.

La provincia no se caracteriza por su fuerte industria o gran producción manufacturera, lo que la hace una víctima fácil para el modelo neoliberal. Todo a base de ajuste fiscal que se evidencia rápidamente en una economía doméstica que se deprime, la inversión productiva migra hacia lo financiero dejando un tendal de trabajadores registrados y no registrados sin espalda de capital y por último los comercios y servicios sufriendo todos estos efectos.

Los tarifazos en Salta ya se han cobrado grandes y pequeños empresarios que no han podido enfrentar las boletas de EDESA y GASNOR. La inflación y correspondiente devaluación no le permiten ajustar los costos y ganancias de los pequeños burgueses salteños, y sin previsibilidad en los costos termina siendo una ruleta rusa abrir cada día las persianas del negocio, cualquiera sea este.

Los sectores más afectados se ubican debajo del nivel general son los derivados del tabaco (52,2%), imprentas (51,3%), automotriz (47,3%), derivados del caucho y plástico (45,9%), textiles (45,6%) y metalmecánica (37,3%). Casi una fotocopia de la última crisis del 2001 donde la UOM y demás sindicatos salieron a la calle a defender los puestos de trabajo, sin siquiera detenerse a discutir las bajas en salarios, porque o era una cosa o la otra, todo no se podía.

Todos los días tenemos cierres de comercio y negocios de todas las ramas, desde comunicaciones hasta pequeñas confiterías. La mayoría con trabajadores sin registrar, de los cuales sólo un puñado reclama por los derechos no gozados, lo que pone de manifiesto lo expulsiva que es la crisis económica cuando se vive en una provincia precarizada.

No todas son malas

También hay sectores que presentan niveles de utilización de la capacidad instalada superiores al nivel general son refinación del petróleo (79,2%), papel y cartón (75,4%), sustancias y productos químicos (67,8%), industrias metálicas básicas (66,5%), minerales no metálicos (59,6%) y alimenticios y bebidas (58,1%). Lamentablemente para Salta la mayoría de estos no se ubican en la provincia o lo hacen con poca presencia sobre el Producto Bruto Interno.

La famosa industria del juicio laboral tendrá un protagonismo no deseado en los próximos meses o años, según lo que dure el modelo de Caputo. Los cuervos van a disfrutar de las mieles del libertarismo mientras que se cocina una reforma laboral aún peor de lo que ya conocimos dentro del Mega DNU y la Ley de Bases.

En Salta las condiciones laborales son un 30% más precarias que la media Nacional, lo que la hace una provincia con empleo precarizado y mucho trabajo no registrado o “en gris”.