En la tranquila y calurosa noche de Tartagal, la violencia irrumpió nuevamente, dejando en su estela un intento de homicidio que nos obliga a reflexionar sobre la creciente inseguridad que aqueja a la zona norte de la provincia de Salta.
El suceso, captado por cámaras de seguridad que ponemos a disposición de nuestros lectores, relata el escalofriante ataque a un joven que, días antes, había tenido el coraje de señalar a dos delincuentes implicados en un robo. Este acto valiente, lejos de ser reconocido, desencadenó una venganza sin escrúpulos. ¿Cómo es posible que la denuncia de un ciudadano termine en un intento de asesinato?
Los delincuentes, desplazándose en un ciclomotor, demostraron una frialdad y profesionalidad que pone de manifiesto la audacia con la que operan. «Así te queríamos agarrar, buchón», pronunciaron antes de realizar los disparos, hundiendo a la víctima en el pánico y dejando en evidencia la impunidad con la que actúan.
Los vecinos, testigos atónitos, describieron la recurrente demora policial y el dramático enfrentamiento entre el joven indefenso y sus agresores. En medio de este caos, la falta de seguridad se vuelve un grito desesperado por respuestas contundentes.
El hecho de que este episodio de violencia haya ocurrido frente al CIC Norte, donde concurren niños y adolescentes para actividades recreativas, añade preocupación a la ya crítica situación. La Justicia, respaldada por las imágenes de las cámaras de seguridad, tiene en sus manos una oportunidad para actuar con firmeza y enviar un mensaje claro: la violencia no puede prosperar.
Este intento de asesinato no es un hecho aislado. Recordemos el reciente robo a mano armada en el que el mismo joven sirvió de testigo valiente. La sospecha de que los mismos delincuentes estén detrás de ambos eventos eleva la gravedad de la situación, dejando a la comunidad en un estado de vulnerabilidad inaceptable.
La inseguridad no solo acecha nuestras calles; se introduce en nuestros hogares, nuestras instituciones y en la esencia misma de nuestra comunidad. Es hora de que las autoridades tomen medidas firmes, que la Justicia actúe con celeridad y que cada ciudadano exija el derecho fundamental a vivir sin temor.